La Línea 12 del Metro, construida siendo Marcelo Ebrard Jefe de Gobierno, fue proyectada en aquel tiempo como el más ambicioso proyecto de expansión del Metro, luego de que gobiernos iban y venían y nadie hacia nada por mejorar la movilidad urbana en la metrópoli.
En una oficina del antiguo Palacio del Ayuntamiento, en la capital del exDF, hasta hubo alguien de espíritu cortesano muy afilado, que para quedar bien con el jefe se adornó llamando a la Línea 12 del Metro la “línea dorada”.
Marcelo Ebrard y el subordinado quedaron bien con la construcción de la Línea 12 del Metro, pero sus bolsillos y chequeras quedaron mejor que nunca.
Hecho a la sombra de Manuel Camacho Solís, primero como Regente, luego como titular de SEDUE y al final como Comisionado para la Paz en Chiapas, y después en alianza con el obradorismo, Marcelo Ebrard ha intentado forjarse la imagen de político decente y “progresista”, funcionario probo y capaz y hombre de izquierda moderada.
A esa imagen ha contribuido enormemente el equipo de comunicación y diseño que lo acompaña desde hace años, pero particularmente desde su paso por la jefatura política del exDF, cuando la megalópolis tenía un gentilicio medianamente pronunciable.
La imagen de Marcelo Ebrard choca con Morena en más de un sentido, no sólo porque construyó con grandes deficiencias técnicas y mucha opacidad la Línea 12 cuyo tramo elevado colapsó hace un año, con saldo de 27 muertos y 103 personas lesionadas y discapacitadas, sino, además, porque las corruptelas de toda una vida le dieron para vivir casi tres años en París, donde hasta tuvo tiempo de aprender un poco de francés, la lengua más fonéticamente elegante y con mayor glamour que se habla en el mundo.
A estas alturas, por la tragedia que hace un año enlutó a la capital del país, ya debería haber personajes detenidos y exfuncionarios vinculados a proceso, pero no hay ninguno en esa condición, en parte porque las tácticas dilatorias de la defensa han pospuesto en cuatro ocasiones la audiencia para imputar delitos, y en parte, también, debido a la red de poder que protege a Marcelo Ebrard con amortiguadores y cuerdas de algodón.
Ahora Marcelo Ebrard es canciller, y no el mejor sino uno de los más impresentables que haya tenido el país en tiempos recientes. Esa función, al margen de la medianía de su desempeño, le ha significado intocabilidad e impunidad respecto a la Línea 12 del Metro.
Ebrard parece un buen chico, y hasta podría pasar por un funcionario “fifí” en tiempos de la Cuarta Transformación, pues su estilo y modales parecen extraídos de una familia conservadora curtida en el “Manual de Carreño”. Esto mismo lo aleja irremediablemente de Morena, que no es un partido con autoridad para hablar de Dale Carnegie ni de ningún Carreño.
Algo más distancia a Marcelo Ebrard de Morena y la 4T: su primer apellido no trae el sabor de Castilla ni suena muy mexicano, pero el segundo, Casaubón, tampoco es castizo de estas tierras.
Frecuentemente, una dificultad insalvable en publicidad y propaganda es que el producto tenga atributos que lo hagan vendible y, de ser posible, que la filiación y la aureola de su nombre hagan de él algo pronunciable. El problema de la “Pepsi” frente a la “Coca-Cola” radica en esto, y ya ni hablemos del Orange Crush.
El presidente ha titubeado en los últimos días entre mantener su apoyo a Claudia Sheimbaum (otra vez, el problema de la denominación de origen), optar por el impronunciable Ebrard incapaz de dar forma a un “ismo” político o decantarse por Adán Augusto López. Creo que el presidente no tiene muchas alternativas: el mismo día en que Sheimbaum recibía una nube de “jotomatazos” en Coyoacán, Adán Augusto López era humillado con abucheos en Dos Bocas, y el otro, el de apellidos impronunciables, procuraba no atravesarse entre las patas de los caballos.
La tragedia de la Línea 12 del Metro, ocurrida hace un año, dejó familias enlutadas e incompletas, hogares entristecidos, personas con depresión y estrés postraumático y algunos discapacitados, mientras sigue sin concretarse un acuerdo reparatorio ni citarse a comparecer a Marcelo Ebrard Casaubón.
Tendremos que ver, más temprano que tarde, en qué termina la vía de conciliación y la judicialización del caso de la Línea 12 del Metro, donde todo indica que triunfará la impunidad.
No obstante, sea de ello lo que fuere, la tragedia de la Línea 12 quitó a Morena, en 2021, la holgada mayoría que tenía en CD.MX, y es muy probable que la sombra ominosa de esa misma Línea 12 proyecte su estela de negrura en los próximos meses.
Pisapapeles
Se dice que un político resuelve su problema económico en un periodo de gobierno. Eso es falso. Los seres más monetariamente insaciables del planeta suelen ser políticos, y no por casualidad, sino por causalidad.
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