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septiembre
3 septiembre, 2024

Cuba: Un país en ruinas

Desde la caída del muro de Berlín (en 1989), hubo una transición lenta de los países comunistas hacia el capitalismo tal como lo conocemos ahora. Inclusive la Rusia soviética tuvo su momento histórico con la Perestroika en 1991 — Durante el gobierno de Gorbachov (1931-2022)—, generando la transición democrática hacia el Occidente capitalista. Los países satélites en torno a la Unión Soviética tuvieron que tomar una decisión: cambiar el modelo político o continuar con los resabios de la ideología comunista que había dejado el fin de la Guerra Fría. Cuba optó por el segundo camino, incluso se atrevió a organizar junto con el gobierno de Luis Ignacio Lula da Silva algo que se denominó el Foro de Sao Paulo (1991). En el cual se discutieron los puntos importantes que sirvieron a los países americanos pobres para transitar hacia un comunismo representativo. Obviamente, Fidel Castro ( 1916-1926) utilizó como modelo la manera en que tomó el poder en Cuba y representó la forma de consolidar una tiranía; no obstante, a pesar de múltiples virajes políticos, el vacío económico que se generó posterior a 1959, Fidel Castro persistió en la idea de consolidarse en el poder a cualquier costo. El único gesto posible para poder sobrevivir ante un mundo con múltiples peligros, capitalistas e imperialistas, era el cierre total ante las ideologías adversasy la conformación militar de un gobierno autocrático.

El formato fue bastante útil para los gobiernos del siglo XX. No obstante, en el siglo XXI, no se puede estipular que una dictadura, con tintes de tiranía, pudiese ser el modelo ideal de gobierno ante una debacle desde 1959  hasta el 2024 (en términos económicos y sociales). De forma sugestiva, el desprecio de los gobernantes por sus gobernados para mantener la ideología a cualquier costo, se puede llegar a creer útil para los países pobres o en inevitables vías de desarrollo en América latina. Sin embargo, la trampa fue una industria preconcebida sin ningún desarrollo, digamos, sin la ayuda de la implementación de industrias de transformación de las decisiones socialistas de la isla. No pudieron sostener la autonomía que se pretendía en su momento; mucho menos, se podía crear un auge económico equivalente al de la ex Unión soviética.

Cuba, después de todo, está varada en su propia mentira ideológica. Simplemente vive en un tiempo que ya no existe. Su ideal es tan utópico como su pretensión de generar riqueza desde la perspectiva de la nada y de la improductividad. Ojo, no estoy juzgando a los países socialistas como improductivos, sino que estoy vislumbrando la posibilidad de que al no tener un desarrollo económico fijo por no incluir a la industria de transformación en el progreso y da como resultado la imposibilidad  de tener un crecimiento económico y un desarrollo sustentable para las generaciones posteriores. Es simple, no se pudo nacionalizar una industria en Cuba que no existió en algún momento, eso sucedió ya con Venezuela en el caso de la industria petrolífera y la explotación de hidrocarburos. No obstante,  el vivo ejemplo es la bancarrota a la que han expuesto la misma industria particular los países socialistas, ya nacionalizada y convertida en una institución pública al servicio del gobierno venezolano en su caso.

 Por su parte, en la República de Cuba, el desarrollo industrial nunca se gestó porque la Revolución cubana impidió el la implementación de tecnología extranjera en la isla, lo que obligó al gobierno de Castro a nacionalizar solamente las industrias que pertenecían al sector primario que sobrevivieron a la Revolución y  correspondían al ramo del agro, la extracción y la ganadería. No había riqueza que expropiar más que la que se generaba de la propia tierra. En la era de los cambios tecnológicos, Cuba apeló a la vuelta al pasado. No sirven las ilusiones ópticas como el Foro de Sau Paulo para pelear el daño histórico causado por la negativa cubana a participar del desarrollo industrial y económico por el amor a una ideología. Hoy vemos ruinas de un esplendor antiguo: eso llamamos Cuba.