Igual que miles de mexicanos que fueron funcionarios electorales el domingo pasado, y que docenas de millones de mexicanos que acudieron a las urnas, comparto la sensación y la certeza de que el 2 de junio fue un día de contrastes: el piso social vibró de fiesta por una altísima participación ciudadana y al mismo tiempo hubo registro de cosas raras, sospechosas, inverosímiles e ilógicas por parte del INE.
Después de vivir y estudiar procesos y sistemas electorales desde 1979, podría decir que el domingo 2 de junio hubo dos procesos electorales: uno en un laboratorio cibernético, en el que ganó la señora Sheinbaum, y otro en las casillas electorales, en el que ganó Xóchitl Gálvez.
Al margen de que se han documentado y probado con amplitud las injerencias de AMLO en el proceso electoral, la colocación de las arcas públicas para “inflar” a una candidata, el trabajo inmoral e ilegal de los “vividores de la nación” como operadores del mapacheo a favor de Morena y la actitud poco menos que indigna de la señora Taddei al frente del INE, debe analizarse sin pasión y con datos duros lo que realmente ocurrió en la cita de las urnas.
El manejo oficial de la campaña de su candidata y de los resultados supuestos de la jornada electoral, parece corresponder al diseño de un cuarto de guerra que ordenó montar un laboratorio cibernético para secuestrar la elección.
En un primer momento el diseño consistió en proyectar, en plena campaña, vía encuestas de pésima manufactura pero muy bien pagadas, el triunfo de una candidata oficial “invencible” cuyos números la ponían en los cuernos de la luna. Eran encuestas de aire y lo sabían, pero había que atiborrar con ellas para ganar la batalla de la “percepción”.
El segundo momento del diseño cibernético, con un algoritmo creado y operado por tecnólogos rusos y cubanos y el hijo de AMLO, sería fino y cruel: Xóchitl Gálvez no ganaría ganando, y la señora Sheinbaum ganaría perdiendo, según la siguiente sucesión de hechos: hacer a un lado al Consejo General del INE (al que no se ha visto sesionando); dejar la vocería informativa en manos de la señora Taddei (la que ha comunicado e informa, únicamente desde su oficina); mediante un golpe autoritario, dejar todo el INE en manos del equipo operativo de Taddei; procesar con urgencia la destitución del Director de Servicios de Informática, Jorge Humberto Torres, titular del área desde 2014, por negarse a “cuadrar” los números del fraude ordenado por la rufián Taddei; inducir la caída truculenta del sistema informático del INE-CDMX, para distraer a la oposición y avanzar en cuarto cerrado en la confección del fraude capitalino y el fraude presidencial; por último, dejar en Taddei el anuncio de la ventaja dizque irreversible de la señora Seheinbaum, para introducir un efecto de shock en la oposición y el país y aprovechar, ahora sí, los trastabilleos del golpe psicológico para asestar el golpe mediático de Estado: la que iba ganando, va ganando y ganará es la que tres cuartas partes del país no quiere: Claudia Sheinbaum. Es decir, el “triunfo” que un fascismo de rufianes trata de imponer a todo un país viene del INE y de un laboratorio cibernético oficioso, no de las urnas.
En el tercer momento del diseño cibernético en cuestión, la línea es convencer -comprando e intimidando- que quien ganó el domingo la elección fue Claudia Sheinbaum. Figúrese usted que hasta columnas, líneas editoriales y encuestas andan pagando hoy, con tal de que todo mundo quede convencido (o avisado) que ganó la señora que dicen. Lo que no dicen es que cibernéticamente le atribuyen a Claudia los votos de Xóchitl, lo cual quedará demostrado en el Recurso Madre de impugnación genérica de la elección, de alrededor de 2 mil fojas, en el que la oposición intentará probar en tribunales lo que dijo, antes de irse, el Director de Servicios Informáticos del INE: que “el fraude no está en las casillas, (sino) en el código de los sistemas INE”.
El mismo Jorge Humberto Torres, quien se fue del INE por no prestarse al fraude electoral, advirtió: “Pónganse las pilas, hagan comparativo masivo de mantas contra PREP y vayan preparando ingenieros en sistemas para que hagan una auditoría al código”. Lo que de aquí se desprende no es infundio ni mera presunción, sino un hecho irrebatible: el fraude cibernético contra Xóchitl Gálvez, que afecta a muchos candidatos y a todo el país, lo que prueba es que Morena no sabe lo que es aceptar una derrota, pese a que se diga demócrata e invoque valores sólo de dientes para afuera.
En estos días, del domingo a la fecha, he visto nueve videos en los que figura el relleno de urnas y la compra de votos para favorecer a Morena. Me pregunto si es esta la ética torcida del obradorato que avalan sus simpatizantes y sus seguidores.
Asimismo, he tenido a la vista 1 034 fotografías digitales de actas finales de escrutinio y de sábanas con resultados, que corresponden a seis entidades del país. Doy un ejemplo de lo que encontré: en una muestra de 197 actas, sólo en 24 gana la señora Sheinbaum con una mínima diferencia, pero en el resto gana Xóchitl 2 y hasta 3 a 1 a la candidata oficial; uno más: en la casilla 4760 Xóchitl obtuvo 258 votos, pero sólo le atribuyen 118, en tanto que Sheinbaum sólo obtiene 159 pero le atribuyen 422.
En esta elección, en la que a golpes de fuerza se quiere imponer desde el poder a una sucesora por la que el pueblo no votó, México se juega el todo por el todo. Que cada uno se coloque del lado de la historia en el que le gustaría ser recordado.
Pisapapeles
Dicho con sobrada evidencia, México vive hoy el episodio de un megafraude cibernético de Estado que podría ser el más lamentable y escandaloso de nuestra historia. “¡No pasarán!”, se titula uno de los poemas más luminosos de Octavio Paz.
leglezquin@yahoo.com
Es increíble. Descaro, ambición y maldad no tienen límite en estos sujetos de morena. Escerna
ofensiva el ver cómo se abrazaban los líderes del comunismo con la supuesta ganadora. ¿Amor por México es eso? Ojalá no se opongan a la revisión de votos. Y que INE acepte porque si fué cómplice del fraude ¡Que podemos esperar!