El lado sombra de la CNTE
Por Leopoldo González
El trato que ha dado el gobierno de la República al magisterio michoacano desde el 1 de diciembre, se funda en la “alianza estratégica” y en las obvias coincidencias que tiene Andrés López con las peores causas magisteriales del último cuarto de siglo.
Asimismo, la relación despectiva, distante y cortante que ha tenido con los gobernadores de Guanajuato, Jalisco y Michoacán, se explica por el hecho de que no son mandatarios estatales de las filas de MORENA, pero, además, porque son los únicos que han puesto los puntos sobre las íes al afirmar que el desabasto de combustibles se debe a una estrategia equivocada, además de advertir que es asunto de la competencia exclusiva del gobierno federal y no de sus estados.
Estos dos raseros, el de brindar una atención solícita y de camaradería a los “aliados estratégicos” y el de no atender con esmero y como manda la ley a quienes no son de su partido ni coinciden con él, son y serán el tono dominante del sistema de relaciones políticas bajo el obradorismo.
Por eso, miente y se contradice el inquilino de Palacio Nacional cuando, hace días, al contestar a la pregunta de una reportera de la fuente, afirmó que él “no es sectario”. ¿Cómo llamar entonces a quien tiene un pensamiento sectario, se conduce de acuerdo con los modos y protocolos de ese talante, y además, funda su actuación pública en el trato selectivo?
La atención del gobierno federal hacia el conflicto magisterial en Michoacán, no se hizo patente sino hasta después de trece días de sabotaje, cuando alguien le hizo saber al inquilino de palacio que el desgaste por tales acciones no sólo afectaba a Silvano Aureoles y a la entidad, sino a él mismo.
Desde que en los años noventa del siglo pasado la dirigieron Raúl Morón y Juan Pérez (hoy conspicuos militantes de MORENA), la CNTE en Michoacán se colocó del lado equivocado de la historia, no sólo porque a partir de entonces se tiene a miles de profesores como expertos en el sabotaje a la educación, a la productividad laboral, a la normalidad democrática y a los derechos humanos, sino porque desde entonces la educación ha caído año tras año a niveles de alarma y vergüenza.
Los daños que ha provocado el sabotaje magisterial desde el 14 de enero, están a la vista: 162 trenes inmovilizados en el puerto de Lázaro Cárdenas, con un millón 377 mil toneladas de huevo, atún, pollo, cereales y otros productos perecedereos, sin duda destinados a engrosar la economía de la pérdida, la escasez y el desabasto, porque las cadenas de suministro de mercancías están rotas; hay, también, dos convoyes de 96 carros-tanque cargados con combustible para la refinería de Tula, cuya parálisis también incidirá en el desabasto de gasolina que sufren varias entidades y regiones del país. Son 5 mil 400 los contenedores que no han podido salir del puerto, y hay otros 3 mil 200 que están varados en el puerto de Manzanillo, porque en Las Truchas no hay manera de encarrilarlos debido al congestionamiento ferroviario. Por estos hechos, las empresas acereras y ferroviarias reportan algo más de 7 mil 600 millones de pesos en pérdidas, tan sólo en 15 días de bloqueos a siete puntos clave de la red ferroviaria del estado.
Ante estos hechos, la respuesta de los dirigentes y los gobiernos de MORENA, en los niveles federal y local, no ha sido sólo aplaudir y congratularse con el estilo barbaján de sus cofrades, como hizo la presidente municipal de Lázaro Cárdenas hace unos días, sino aclarar, como hizo el inquilino de palacio en una declaración mañanera, abusando -como es usual- del uso de la primera persona del singular, que “él no caerá en provocaciones” y, además, que “él no es partidario de reprimir al pueblo”. A partir de sus palabras y posturas, puede verse si hay nivel o no hay nivel para la delicada tarea de gobernar a un país tan complejo como el nuestro.
El discurso presidencial de coincidencia con la CNTE, pese a los desencuentros y escaramuzas que ha habido entre Héctor Garza González, el Delegado Administrativo de la SEP y Víctor Manuel Zavala, el dirigente de la Sección XVIII, es poco estratégico y sumamente peligroso, porque alinear la visión del vértice del poder con un sectarismo educativo ramplón, que además es responsable del quebranto de la educación en Guerrero, Oaxaca, Chiapas y Michoacán, equivale a no entender que se es gobierno de todo un país, no gobierno de una corriente de impresentables.
Por otra parte, pese a que varios pactos tácitos y otros implícitos han abierto un amplio abanico de consensos entre AMLO y la CNTE, y entre AMLO y otros grupos semejantes, lo cierto es que en las semanas que vienen y en los próximos meses abundarán las contradicciones a que desemboca, por razón natural, todo proyecto político que se instala en el poder, y será en ese trance (donde la izquierda doctrinaria y la izquierda pragmática choquen) cuando ingrese el obradorismo a su punto de quiebra: no sólo perderá “aliados (hasta entonces) fieles” y “aliados estratégicos”, sino buena parte de la opinión social favorable que lo ha acompañado hasta ahora. La raíz de esa ruptura podría estarse gestando hoy, en los durmientes de las vías del ferrocarril y en las grietas ideológicas que pronto hará visibles el conflicto magisterial en Michoacán.
¿De qué provocación se habla cuando no se da a conocer la identidad del provocador? ¿A qué adversarios se alude desde el primer piso del poder, cuando no se exhiben sus rostros? ¿El enemigo invisible de que tanto se habla, no es acaso el no saber qué hacer ni cómo hacerlo? ¿La propia sombra? ¿El “alter ego”?
Al margen de los matices de postura que cada uno tengamos sobre la CNTE, la Guardia Nacional, la indigna degradación de las fuerzas armadas, el desacertado manejo de la economía y otros asuntos, lo cierto es que el sueño que se había anunciado sueño no ha cumplido sesenta días en el poder y ya administra un país en descomposición.
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Como escribió A. M. Hocart: “Es un error creer que ideas claras pueden nacer de emociones confusas”.
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