No, la Cantina no es cualquier lugar ni un lugar cualquiera, ni son cualquieras tampoco los clientes ocasionales o habituales que frecuentan el sitio.
Rozar con personal desprecio, subestimar o incluso estigmatizar a la típica Cantina mexicana, es condenar sin mayor averiguación ni elegancia el Baco o el Dionisos que todos llevamos dentro.
Las discusiones y los pleitos de Cantina, no por ser de Cantina son ociosos, baratos, corrientes e insignificantes, pues en el sitio que algunos denostan no todo es bajura, baratura, corrientura ni falta de ignidad y elegancia.
La Cantina es el microespacio de las dolencias del cuerpo y el alma, el fiel reflejo del mundo secular que palpita allá afuera; por eso, la esgrima verbal y el adjetivo en reposo de un ambiente de cantina sirven para curar heridas o para agrandarlas, aunque también para “arreglar” ilusoriamente los desarreglos, los enredos y las desgarraduras del mundo.
Aunque cualquier cosa es tema en la Cantina, pues es ella el sitio de resonancia de la épica urbana y el chisme popular, en sus barras y mesas no se abordan los asuntos humanos como cosa menor o intrascendente, sino como asignaturas en las que se deposita toda la carga de subjetividad que es posible, al punto de que ese hervidero de voces y palabras puede asumir el tono -no pocas
veces- de una disputa casi teológica.
No, la Cantina no es un espacio cualquiera sino el sitio especial de quien busca libar las esencias aromáticas y gustativas de un buen refino, con el maridaje de una rica y suculenta botana y el aderezo de una lúcida, informada y exquisita conversación. La Cantina es el sitio en el que palabras llaman palabras y
atmósferas, por eso es el espacio que condensa los vuelos y los duelos verbales de un conversatorio al aire libre.
Quedémonos, pues, con ella, tal como la conocemos, porque la Cantina es la apretada y variopinta confederación de los seres anónimos que han pasado por ahí, pero es también el domicilio conocido de los buenos amigos, la oficina alterna de los asuntos públicos urgentes y el eco lejano de nuestra propia casa.
¡Salud, y más salud!