En algún momento, el papa Francisco, un papa peronista, con compromisos inexplicables, pero muy estrechos, con la enigmática Agenda 20/30 de la ONU, dejará el cargo, ya sea por dimisión, renuncia o fallecimiento.
Las dos primeras opciones —dimitir o renunciar— estuvieron en duda cuando su antecesor, Benedicto XVI, el gran intelectual innovador que realmente necesitaba la Iglesia Católica para ajustarse a los nuevos tiempos, fue presionado para abandonar el cargo por parte del entonces progresismo global en ascenso.
Un papa no puede renunciar porque no fue electo por voto popular, pero tampoco puede dimitir porque no es un rey, en concordancia con el Derecho canónico vigente. Otra cosa es que a Ratzinger, para efectos prácticos, se le haya admitido su renuncia por acuerdo colegiado de la Curia Romana, aunque durante todo ese tiempo hayamos tenido ciertamente dos papas, con la misma jerarquía y facultad de decisión.
No obstante que la Curia Romana es el gobierno terrenal de los representantes del Cielo, y comprende, como en cualquier Estado, los poderes legislativo, judicial y ejecutivo, El Vaticano es una de las pocas teocracias que aún existen en el mundo, junto con la República Islámica de Irán, Arabia Saudita, la Orden de Malta y el Estado Monástico Autónomo de la Montaña (ubicado en el Monte Athos).
El proceso de sucesión papal es un evento de gran importancia en la Iglesia Católica, no solo por su impacto espiritual, sino también por sus implicaciones políticas y sociales. Vamos a ver quiénes son los posibles sucesores del papa Francisco, su perfil ideológico y político, el procedimiento para elegir a un nuevo pontífice, y el contexto global que podría influir en esta elección, incluyendo la influencia del gobierno de Donald Trump y su vicepresidente católico JD Vance.
Candidatos probables
Entre los nombres más destacados como posibles sucesores se encuentran:
Cardenal Matteo Zuppi (Italia): Representa una versión moderada de las políticas progresistas belicosas del papa Francisco. Es conocido por su enfoque conciliador y su capacidad para dialogar con diferentes facciones dentro de la Iglesia. Su perfil lo posiciona como un “Francisco Lite”, es decir, alguien que continuaría con la agenda del actual papa, pero de manera más discreta y menos frenética.
Cardenal Pietro Parolin (Italia): Secretario de Estado del Vaticano, Parolin es considerado un candidato seguro y experimentado. Aunque no es particularmente radical en ninguna dirección, su cercanía con las políticas de Francisco y su experiencia diplomática lo convierten en una opción viable. Tendría que escoger entre las labias ilusorias de la Agenda 20/30 o la real innovación de la tradición.
Cardenal Luis Antonio Tagle (Filipinas): Representa a Asia y es visto como un líder joven y carismático. Sin embargo, su juventud (58 años) podría ser un desafío, ya que un pontificado largo podría darle la oportunidad de consolidar sus políticas, cualesquiera que estas fueren.
Cardenal Peter Turkson (Ghana): Una opción africana que simbolizaría la creciente importancia del continente en la Iglesia Católica. Es conocido por sus posturas conservadoras en temas doctrinales y sociales y su gran respeto y lucha por el orden natural de las cosas.
Cardenal Pierbattista Pizzaballa (Italia): Patriarca latino de Jerusalén, Pizzaballa ha ganado relevancia recientemente. Su elección podría reflejar un interés por fortalecer los vínculos con Oriente Medio y las iglesias locales.
Cardenal Fridolin Ambongo Besungu (República Democrática del Congo): Otro candidato africano destacado por su papel en la ambiguamente llamada defensa social y el confuso ambientalismo dentro de la Iglesia, a pesar de que el progresismo radical, a escala mundial, se encuentra en franca decadencia.
Ideología política y religiosa de los candidatos
La mayoría de los candidatos reflejan una mezcla entre continuidad y moderación respecto al pontificado actual. Mientras Zuppi y Parolin son vistos como herederos naturales de las políticas transgresoras de Francisco, figuras como Turkson o Ambongo podrían representar un giro hacia posiciones más conservadoras o centradas en temas sociales específicos, como ha sido la tradición católica, acorde, en efecto, con el orden natural de las cosas.
Por otro lado, Tagle y Pizzaballa podrían simbolizar una apertura hacia regiones menos representadas en el liderazgo papal, como Asia o el Medio Oriente, con regiones milenariamente tradicionalistas.
Influencia del gobierno de Donald Trump y JD Vance
Aunque el gobierno estadounidense no tiene influencia directa en el proceso de elección papal, la figura del vicepresidente JD Vance como un católico practicante destacado podría tener cierto peso simbólico. Vance ha sido crítico con algunas posturas del papa Francisco, especialmente en temas migratorios y sociales, lo que refleja las tensiones entre sectores conservadores estadounidenses y El Vaticano. Sin embargo, dado que solo hay 11 cardenales estadounidenses entre los 120 electores del cónclave, su capacidad para influir directamente en los votos es limitada, aunque podría ejercer una fuerte presión política y diplomática. A Vance le interesaría contar con una Iglesia alineada, en el caso de suceder a Trump.
De tal suerte que el clima político global promovido por líderes con una gran fortaleza como Trump (quien ganó en las pasadas elecciones todo lo que se podía ganar) podría fomentar un ambiente favorable para candidatos más conservadores.
Al interior de los Estados Unidos, con una influencia mundial incuestionable, acaba de arrasar la opción conservadora, o lo que los socialistas radicales llaman con fallida despección la “ultra derecha”, con el triunfo de Trump, a consecuencia de un electorado que se ha hartado de los agresivos líderes del pensamiento mágico, que pretende el éxito político asumiendo una actitud contemplativa y esperando que todo se resuelva con grandes dosis buenismo y bonitos deseos.
Procedimiento para elegir a un nuevo papa
El proceso para elegir a un papa sigue estrictas normas establecidas por el Derecho canónico:
El cónclave reúne a todos los cardenales menores de 80 años.
Se requiere una mayoría de dos tercios para elegir al nuevo pontífice.
Durante el cónclave, los cardenales están aislados para evitar cualquier influencia externa.
Cada votación se realiza en secreto hasta alcanzar el consenso necesario.
Este procedimiento asegura que la elección sea interna y guiada principalmente por consideraciones espirituales.
El catolicismo en el contexto global
El catolicismo sigue siendo la religión más practicada, con aproximadamente el 58% de la población mundial. Sin embargo, enfrenta desafíos significativos debido al aumento del secularismo en Occidente, propiciado por el nihilismo filosófico y el relativismo cultural, dos de las banderas del progresismo, a la vez agresor y victimista.
En regiones como África y Asia, donde el catolicismo está creciendo rápidamente, podría haber un interés estratégico en elegir a un papa proveniente de estas áreas para reflejar un giro demográfico entre los practicantes.
Impacto en la política global
Relaciones internacionales: Un pontífice conservador probablemente reforzaría alianzas con gobiernos y movimientos políticos de derecha, especialmente en países donde los valores tradicionales tienen por fortuna un peso importante. La influencia del Vaticano podría alinearse más estrechamente con políticas que promuevan la familia tradicional, se opongan al aborto y al matrimonio entre personas del mismo sexo, defiendan una visión natural de la doctrina católica y promuevan una preeminencia científica en general.
Mediación internacional: Aunque el papa Francisco ha sido un actor clave en temas como la inmigración ilegal y la farsa del cambio climático, un papa conservador podría priorizar otros asuntos, como la defensa de los cristianos perseguidos y asesinados en Medio Oriente y en África o el freno a lo que algunos ven como una “expansión” del Islam en Europa. Este enfoque podría modificar el papel de El Vaticano como mediador global, inclinándolo hacia posturas menos locuaces y más estratégicas, para conveniencia tanto suya, como oligarquía, como para sus millones de correligionarios.
América Latina: En regiones como América Latina, donde el catolicismo sigue siendo influyente pero enfrenta desafíos del crecimiento evangélico, un papa conservador podría buscar reafirmar el papel tradicional de la Iglesia. Esto podría implicar un mayor énfasis en doctrinas ancestrales y menos apertura hacia los movimientos sociales progresistas, cuyo fracaso está continuamente siendo expuesto. Una vez más.
Tensiones ideológicas: Otros jerarcas católicos conservadores, como Raymond Burke (canonista y cardenal estadounidense) y Joseph Strickland (ex obispo de la diócesis de Tyler, Texas, destituido en 2023 por el papa Francisco, precisamente por oponérsele), podrían reorientar la misión del catolicismo —como con gran visión pretendió hacerlo Ratzinger—, al margen de modas ideológicas ensordecedoras, lo cual reforzaría, reorganizaría y enriquecería a sus bases en todo el mundo.
Juan García Tapia es abogado litigante y autor de narrativa, ensayo y periodismo, en los que ha obtenido diferentes premios.