Editorial
Aquí y ahora
Al llegar a su 5° Aniversario, Letra Franca asume que tiene una memoria comunal y que es parte de una memoria colectiva: las dos memorias apuntan al porvenir de la palabra posible.
En todo este tiempo, nuestra publicación ha llenado un cuádruple vacío: 1) el de la ausencia de ofertas editoriales consistentes con la vitalidad de nuestra cultura, en un entorno que parece el más acabado desierto de la uniformidad; 2) el de haber sentado la tesis de que la cultura, en su acepción más amplia, constituye el dominio y la expresión de las más altas facultades y disciplinas creativas de un pueblo y va más allá del valor que suele atribuirse al folclor, a la artesanía y a otras proyecciones del arte popular; 3) el que implica alentar un debate cultural informado, crítico, genuino y oxigenador de nuestras visiones rinconeras, como condición para dejar atrás cierto municipalismo cultural y buscar las claves de una expresión artística y cultural más abierta y universal; 4) el que supone introducir en nuestro ambiente un ánimo de verdad y de autenticidad, con el propósito de airear y discutir con responsabilidad la vida pública del Estado.
En el ámbito editorial hay niveles, los cuales se sitúan en relación directa con la calidad del producto que se pone al alcance de los lectores. En este sentido, hay que saber distinguir el valor de los medios que extraen su contenido del género cursi o de lo que puede aportarles la farándula política, del valor que tienen publicaciones de fondo en las que se concede mayor peso al análisis periodístico, a la investigación académica, a la creación literaria, al ensayo y a los diversos géneros del periodismo y la literatura que enriquecen la opinión pública mediante la creación de conciencia. Letra Franca se ha ganado un sitio como publicación-espejo de la realidad que nos envuelve e interpela, como tribuna de reflexión y pensamiento desde y para la libertad y como espacio de encuentro de la diversidad y el pluralismo cultural.
En un medio como el nuestro, en el que las revistas de creación y cultura, los suplementos y los proyectos culturales no tienen asegurado el confort editorial ni la permanencia, sino la incomodidad expectante y el agobio financiero que resultan del ejercicio de la libertad y la crítica, llegar al 5° Aniversario no es un logro menor: implica que hemos superado la caducidad y la decantación previsibles a que nacen destinados proyectos como este; significa que hemos mantenido en alto una apuesta contra la modorra cultural y a favor de la creación artística e intelectual en esta zona del país y del mundo; quiere decir, en suma, que si el tiempo no nos ha vencido hemos vencido al tiempo.
No es tarea directa de la investigación académica ni de la literatura transformar a la sociedad, pero sí aspirar a transformar al hombre. Agentes del cambio social hay muchos y no siempre confiables. El demagogo de ocasión, el trepador en el escalafón burocrático y el político profesional, pese al alegato que con frecuencia esgrimen de que les duele el pueblo y buscan cambiar sus condiciones de vida, son el más acabado ejemplo de parasitismo institucional y ubrenamental: atropellando lenguaje, ética y congruencia, son los más fieles guardianes de la “checada” y de la chequera, en instantes en que la intemperie civil rezuma irritación, incredulidad, escepticismo, carencia y desesperanza. El investigador, el creador y el escritor no se dirigen a una asamblea desde el atril del demagogo o el agitador, sino desde su cuarto o su mesa de trabajo, con un sólo propósito: hablar a la conciencia del hombre e, indirectamente, a la conciencia de su tiempo.
En un momento de grave riesgo histórico, en el que una franja de Latinoamérica (Venezuela, Ecuador, Paraguay, Bolivia y Nicaragua) es sacudida en sus cimientos democráticos por la negra noche del populismo; en instantes en que buena parte del mundo padece una crisis y una inestabilidad sistémicas provocadas por la espiral de violencia y muerte decretadas contra el diferente por el Estado Islámico, y cuando el perfil de un desquiciado con poder ha puesto en jaque los frágiles equilibrios de la globalización económica y la paz mundial, Letra Franca ha tomado una posición abierta en una esquina del tablero de la discusión y las ideas, no sólo contra los fundamentalismos religiosos y políticos que hoy ofuscan al mundo, sino a favor de los valores de la libertad y la democracia. Por este camino seguiremos. A veces la palabra no puede hacer gran cosa por un mundo en tinieblas; pero si logra iluminar sus umbrales y penumbras tan sólo un poco, ya cumplió la parte que le corresponde.