Sobre José Antonio Meade
Por Armando Fuentes Aguirre
Catón
Cada vez que digo algo bueno acerca de Enrique Peña Nieto el mundo se me viene encima con todo y El Moquetito, Tamaulipas. Aguanto, sin embargo. Peor me va cuando digo algo malo acerca de López Obrador: entonces se me vienen encima todos los mundos. También eso lo aguanto, pues uno de los oficios del escribidor es resistir: resistir tanto los silbidos como los aplausos.
Hoy diré acerca de Peña Nieto algo que no sé si sea bueno o malo. Diré que el presidente puede perder la elección presidencial por patriotismo. Extraña paradoja es esa, que procuraré explicar. Pienso que Peña Nieto escogió a José Antonio Meade pensando en el bien de México, no en su propio interés ni en el de su partido. Creo también que Meade sería un magnífico presidente, mejor quizá que cualquiera de los que aspiran al cargo. Pero las cualidades que le sobran como eventual presidente de México le faltan como precandidato en campaña, pues no hace promesas imposibles de cumplir ni dice mentiras. Es algo así como el reverso de Vicente Fox, que fue un extraordinario candidato y un presidente menos que regular. Peña Nieto escogió a Meade con visión de estadista que piensa en su país, no de político que mira sólo a la elección. Su decisión, que con un poco de entusiasmo podría calificarse de patriótica, no ha probado hasta ahora ser la mejor desde el punto de vista electoral. La mayoría de los ciudadanos votan por el candidato más estridente, no por el mejor. Un político diría: “Ganemos la elección y luego ya veremos”. En cambio, Peña Nieto parece haber dicho: “Postulemos al que más cualidades reúne para ser un buen presidente”. Eso es pensar en México. Pero eso mismo, desgraciadamente, pone en riesgo el triunfo de su partido. Y -desgracia aún mayor- pone al país en riesgo. Espero equivocarme.
MÉXICO: Elecciones 2018