SOBRE LAS OLAS
Sombra han sido mis ojos de esta vida,
donde todo termina entre las horas,
repletas de palabras tan sonoras,
tornándose imposible la salida.
Enmudecido, bajo un sol que anida
en eterno rugir de las auroras,
camino sobre ruinas cegadoras,
buscando de esta nada suave huida.
Brevedad erigida cual ocaso,
tus manos ya se habrán envilecido
ante un cielo colmado de fracaso.
Nunca podrás tocarme, me habré ido,
de la estadía donde paso a paso
arremeten las olas del olvido.
EL NIÑO
El niño ya no siente el beso tibio de su madre.
La que alguna vez lo resguardara se ha ido.
Sabe que su canto no se escuchará más. El hijo llora.
Bajo la lluvia se despide del canto de roca,
de sapo,
de lágrima de viento y
brisa de barro.
Grita, maldice, duerme.
A la mañana siguiente el ruido lo despierta.
DESAPARECIMOS CONTIGO
Aún sigues siendo la ilusión de un cuarto vacío.
Donde antes habitabas todo,
ahora;
se eleva el miedo, la tristeza,
la ira
y la desazón de una realidad que nos cuesta comprender.
Desaparecimos contigo,
cual mancha en la pared del tiempo;
cual mirada que, suave, y con nula gracia,
ronda páramos
poco menos verosímiles,
poco menos certeros.
Somos abismo de tu cuerpo,
de tu alma, de tu aliento...
Somos revolución perdida,
átomo incierto,
cerro que desgaja el recuerdo.
Somos tanto y tan poco
que valdría más no serlo.
NIÑA
A Elvia Andrade Santín
Eres la muerte
el sol
y la vida
el cielo
la sal
y la brisa
Eres eternamente
en cualquier intersección
en cualquier esquina
Noche que pernocta
luz
árbol
dicha
Eres todo
y para siempre.
Niña.
BAJO LLAVE
Te odio
Me odio
con todas sus letras
(como a nadie en este mundo)
Igual que mi madre
al arrojarme a este lugar
de preámbulo,
de nunca más.
¡Odiemos!
¡Incomprensibles!
¡Implacables!
Ante el rescoldo de la arcana
incógnita:
¿Quién no ha odiado más de lo que el amor ha guardado para sí
bajo llave?