“… Y yo me levanté y no le pienso bajar y conté un, dos, tres, para volver a empezar.
Yo no me rendiré, no, no, no. ¡Hoy soy mejor que ayer! …” (“Mejor que ayer”, Diego Torres)
¡ESTO ES VIDA!
No sé si sea por educación o deformación social, pero lo cierto es que todos queremos una vida feliz y aunado a ello, le tenemos demasiado temor a la muerte.
Si bien, es agradable la oportunidad de un nuevo ciclo, el hecho de que este se acabe no siempre es agradable, máxime si no sabemos que sucede después.
Al hablar de la vida, hablamos de nacer, crecer, florecer y mil detalles positivos con las oportunidades que éstos pueden acarrear; sin embargo, hablar de la muerte, nos pone serios y sombríos, con incertidumbres y miles de cuestionamientos.
Siempre que hablamos con amigos o familiares de la manera en que conducimos nuestro día a día, sobran razones y palabras para señalar que lo hacemos a nuestra manera y siempre con las ganas de maximizar las alegrías; de hecho, no bastan a veces las palabras para expresarlo, sino que hay quien sonríe, canta o baila con tal de exhibir que está a gusto con cada etapa de su camino.
Hay quien menciona libros de gran valía, ya no sólo la Biblia u otros textos confesionales, sino párrafos motivacionales con los que, al despertar, se colorea su jornada.
¡Qué decir de la música que es un complemento total para un corazón ávido de algarabía por comenzar a tambor batiente o simplemente, endulzar su sentir!
A menudo me gusta escuchar a la gente que aprecio como realizan cada uno de sus sueños, disfrutando al máximo cada etapa que en ello les ocupa y de que, a pesar de las vicisitudes, siempre tratan de ver lo mejor de ellas, aunque les genere demora, frustración o dolor.
Realmente me extraña que haya individuos que condenen a otros por su anhelo de mejorar o por sus ganas de aspirar a ser mejores versiones de sí mismos; esto confirma que la mediocridad siempre será ajena a la voluntad de las personas de buena voluntad.
Cuando charlaba de niño con los adultos mayores, muchos me decían que la vida era muy fácil de vivir, lo complicado venía con la combinación de excusas y prejuicios que íbamos adquiriendo en el camino y que, a la larga, se convertían en la parte predominante de nuestro actuar.
Si hicieras una operación aritmética con los puntos a favor y en contra de lo que hasta ahora te ha tocado … ¿cuál sería el marcador entre lo positivo y negativo?
MUCHO CORAZÓN.
Todos deseamos que nuestro camino sea largo y colorido, con un destino feliz y paradas continúas que nos llenen de vigor, que no haya mayores pérdidas y si múltiples ganancias. De presentarse los duelos, que sean los menos posibles y en forma mínima.
Al ser personas de esfuerzo, sabemos que cada paso nos representa compromiso, estudio y mucho, mucho trabajo; todo esto lo hacemos con la convicción de que la recompensa será mayúscula y habrá alicientes conforme avancemos.
Por la apertura y convicción que mostramos a diario, esperamos cada minuto hasta llegar al final.
Creemos hacer todo por lograr un presente firme con la esperanza de que nuestra partida sea lo menos incierta.
A veces nos llenamos de actividades para mantenernos ocupados y no distraernos con lo que no podemos controlar; sin embargo, al hacerlo, imploramos con fe que sea muy distante y sin incomodidades.
Así como sonreímos del pasado y reímos con el presente, nos preparamos para el futuro con la mejor actitud, sabiendo que éste cada minuto adicional al hoy ahora será un encantador detalle a maximizar.
La dignidad que mostramos en nuestro actuar será sin duda alguna, la mejor muestra de congruencia con nuestra esencia.
En fin, vivir es un privilegio y hacerlo de acuerdo con nuestros principios, valores y planes es un honor.
Nunca estarán las devociones por encima de las acciones; éstas deberán guardar un equilibrio.
¿Te has preguntado si honras tu vida?
PERO … ¿Y DESPUÉS?
Nuestra historia la miramos conforme a nuestros ojos y nadie más debería tener más elementos para conocerla de manera integral que nosotros; a menos que nos ceguemos a ella o sean tantos los prejuicios o los juicios erróneos que nos lleven al error y sea más fácil que un tercero informado la sepa, ya sea por su cercanía o porque sea un profesional que nos atiende.
En ese contexto, debiéramos saber lo que tenemos y a quien debemos atender a fin de preparar nuestro destino físico y patrimonio de tal manera, que no renunciemos a su disposición y evitemos al máximo cargas a otros, injusticias e improvisaciones.
Es común escuchar “heredar problemas” y desafortunadamente, esto sigue siendo una constante en México; muchos piensan que el hacer un testamento o manifestar su voluntad anticipada es firmar una sentencia de muerte inmediata y se olvida que, en su ausencia, alguien tendrá que hacerlo intentando interpretar su intención.
Realmente, nunca es demasiado pronto para disponer de nuestro futuro; eso nos hace responsables de nuestras acciones y decisiones.
Hay quien dice que cuando se vive al máximo, lo mejor que podemos hacer es prepararnos para un gran final, arreglando asuntos personales con quienes nos importan, ofreciendo perdón a quien les corresponda, dejando pasar lo que nos lastima y haciendo las paces con lo inevitable. Desde luego, las personas de fe buscarán cumplir a cabalidad para alcanzar su meta prometida.
A menudo escucho que únicamente por excepción, algunos planeamos algo en nuestra vida; no obstante, ojalá llegue el día en que seamos todos quienes asumamos la responsabilidad de disponer respecto de lo que nos corresponde y aceptar de la mejor manera lo que no está a nuestro alcance.
En el momento que dejemos de improvisar, seguramente tendremos escenarios más ciertos y será mayor nuestra sorpresa con lo que así se presente.
Sin duda que la magia es linda cuando se presenta, pero … ¿no crees que es maravilloso estar preparados para provocarla?
¿ENTONCES?
Despertar es una oportunidad para caminar rumbo a lo que deseamos, de la manera en que lo anhelamos, con la firmeza de nuestras convicciones y la capacidad de adaptarnos a las sorpresas y adoptar las modalidades necesarias para hacer más atractiva la marcha sin duda es posible de imaginar y en nosotros estará la fortaleza de lograrlo.
Desde que nacemos somos esencia que va enriqueciéndose con las fragancias y momentos que nos brinda la vida en nuestro desarrollo y siempre seremos presencia física o en el corazón para aquellos seres que amamos y procuramos, así como lo son en nosotros.
¡Viva el aroma que se desprende de las personas que dan todo de sí a cada momento!
Sigamos haciendo bien lo que nos llena y dando lo mejor de nosotros por quienes nos importan, sabiendo que aún en ausencia habremos hecho lo suficiente para existir como una llama para contribuir en otros corazones cálidos.
Al recordar esta frase “nadie es tan pobre que no pueda dar, ni tan rico que no pueda recibir” podríamos entender que todos llevamos con nosotros una mochila con sueños, ilusiones, esperanzas y virtudes, bastando un simple deseo o compromiso para compartirlo como personas de bien; si esto es así, ¿cuál es la razón para ser mezquinos y dejarlo todo en nosotros?
Si somos seres de dignidad, vivamos con dignidad y seamos solidarios con quien podamos.
Dejemos a los malos para las historietas con toda su oscuridad y mejor hagamos de nuestra vida una historia de principio a fin de felicidad; es decir, que sintamos orgullo por ella.
Si hasta ahora no ha sido así, basta con decidirte para cambiar y poner fin a esa condena, decretando sumar energía y llenar de satisfactores a tu vida.
Recuerda … ¡SÓLO HABRÁ VACÍO HASTA QUE ASÍ LO QUIERAS!
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Posdata: ¡Agradezco a la invitación a la inauguración de “La Ambulancia de los Deseos”!
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