La bestia de Kandahar
Roberto Mendoza Ayala
Enorme Hermano
hasta donde alcanzamos a ver
¿por qué tienes las orejas tan grandes?
Antes de comernos
líbranos, Señor, de nuestros enemigos.
No es intención contrariarte,
pero en esas desdentadas listas tuyas
un marcador cubre a los indiciados.
Aún así nos sentimos seguros
cuando dejas caer tu furia sobre los Elegidos,
animando cada tanto
nuestras pequeñas y breves existencias
con tu pirotecnia de vísceras.
Noches de Kandahar
acompasadas por el aleteo nocturno
de dioses mortales sin invitación,
aguafiestas de bodas y música de entierros.
La red se teje sobre el planeta:
los sabios lo saben,
y desesperados no encuentran la punta al hilo.
Se enlazan los nodos, la geografía se nos hace chiquita,
vamos quedando arrinconados
sobre este ladrillo triste
que quiebra el cristal
de una noche sin gemas.
Arte Poética