6 marzo, 2025

Guerra de aranceles

La imposición de aranceles que ha hecho el presidente Donald Trump contra México, Canadá y China, aunque tiene diferente matiz y peso en cada país, puede detonar la primera guerra comercial importante del siglo XXI y desembocar en una crisis global por el supremacismo populista y la falta de tacto de Mr. Trump.

Desconcierta que Trump no se sitúe a la altura del liderazgo global que desempeña EU, debido a que en pocas semanas se ha salido o desmarcado de los organismos multilaterales que ese país contribuyó a crear al término de la Segunda Guerra, entre ellos la ONU, la OTAN y la OMS.

Desconcierta que el señor Trump, por razones más ficticias que reales, la emprenda contra Canadá, su aliado natural en América del Norte, y que al mismo tiempo despliegue una corriente de simpatía hacia Vladimir Putin, el gran enemigo de la democracia y las libertades occidentales.

No puede uno evitar la sensación de que el modelo geopolítico mundial surgido tras la Segunda Guerra está llegando a su fin, ni dejar de pensar en lo que sería un mundo sin demócratas ni liderazgos democráticos: sería, probablemente, un Darién o un Sahara del pensamiento político.

Para capturar en una frase el instante que hoy vivimos, todo parece indicar que nace un mundo que asusta.

México es un capítulo aparte y tiene una circunstancia especial en la guerra de aranceles desatada por la Casa Blanca, no sólo por la gran cantidad de drogas y cárteles de todo tipo que pasan por la frontera a los Estados Unidos, sino porque se ha convertido en el principal trampolín de las corrientes y los flujos migratorios en esta zona del mundo.

La postura del presidente Trump sobre México es clara y sencilla: condicionó los aranceles contra México a cortar toda “relación intolerable” del actual gobierno con cárteles y hampones del CO, para que no pase “un solo gramo” de fentanilo hacia Estados Unidos, pues esta droga letal ha ocasionado la muerte de cientos de miles de estadounidenses año tras año. Trump le pidió a la señora Sheinbaum algo más: ir de la captura de capos a la de narcopolíticos y su posterior traslado a las fiscalías norteamericanas.

El viernes pasado México entregó a la justicia norteamericana a 29 capos de la DO, entre ellos Rafael Caro Quintero, para intentar contener la ira de Trump e inhibir la guerra arancelaria contra México. En EU, la extradición del fundador del Cartel de Guadalajara puso contenta a la DEA, porque esta captura podría conducir a la eventual detención del morenista Manuel Bartlett Díaz, involucrado en los hechos del rancho El Mareño en 1986, donde fue asesinado el agente estadounidense Enrique “Kiki” Camarena Salazar.

Al margen de que la guerra de aranceles tendría consecuencias en EU, debido a que el porcentaje fijado se trasladaría al consumidor final y a que dicha medida debilitaría el mercado interno, lo cierto es que el principal afectado en sus cadenas de producción y de valor sería México, por la previsible caída de las exportaciones hacia EU, que hoy son el 83% de la balanza comercial con el exterior.

Los aranceles son una medida de presión, que en condiciones normales obligarían a cualquier país a hacer un replanteamiento general de su política económica, a atender y consolidar el mercado interno y a ceder en aspectos clave de la relación bilateral.

En buena medida, la señora Sheinbaum no está comprendiendo el mensaje de Donald Trump, quien puede radicalizar aún más sus exigencias sobre México y, por otra parte, no se advierten señales de que esté dispuesta a replantear los pactos oscuros y envenenados que heredó del inquilino de Palenque.

La señora Sheinbaum podría, en tan álgido momento, no tanto inflamar el nacionalismo doméstico y de púas verdaderas para colocarse en la cresta de la ola, sino dar brillo y personalidad propia a su encomienda, para que se sepa y se note dónde radican los hilos del poder. No obstante, todo parece indicar que no lo hará.

El momento que vive México, marcado por una espiral de sombras internas y externas, exige un temple, una visión y una estatura que no parece tener nadie en el canon cuatroteista: no hay pasta ni levadura para hacer frente a un momento tan difícil y complejo como el actual.


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Hay épocas en la historia de las naciones en las que se necesita ser cabeza de León y no cola de Ratón: hasta ahorita, la diosa Fortuna favorece a los roedores.

leglezquin@yahoo.com