Gonzalo Martré, en su propia tinta
María Ángeles Juárez Téllez
Una exclusiva y sui géneris entrevista a Gonzalo Martré, para Letra Franca, donde podemos apreciar la visión de su escritura, desde Los símbolos transparentes hasta Sabor a PRI.
El escritor y periodista hidalguense Gonzalo Martré, nació en Metztitlán, en 1922. Se inició en la literatura durante 1967 y, en el periodismo, en 1976. Fue editorialista de Excelsior durante 20 años, socio fundador y segundo presidente de la Asociación Mexicana de Ciencia Ficción y Fantasía (1996-1998). Fundó la cofradía de lectores: La Tinta Indeleble. Reconocido argumentista por nueve años de La amenaza elegante, historieta publicada por Editorial Novaro. Subdirector de la revista virtual satírica La Rana Roja, y del Chirispiote. En marzo de 2012, recibió el Premio al Mérito Artístico del Estado de Hidalgo.
La voz de su fecunda escritura llega, desde Los símbolos trasparentes hasta nuestros días, brincando los esquemas normales a través de más de 10 títulos de cuentos, 10 de novelas, y un largo etcétera de ensayos y de otras cuestiones, dejando una huella a seguir limpia de soberbia y llena de bien escrita sátira, ironía y, sobre todo, su peculiar estilo de ridiculizar a funcionarios mal habidos. En su pluma bien nutrida y franca aparece el compromiso social de una narrativa compleja, como en Cadáver errante, primera novela en México sobre el narcotráfico, firmada en 1992, y rescatada por la Cofradía de Coyotes, en 2014. En los últimos tiempos la recién citada casa editorial y Alfaguara han dado a luz más obras de Gonzalo Martré. Vaya nuestra gratitud para este gran literato mexicano por sus respuestas para la presente entrevista:
– Querido Gonzalo Martré, a propósito de la quinta edición de tu novela Los símbolos transparentes, en Alfaguara, leí al final de ella un largo postfacio donde se narran las broncas que tuviste para que fuese publicada desde su primera edición, no recuerdo ninguna otra obra que haya sufrido tantos ataques, tantas obstrucciones, tantas persecuciones oficiales y oficiosas. Eres sin lugar a dudas un autor controvertido y tengo curiosidad por saber si también has tenido problemas de esa índole con el resto de tu obra.
– ¡Vaya que si los he tenido! Te haré un relato pormenorizado de ellos: para comenzar en mi primer libro de cuentos, Los endemoniados, figuran siete textos, en dos de los cuales recreo las violentas y sicalípticas acciones de un grupo de estudiantes universitarios en el carnaval de Veracruz, en 1953. Este volumen comenzó a circular en 1967, en edición de autor; encargué la distribución nacional a Miguel Klee Madrid, distribuidor profesional, quien un día me llamó al despacho para confiarme que lo habían ido a ver los de la Liga de la Decencia, quizá la Liga Nacional de Padres de Familia, esa que encabezó Serrano Limón por muchos años, para pedirle que dejara de distribuir ese título por considerarlo altamente ofensivo para la moral pública.
– ¿En qué consistía lo ofensivo, según ellos?
– En su lenguaje, abundante en palabras altisonante que no se acostumbraban en la literatura de aquellos mojigatos tiempos. En sus descripciones sexuales, tenidas en aquella época como de “mal gusto”. En la amoralidad de sus personajes…
– ¿De todos los personajes del libro?
– Nada más de los relatos titulados: “Ron Añejo” y “Cerveza”.
– ¿El distribuidor retiró el libro?
– A Klee le iba bien con el libro, les prometió retirarlo, pero no lo hizo. Agotó tres mil ejemplares más o menos en un año. Me hizo las cuentas del Gran Capitán y percibí muy poco. No protesté porque el objetivo de ser conocido nacionalmente fue cumplido.
– ¿Y con la crítica, cómo te fue?
– Tuve poca crítica y muy negativa. Mi libro era “literatura incorrecta”; desde hacía 30 años en que Rubén Salazar Mallen irrumpió con una novela de las misma características, no se había dado el caso de que algún escritor quisiera seguir sus pasos. Alguien recordó ese hecho y satanizaron mi libro.
– ¿Se ha reeditado?
– Sí, la Universidad Autónoma de Chapingo (UACH), lo publicó de nuevo en el año 2007, con el título original que era: Los líquidos rubíes, tomado de un epígrafe de Omar Khayám. Los tiempos cambian, lo que en 1967 era “pura pornografía”, 40 años después es literatura normal, perfectamente aceptable.
– ¿Y después?
– Vino en 1970, Safari en Zona Rosa, mi primera novela de Editorial Efímera, con muy buena distribución local. En ella abordé el tema del homosexualismo, tema tabú en México para esos pudibundos tiempos. No fue la primera sobre el tema, ya se habían publicado unas cinco, claro que en ediciones limitadas de 100 a 200 ejemplares y circulación clandestina entre los homosexuales. Pero la mía fue la primera que vio la luz pública sin tapujos y la crítica, escasa también, volvió a decir que el autor era pornógrafo. No obstante la novela se vendió y llegó a una tercera edición en otra editorial reconocida, pues se la tenía como la biblia de las lesbianas mexicanas.
– Eres un provocador, te gusta la mala vida.
– Así es; te cuento que en 1973 publiqué dos novelas cortitas: Coprofernalia y Jet Set, la primera con un tema inédito en México: la coprofilia, la segunda se llamó Memorias de una ladilla.
– ¡Ya me imagino!
– Si lo que te imaginas es que refrendé el título de pornógrafo, aciertas. Pero hasta el momento podrían tratarme de porno (sin serlo), pero no de escritor adocenado, mis temas eran infrecuentes en la literatura mexicana, eso no me perdonaban.
– Te arriesgaste y pagaste las consecuencias.
– Después vino, en 1978, mi novela emblemática: Los símbolos transparentes, cuya historia de obstrucciones, persecuciones, satanización y demás es harto bien conocida. No existe en la literatura mexicana del siglo XX otra novela que haya sido víctima de un acoso semejante. La historia completa, como ya sabes, está consignada en el postfacio de la edición 2013 de Alfaguara que bien conoces.
– Es difícil creer tanta sevicia, pero la historia está perfectamente documentada, es verídica. Y tú, querido Martré, alcanzaste la cima del hostigamiento, te dejaron en paz, optaron por el silencio, supongo.
– Supones mal. En 1978, fue publicada mi novela picaresca enmarcada en los años 30 en la ciudad de México, titulada El Chanfalla, no hubo problema, escasa crítica pero favorable (la tercera edición, en Gernika, 1993). Refiriéndome a El Chanfalla, es una trilogía; la segunda parte vio la luz en Edamex, en 1983, con el título Entre Tiras, Porros y Caifanes, sin problemas. Gernika publicó una segunda edición junto con El Chanfalla diez años después. Y ¿Tormenta roja sobre México?, tercera parte de la trilogía apareció junto con las otras dos, en 1993. Hace 20 años.
– ¿Por qué mencionas tu trilogía si afirmas no haber tenido problema?
– Porque en el 2002 solicité al Fondo de Cultura Económica que fuese publicada y ahí comenzó de nuevo el calvario.
– ¿Igual que el de Los símbolos transparentes?
– Muy parecido. Fui a ver a Consuelo Sáizar, recién nombrada directora general en sustitución del Pavorreal Chilorio. Esta señora, conocida como “La cantante de rancheras”, me recibió, me oyó y aceptó que dejase la obra para “su evaluación”. Le advertí que si caía en manos de su director editorial Adolfo Castañón (a) Fito Kosteño, sería rechazada automáticamente ya que este sujeto de torvos antecedentes editoriales me detestaba por ser yo un crítico severo de Octavio Paz y él, uno de sus viudos. Así fue. El mendaz Fito Kosteño, dio a dictaminar mi obra acompañada de la consigna de que fuese rechazada a “como diera lugar” y logró cuatro dictámenes espurios, pero el quinto le salió mal y ese dictaminador publicó en Arena, la revista cultural de Excélsior, su dictamen favorable. Comprendí que la Cantante de rancheras se había encaprichado en no publicarme y comencé a satirizarla, fundé la revista satírica literaria La Rana Roja, y la ridiculicé; la historia es tan larga como que abarca 10 años, es decir, del 2002 al 2012. En el 2004 lleve a cabo una protesta pública encadenándome en la Feria Internacional del Libro FIL, del palacio de Minería (UNAM), y clausurando simbólicamente el local del FCE; ese mismo año hice una huelga de hambre en la FIL de Guadalajara. La tipeja dejó el FCE y fue nombrada presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA), pero dejó ahí a un testaferro con quien nada había que hacer. Mis protestas culminaron con la publicación de un libro de poemas satíricos que incluyó La Saizareada, colección de poemas y sátiras en contra de ella. Fueron 10 años de lucha estéril, pues la susodicha, que se sabía apoyada por Fecal y la Profa. Gordillo, jamás se conmovió. Ya como despedida publiqué una novela corta satírica, en extremo mordaz, con ella y Fito Kosteño como personajes centrales. La distribuí gratuitamente en todo el medio literario.
– Así terminó esa década ingrata para ti. Pero al comenzar el sexenio ella tuvo
que dejar CONACULTA y cesó su influencia en contra de tu obra. Nuevas caras. Nuevas posibilidades
– Así lo creí, pero estaba muy equivocado. Al FCE llegó un personaje ajeno al ambiente literario, el personaje salinista José Carroña Cagón. También fui a verlo, no me recibió y me endoso a su segundo, Tomás Granados, a quien le di la trilogía (capturada en un disco compacto) acompañada de cinco ensayos (también en CD) sobre la obra: uno de doctorado y otro de maestría. Dos de ellos de pluma extranjera. Esto ocurrió a fines de mayo del 2013. Granados me dijo que en dos meses me tendría noticias. A los cinco meses, no dos, le envié una carta a Pepe Carroña pidiendo respuesta. No me contestó, al mes le mandé otra carta exigiendo respuesta. Tampoco obtuve respuesta. Comprendí que me hallaba a merced de otro capricho burocrático similar al de La cantante de rancheras y publiqué en El Chirispiote, revista virtual de sátira política, el primero de lo que será una serie larga de sátiras sobre Carroña. Entonces si me contestó rechazando mi obra, después de diez meses y medio de espera, salió con su batea de babas.
– Supongo que fundamentó el rechazo con dictámenes.
– No se atrevió. La respuesta es muy corta, vale la pena que la conozcas: “El departamento de literatura del Fondo de Cultura Económica, recibió el manuscrito mencionado en la referencia anterior. Le agradecemos enormemente su confianza al permitirnos conocer esta obra, la cual se evaluó crítica y cuidadosamente, llegando a la conclusión de que la obra posee una interesante temática. Sin embargo, sentimos comunicarle que la propuesta no es adecuada para esta casa editorial, pero estamos seguros de que será bien acogida en otros espacios más propios para ella”.
– Es un rechazo de cartabón, sin fundamento. Creo que tu trilogía merece un tratamiento más digno, así como tú, con una obra polígrafa muy vasta. Esta respuesta es una falta de respeto a un escritor de tu nivel. Un escritor nacional que es publicado por Alfaguara. ¿La firma Carreño?
– Pepe Carroña es un cobarde, la firman dos subalternos, el subgerente editorial y la jefa del departamento de literatura, cuyos nombres son irrelevantes, pues son burócratas anodinos de esa casa editorial.
– ¿Vas a contestar esa carta?
– No voy a rebajarme a eso. Haré lo mismo que con La cantante…, voy a satirizar al tipo, sé de antemano que no le importa, pues para eso cuenta con la protección del Pelochas Salinas y la del Gavioto Copetudo mismo. Pero tampoco voy a quedarme callado, no es mi estilo.
– ¿Y aún hay más?
– Sí, tengo un libro titulado: Sabor a PRI, crónica de la subcultura de la corrupción en México, suman cuatro tomos: de Alemán a Zedillo, al cual no le entra ninguna editorial. Esa es otra historia larga, mejor hasta aquí la dejamos.
– Martré, lo reafirmo, eres un provocador profesional.
– Por eso me va como me va…
Ciudad de los Palacios, D. F., 28 de mayo, 2014.