La sesión de ayer martes de la Cámara de Diputados, exhibió algunos males congénitos que caracterizan a la política mexicana y el estilo hamponesco de hacer política que distingue a la 4t: por lo primero, confirmamos que el político mexicano en general no es confiable ni querible; por lo segundo, ratificamos que el estilo de hacer política y gobierno de Morena corresponde a los usos y costumbres de un primitivismo de aldea sin la racionalidad más elemental.
La historia de cómo ganó Morena la elección del 2 de junio; de cómo consiguió forzar una sobrerrepresentación que no le dieron las urnas; de cómo procedió a iniciar la eliminación constitucional de los organismos autónomos y cómo alcanzó la mayoría calificada en el senado para imponer una Reforma Judicial que liquida al Poder Judicial, son trácalas y artilugios que darán voz a la historia de cómo México puso fin a su democracia para dar tintes de legalidad a una dictadura.
Al final del día, los atracos continuos de la 4T se reducen a uno solo: conservar el poder a toda costa, así se tenga que crear una crisis política y constitucional y dejar una herencia envenenada al próximo gobierno.
Cuando este artículo circule y sea leído, tanto en México como en el extranjero, el país se dará cuenta de algo que muy pocos hemos advertido: que es más fácil engañar a la gente, una y otra vez, que convencerla de que ha sido engañada.
La ruta que México seguirá en los próximos años está trazada: la definieron el voto ladino de las masas clientelares; el megafraude cibernético ya demostrado; la pasividad de millones de indiferentes; lo zopenco y palurdo de millones de prófugos de la neurona; la debilidad por la chequera de los desleales que cambiaron de bando y la traición de otros que, engolando la voz, han decidido no complicarse la vida aunque ello signifique complicársela a México y empañar su destino.
El rollo falso y hueco de Miguel Ángel Yunes Linares en defensa del crío y su falta de casta, lo mismo que la pose retórica de Araceli Saucedo defendiendo a su homólogo tabasqueño y justificando su propio deshonor y traición al voto ciudadano, lo que indican es que ni uno ni otra tienen la categoría para ostentar la representación republicana de uno de los poderes de la Unión. Lo peor que puede hacer un político es malbaratar la investidura, y eso en México es moneda corriente.
Cuatro aspectos parecen explicar lo que ha ocurrido en las últimas semanas, los cuales crearon las condiciones propicias para que la 4T, en plena borrachera de poder, se asuma dueña del control y el poder político absoluto en nuestro país.
El primer aspecto se refiere a la psicología y a la enajenación de masas. Ya se ha escrito mucho sobre la estupidez de las masas, por lo que no es necesario abundar en lo que ya se sabe. Sólo resulta oportuno compartir lo escrito por el filósofo Arthur Schopenhauer: “Lo que más odia el rebaño es a quien piensa diferente. No es tanto la opinión en sí, sino la audacia de querer pensar por sí mismo, algo que (las masas) no saben hacer”.
Fuera del espíritu de rebaño, algo que ha contribuido a normalizar la mediocracia política es el lacayismo y sus conexiones con el eclipse de la dignidad. Incontables figuras públicas, de casi todos los colores, son el testimonio vivo de algo cierto: la dignidad no es un valor que se cotice alto en el tianguis público, en el mercado, en la bolsa de valores y mucho menos en el ejercicio de la política, puesto que una y otra son antípodas. Convengo en que malbaratar la dignidad es asunto de cada quien: el problema es cuando hacer de la dignidad una baratija personal afecta y trastoca el destino de todos.
Los métodos puestos en juego en la 4T para cooptar y maicear a unos, amedrentar y amenazar a otros y terminar asumiendo una mayoría calificada fruto de estafa, no son propios de un partido político honorable y decente, sino de una secta ideológica que con procedimientos rufianescos y delincuenciales intenta secuestrar al país, al Estado, a sus instituciones democráticas y al pluralismo político, para implantar un régimen fascista y unipersonal que empine a México durante décadas.
El cuarto y último aspecto es muy simple: se intentó desde 2018, pero ahora se ha logrado poner a México en la ruta que algunos no admiten y otros se niegan a aceptar: la ruta de consolidación de una dictadura populista en el poder, que podría llegar a ser peor que las que conocemos en El Caribe y América Central.
Es decir, por contubernio entre alguien y algunos más, luego de imponer una Reforma Judicial que va a politizar la procuración e impartición de justicia, México habrá ingresado al soliloquio autoritario de quienes hablan para sí mismos y no se escuchan sino a sí mismos, para fundar en México el desierto de la uniformidad autoritaria.
A partir de ahora, la República del nagual será el más encendido elogio de la democracia del nagual. Una cosa es cierta: los naguales son una de las pocas especies que no se hallan en peligro de extinción.
Ojalá me equivoque: el nagual en el folclor y en la cultura es motivo de curiosidad, pero en la zoología política es motivo de lástima.
Pisapapeles
Ojalá en el futuro los arrepentimientos ciudadanos vayan más allá de los golpes de pecho y los actos de contrición.
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