19th

julio
19 julio, 2025

“¡LA VIDA QUE DA VIDA!”

“… Nunca perseguí la gloria ni dejar en la memoria de los hombres mi canción …” (Antonio Machado)

ES HOY.

Siempre he escuchado visiones románticas de la vida y lo heroico que puede resultar en ella, andar y enlazar historias y aventuras y mejor aún … ¡ver en cada día una oportunidad y no una tragedia!

Si a las grandes proezas realizadas las llenamos de alegría, nuestro ego nos llevará a pensar que sin duda nuestra vida será digna de honores y con ello, sin duda alguna será de trascendencia.

No sabemos cuándo sucederá, pero estamos conscientes de que todo lo que empieza termina y con ello, por más que lo evitemos pensar y desconozcamos el momento, la angustia suele aparecer, quizás no tanto por la forma del desenlace sino por la incertidumbre del momento en que se dará.

En muchas ocasiones me han comentado que no incomoda saber del resultado ni de las consecuencias, pero como abruma desconocer los instantes precisos para estar plenamente preparados para ello.

Recuerdo cuando estaba en la escuela y sabíamos que no habíamos respondido de una manera convincente el examen; no nos preocupaba la calificación sino el día que la anunciarán para saber como sería nuestro fin de semana o bien, como pasaríamos las vacaciones.

En ese sentido, platicando con un amigo tanatólogo me decía que, para evitar emociones encontradas o razonamientos erróneos, siempre planeáramos la vida como si no hubiera mañana; es decir, que sólo consideráramos el hoy como nuestra realidad, con metas para cada día e ímpetu para terminarlo de la mejor manera.

Si bien es cierto que “nadie sabe al día siguiente lo que hará” tal como lo menciona Pablo Milanés en su canción de “El breve espacio”, mucho menos tomamos en cuenta lo que el amanecer traerá consigo; de ahí que por mucho que se planeé, las sorpresas siempre estarán en nuestro camino.

Has considerado que motiva tu hoy: ¿tu pasado, tu presente o tu expectativa del futuro?

… ¡SIN EMBARGO!

Pudiera resultar increíble, pero usualmente las personas no solemos atender la manera en que vivimos, lastimosamente nos ocupamos más en sobrevivir.

Ante ello, por un solo momento te invito a pensar sin ánimo de ser fatalista sino como propósito de dar un contexto a este texto … ¿qué harías si solo tuvieras este día?

Seguramente habrá quien considere este ejercicio inútil o bien, no le interese comentar el tema por no ver un propósito real al hacerlo; sin embargo, valdría la pena contestarlo atendiendo a recordar nuestras prioridades como persona por cada día que tenemos, entendiendo que ninguno debiera ser igual a pesar de las circunstancias coincidentes con otros que pueden presentarse.

En reuniones que hemos tratado el tema, no faltan los extremistas que quieran hacer cualquier barbaridad como si en ello consistiera el sentido de la vida, ya sea desde beberse todo el alcohol posible hasta tratar de ligar con cuanta persona puedan. También están los sensibles que desean estar con su familia y quieren dar y otorgar su perdón a todos aquellos con los que han enfrentado un conflicto. Que decir de los que creen que con lágrimas cambiarán su pasado en aras de alcanzar indulgencias camino a su perdón divino.

Si bien hay otras expresiones y comportamientos, finalmente tenemos a los que desean hacer algo que nunca hicieron por temor a sus consecuencias.

Ante esa cantidad de argumentos, son pocos los que se muestran conformes con su vida y su único propósito es hacer lo que cualquier otro día, pues saben que a pesar de sus yerros y defectos han actuado con honor, respeto, amor y compromiso conforme a sus principios y valores.

De hecho, es sumamente grato encontrar personas que expresan de tal manera su tranquilidad con el camino que han recorrido que, sin pretenderlo, comparten su buena vibra y su enfoque de valor por lo que han hecho.

Cuanto de cierto hay en la frase “la historia es reflejo del pasado en el presente para construir el futuro”; ello, en virtud, de que quien acepta lo vivido y tiene el carácter para mirarse a los ojos frente a un espejo, seguramente habrá hecho lo suficiente para vivir con honor cualquier momento, incluyendo el instante siguiente.

Ante ello y al reflexionar en el tema, las veces que al respecto he sido cuestionado, lo que hago es agradecer por el camino recorrido, sonreír por cada momento independientemente de las circunstancias y continuar con lo que la razón y el corazón me indiquen.

No sé si en lo que yo veo un paso, otros vean una meta o viceversa, pero de lo que si estoy orgulloso es que no cambiaría nada.

Nunca me he detenido a pensar si esto sea por satisfacción o temor, de lo que si estoy convencido es que lo que hice, lo hice por decisión propia.

Al revisar la ruta recorrida, no encuentro momento para reproches y si para aprendizajes; razón por la cual, sé que a cada zancada hay una lección y en cada elección una responsabilidad … ¡que grato es andar con la convicción de ser yo quien ha construido el sendero!

¡DE LOS LOGROS!

Hay quienes piensan que el éxito en la vida se mide por el reconocimiento recibido, por como serás recordado, por los galardones obtenidos, de los recursos materiales, incluyendo riquezas, o finalmente, por los beneficios obtenidos; sin embargo, creo que esto depende de dos aspectos: del agrado que sientas por lo que haces y de la manera como eres tratado por los demás, pues esto usualmente se da en reciprocidad a como alternas con los demás.

En el caso concreto del recuerdo, puede ser un parámetro de muy difícil consideración, toda vez que tendríamos que estar presentes para tal efecto y esto no es siempre posible.

Desde pequeño, siempre veía que las personas más exitosas eran las que estaban tranquilas consigo mismos; situación que corrobore más tarde en mi juventud y que decir de mi etapa adulta, percibo la serenidad de quien está en paz consigo mismo.  No hay nada más agradable que abrir los brazos a los momentos de felicidad que cuando en el corazón hay calma y, desde luego, tener la habilidad para quedarse con lo bueno y hacer óptimo cada instante, dejando fluir las emociones positivas y crecer con ellas.

Atendiendo a ello, recuerdo una cita de Mary Engelbreit que señala “nunca guardes nada para una ocasión especial, estar vivo es la ocasión especial”.

¿Cuántas veces nos hemos detenido a pensar que estar vivo es en un regalo en sí?

¿Qué mayor premio podemos recibir que el tener un instante más de vida para exprimirlo al máximo?

¿Qué pequeños debemos ser para no entender que la grandeza está en la posibilidad de respirar e impulsarnos a ser las mejores versiones de nosotros y hacer lo que elijamos?

No cabe duda, en muchas ocasiones olvidamos lo importante en aras de lo banal y como consecuencia, perdemos momentos, motivos importantes y el rumbo en aras de ocuparnos de cuestiones que poco o nada nos aportan como personas.

Es válido pretender maximizar cada instante, trazar metas y llenar de entusiasmo el sendero por más obstáculos que este presente, entendiendo que cada paso es un logro y como tal debe de disfrutarse.

Cumplir con nuestros principios, valores y atender los objetivos elegidos, nos darán la paz necesaria para construir nuestros castillos y hacer que cada oportunidad demos razón a nuestro existir, con la chispa de picardía que constituya su sazón.

Cien por ciento de acuerdo en que vivir es un privilegio y de nosotros depende el honrarlo y aún cuando este se presente sinuoso, debemos aprender y aprovechar al máximo cada oportunidad de vida.

Sin duda que siempre habrá algo de sorpresa en el fin; no obstante, tenemos cada instante para hacerlo único y memorable.

En palabras de Amado Nervo: “¡VIDA, NADA TE DEBO, VIDA, ESTAMOS EN PAZ!.

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