5 diciembre, 2025

El “fármacon” del cuerpo

Por Leopoldo González

El derecho universal a la salud ha tenido retrocesos en México, no sólo por lo que toca a la disminución del presupuesto anual, sino por lo que hace a la creación de infraestructura en el sector y a la cancelación de programas esenciales para garantizar el derecho a una salud de calidad entre los mexicanos.

Si en años anteriores había pocos motivos de queja respecto a la atención y los servicios del sector salud, ahora, cuando ha crecido el porcentaje de la población enferma o que padece alguna morbilidad, los motivos de queja e inconformidad por las deficiencias del sistema de salud en nuestro país se han incrementado.

El acceso a una salud integral y de calidad es esencial para los ciudadanos, porque refleja el nivel de importancia que un gobierno confiere a su pueblo.

El derecho a una salud de calidad y con calidez, es el mejor indicio de que un gobierno realmente quiere y respeta a su pueblo. Lo que cura a una sociedad enferma no es el “palabreo” ni la palabrería, sino la agilidad y eficacia de los servicios de salud que brinda el Estado.

Por esto, y porque el “fármacon” del estanquillo político no puede sustituir al “fármacon” de la medicina, son inexplicables y un poco absurdas algunas decisiones sobre el sector salud adoptadas en años recientes.

Haber sacrificado el Seguro Popular, los programas de atención prehospitalaria y otros, dejó sin derecho efectivo a la salud a poco más de 25.4 millones de mexicanos.

La salud no es sólo ausencia de malestares y padecimientos físicos y psicosomáticos en la población, sino eficiencia y eficacia institucional para dar respuesta a los déficits, disfunciones y dolencias de la sociedad en la materia. En este aspecto, algo o mucho se tiene que hacer desde la esfera pública, para reformular el sistema de salud y reordenar el gasto de acuerdo con objetivos programables.

Si el derecho a la salud debe medirse en cifras, más que en palabras y en buenas intenciones, el derecho a abrigar reservas sobre reducciones y recortes presupuestales en materia de salud, goza de cabal salud.

Para 2026, se plantea que el Hospital Infantil de México tendrá 935 millones de pesos menos que en 2024, lo que indicaría una reducción del 29% respecto al año pasado.

Asimismo, el Hospital General de México tendrá, según la proyección presupuestal de que se trata, 1, 600 millones de pesos menos, lo que implica un recorte del 24% a sus previsiones y capacidad operativa.

No son los únicos hospitales con reducciones, pero esto indica un adelgazamiento del sistema y el derecho a la salud de los mexicanos.

Por otra parte, doce institutos de medicina de alta especialidad, entre los que se cuentan el Nacional de Cancerología, el Nacional de Cardiología (fundado por Ignacio Chávez), el Nacional de Pediatría, el Nacional de Medicina Genómica y otros, tendrán recortes del 26 al 34 por ciento de su presupuesto, lo que indica que la medicina de alta especialidad podrá sufrir deterioros a partir de 2026.

Es decir, el ejercicio de la medicina como humanismo y apostolado de servicio al prójimo, previsto así por Hipócrates y los médicos griegos, parece reemplazarse por una visión inmediatista y clientelar de la medicina social.

México vive retrocesos de carácter general en la vida pública: lo deplorable es que el ánimo regresivo y la propensión al deterioro afecten un aspecto tan delicado, tan neurálgico y popular como la salud pública.

Dicho sin neurastenia y con sentido del humor, en materia de salud México debería acercarse más a los estándares de Dinamarca y menos a los de una africanización criolla en sentido transversal.

Desde un punto de vista castizo y más local, el “fármacon” de la labia institucional en medicina no resuelve lo que debería resolver el “fármacon” de la medicina, propiamente dicha.

Yo desearía que el Estado Mexicano fuese como un médico de pueblo, en un sentido estricto: que su razón de ser sea servir y sanar al pueblo, más allá de brebajes, cataplasmas y aspirinas.

México merece un sistema de salud funcional y operativo, fundado en criterios científicos y regido por una gran seriedad institucional. Ojalá lo tengamos pronto.


Pisapapeles

Para ser un país de excelencia, México necesita construir la excelencia a partir de sí mismo, en cada aspecto de su vida pública.

leglezquin@yahoo.com

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