El horizonte histórico y económico siempre cambia, porque el hombre y las sociedades traen un chip que las predetermina para el cambio. En sociología, los organismos vivos que no cambian ni se adaptan mueren.
Entre los sistemas económicos más longevos y resilientes del planeta, el liberalismo clásico no sólo ha resistido todas las pruebas y reveses que le ha deparado la historia, sino que es el más apto y funcional de los sistemas económicos, pues sigue vigente más de doscientos años después de su nacimiento en la pluma de Adam Smith.
La economía marxista creada en uno de los tres tomos de El Capital de Carlos Marx, basada en la abolición de la propiedad y la empresa privada, en la propiedad estatal como eje del haber y el tener y en el estatismo patrimonial, no sólo no duró ni funcionó ochenta años en los 19 países sometidos por la ExURSS, sino que los llevó a la quiebra a todos y de paso a Cuba, para no hablar del experimento maoísta que tuvo otros matices y componentes en la China anterior al capitalismo de Estado actual.
La autarquía económica y el proteccionismo comercial, más propios de la economía liberal, no son nuevos en la historia del mundo. Ambos son un recurso que aparece en tiempos de debilidad o de prosperidad económica, por la necesidad de afianzar el mercado interno frente a un entorno de acechanzas, riesgos y amenazas regionales o globales.
El nacionalismo y el estatismo económico son un recurso de la economía marxista, y de economías con complejo de inferioridad, que sólo buscan y pocas veces logran vender una imagen de “superioridad” fundada en el principio de soberanía, pero que al final de un proceso histórico muestran la realidad inescapable de su ruina: son sistemas cavernícolas hacia adentro, que subsisten gracias a la sangre y al sacrificio del pobre, cuyo principal fracaso se hace visible en una economía de los platos rotos disfrazada de humanismo. México es ya un ejemplo lamentable en este sentido.
A una economía débil como la mexicana, cuyas fortalezas sólo existen en el delirio ideológico y la enajenación mental, sólo le quedan dos recursos para defenderse frente a una economía poderosa: acudir al instinto apache de una propaganda que exacerbe el síndrome de Juan Escutia y, acto seguido, hacer del lábaro patrio la estratagema de un lanzamiento al vacío que real y pragmáticamente no resuelva nada, cuya única utilidad para la psicología de masas sea dar forma a la terapia del sentido de pertenencia.
Jugar con la sensación de poderío de un pueblo, para manipularlo y arrodillarlo en beneficio del poder estatuido en su nombre, es una maquinación de las más perversas y malvadas que ha creado el quehacer político moderno del siglo XX al XXI. Quien sucumbe a ese lavado de cerebro debería revisar los soportes de su salud mental y emocional.
La deuda externa de más de 16 billones de pesos que dejó el gobierno anterior al actual, además del déficit de las finanzas públicas de más del 5 por ciento del PIB, son lastres que presionan a las finanzas públicas y que no dejan andar a la economía. Esto, sin pasar por alto que el gobierno tiene en PEMEX a un elefante blanco: es la petrolera menos rentable y la más endeudada del mundo.
El arribo de Trump a la Casa Blanca va a significar una revolución institucional que afectará a la geopolítica mundial; sin embargo, ese cambio de pulso y taquicardia política va a impactar, sobre todo, a nuestro país.
Hace unas semanas una calificadora global pasó la calificación de México de estable a negativa, insinuando además que el país podría perder el grado de inversión en muy poco tiempo.
La catástrofe institucional y en materia de servicios públicos que dejó López Obrador, muy probablemente va a ahondarse en estos años, sobre todo por los recortes que habrá en 2025 al campo, a la creación de infraestructura física, a la educación y al sector salud.
Se dice que hay una científica al frente del poder. El caso es que no se ven por ningún lado los soportes científicos en el ejercicio del poder, ni se advierte el despliegue de una visión científica del desarrollo nacional en los problemas concretos que preocupan a los mexicanos.
Ojalá yo me equivoque. Ojalá, también, se equivoquen las aves de mal agüero que ven nubarrones ominosos en el horizonte inmediato.
Yo no lo sé de cierto. Pero hay cosas que no andan bien en el país.
Pisapapeles
Para emprender la fuga hacia adelante hay que ver el camino de enfrente. Ojalá se estudie con más profundidad a los teóricos de la economía.
leglezquin@yahoo.com