“¡Nunca consideres el estudio como una obligación, sino como una oportunidad para penetrar en el bello y maravilloso mundo del saber!”. (Albert Einstein)
LOS RECONOCIDOS DESCONOCIDOS.
Hace unos días tuvimos el honor de asistir a la entrega de la Distinción del “Día del Abogado” organizado por la Facultad de Estudios Superiores Aragón de la Universidad Nacional Autónoma de México, la Asociación de Abogados Litigantes de México, A.C. (ADALMEX) y la Universidad Obrera de México (véase: https://youtube.com/live/r9GqLAcIFEM).
Estando ahí, nos toco presenciar la alegría con que los asistentes acudían a ser distinguidos o bien, acompañar a quienes así lo eran; ya fueran docentes, litigantes, jueces, de empresa o de despacho, tanto nacionales como del extranjero, lo cierto es que llegaron de todas las áreas de trabajo posibles para quienes estudian Derecho y fueron vistos por Colegios de Iberoamérica y la parte latina de los Estados Unidos.
Un evento único para seres humanos y profesionales excepcionales que han compartido sus conocimientos y experiencias de forma generosa a quienes han estado a su alrededor.
¿Cuántos han sido influidos en su crecimiento y desarrollo por estos mentores? … ¡quizás ellos nunca lo sepan; sin embargo, lo que sí es del conocimiento de todos y cada uno de nosotros es que, gracias a ellos, hemos logrado ser mejores personas y abogados.
Alguna vez escuché que el amor de una persona por lo que hace es la mejor lección que puede mostrar al mundo y esto es algo en lo que todos coincidimos: ¡El enamoramiento entre cada abogado con el Derecho es evidente y lo han demostrado durante toda su vida!
DE ALUMNOS Y MAESTROS.
Muchos de nosotros al llegar a la Universidad nos fijábamos siempre en los profesores más llamativos, ya fuera por su fama, carácter o el área en que trabajaban; siendo quizás la materia penal, aquella que más entusiasmara a todos por los medios de comunicación que siempre la han exacerbado.
Imaginar tan sólo en todos los casos que vemos en la televisión o en el cine, las aventuras de los protagonistas y los resultados alcanzados, siempre serán una forma de generar expectativas para la juventud que inicia su camino.
Conforme pasa el tiempo y nos vamos adentrando a la ciencia jurídica, realmente sabemos de la magnitud de ésta y las diversas áreas para formarnos y desarrollarnos, optando por lo que nos atraiga y despegando nuestras alas para volar por el camino que nos lleve a nuestro destino elegido; en el entendido que a veces la vida nos sorprende y nos hace parte de lo inimaginable y lo asumimos con gusto.
A veces resulta simpático que el profesor que más influye en nosotros no es el que alguna vez pensamos o pretendimos, sino aquel que con sus palabras, consejos, orientaciones y demostraciones nos deja una huella que con el tiempo aquilatamos hasta considerarlos fundamentales en nuestra vida; atendiendo a algo básico, lo profesional a menudo también influye en lo personal.
Es obvio que cuando consultamos con los maestros de vida si alguna vez tuvieron ese propósito, reconocerán con humildad que nunca fue su objetivo tener seguidores ni mucho menos fanáticos, sólo hicieron su trabajo como suelen hacerlo … ¡con todo el amor a su profesión!
APRENDER SIN REPRENDER.
Siempre que nos hablan de los profesores, usualmente señalamos a los más regañones, difíciles o bien, que nos “agarraban de barquito” por sus acciones o actitudes; no obstante, cuando tenemos la oportunidad de pensar quienes fueron aquellos que trascendieron por sus enseñanzas, frases o charlas, los recordamos con un dejo de alegría y hablamos de ello por el inmenso valor de su trato, mensaje o ejemplo.
Si eso lo trasladamos al aspecto profesional, resulta que lo que era un pizarrón y un plumín lo sustituimos con una minuta de trabajo o las notas que tomamos en sus juntas.
Entender lo que ellos han logrado en nuestro desarrollo es saber que han trascendido en nosotros y, seguramente, nosotros también tendremos la oportunidad de hacerlo en otros, siempre que demostremos esa “convicción por lo que amamos y el compromiso con el conocimiento y la razón”.
En ocasiones pudiéramos entender que quienes enseñan se desesperen porque no fluye su sabiduría; pero esto en ninguna forma justifica lastimar a alguien, ni física ni emocionalmente.
No hay razón para legitimar aquella frase que de niños escuchamos referente a que “las letras con sangre entran”; ni mucho menos, sucumbir a prácticas que quizás otros manifestaron con nosotros, tales como gritos, represión o sobajamientos. Respetar la dignidad de otros es la mejor puerta a la disposición de quienes están a nuestro encargo … ¿lo consideras correcto?
MIL Y UN FORMAS DE AGRADECER.
La confianza y más aún, la educación, nos llevan a mostrar nuestra gratitud con quien ha puesto su granito de arena por hacernos mejores y profesionales; sin embargo, la mayoría de estos proveedores de conocimiento con humildad nos muestran lo innecesario de nuestras palabras, ya que a ellos les basta que lo apliquemos de la mejor manera en nuestras acciones … y cómo abogados, la palabra justicia se convierte en un anhelo de vida.
Mis ojos han visto como las lágrimas se muestran cuando quienes han enseñado, admiran la labor de sus pupilos, para muchos de ellos se entiende como un homenaje y que mejor que provocarles ese sentimiento en vida.
Siempre he considerado que no sirven los vítores ni las porras cuando la gente ya ha muerto; por más flores que se ponga en el ataúd nunca producirán el calor ni la emoción de exhibir un agradecimiento en vida.
Los mausoleos podrán ser muy elegantes, pero por más grandes que sean las estatuas, nunca alcanzarán para mostrar la grandeza de la gratitud acompañada de una palabra o un contacto.
Reconocer a quien nos ha compartido algo para ser una mejor versión de nosotros es una cualidad y ser agradecido es un inmenso valor, en ese entendido, hagámoslo cuando lo sintamos y busquemos siempre que su esencia trascienda a través de nuestras acciones.
No todos nacemos para ser maestros, pero si vivimos para ser agradecidos.
ÉRASE UN EVENTO DE GRATITUD.
Tras casi tres horas de celebración, pasamos a compartir alimentos y bebidas y en algunos casos sonrisas al recordar y lágrimas al revivir bellas anécdotas.
Bien dicen que cuando hay personas de buena fe lo que sobran son detalles bellos y así fue el caso; todos disfrutaron de grandes momentos y unos cuantos muy selectos, de gratos merecimientos.
Nadie puede volver al pasado ni asegurar el futuro, pero si de algo tenemos certeza es que ese momento mágico todos lo llevaremos por siempre en nuestros corazones; siendo en voz de nuestros mentores el consejo de que nunca dejemos una enseñanza para nosotros toda vez que no producirá nada; por el contrario, por cada vez que compartimos, por cada muestra de generosidad y por cada exhibición de humildad, es muy probable que nuestro mensaje trascienda como luz para aquellos que la necesitan en un momento de oscuridad.
Si vivir es compartir, tengamos la simpatía necesaria para coincidir con las personas que así nos necesitan; entendiendo que no hay peor maldad, que la que te somete a ser esclavo de tu persona en aras de tu egoísmo.
Ese día, las palabras cálidas brotaban junto con las miradas frágiles que recordaban una época épica profesional, seguida de un crecimiento personal; reiterando lo que desde pequeño me han enseñado en casa: “¡Quien es agradecido es bendecido!”
Y tú en tu andar … ¿ERES AGRADECIDO?
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