“La creatividad es la inteligencia divirtiéndose”. (Albert Einstein)
¿QUÉ PASA?
Si algo tenemos los seres vivos es la necesidad de tener momentos para nosotros, ya sea para descansar, reflexionar o alimentar el alma con pensamientos positivos; en el entendido que dentro de estos podemos englobar los que van desde la fe hasta los que están expresados en música o literatura, sólo por citar.
En ese contexto, realmente sería difícil encontrar a alguien que rechazara esta oportunidad, máxime que usualmente es que en la paz y la armonía se encuentran el equilibrio y la plenitud.
Si bien existen expresiones veraces como “tras el temblor viene la calma”, no necesitamos de situaciones difíciles para buscarla; de hecho, hay quien considera que lo único realmente que podemos procurar nosotros mismos es la paz, el resto de las emociones usualmente son compartidas.
Encontrar los estímulos para el alma provocan amor, mismo que puede durar indefinidamente; asimismo, os llenan de energía y nos conducen a nuestra mejor versión como personas.
Hay quienes confunden el placer con el amor; no obstante, si bien ambos captan o detectan estímulos por los sentidos (vista, oído, gusto, tacto y olfato) que envían al cerebro, existe una gran diferencia, el primero atiende al cuerpo y el segundo al alma. ¡Si coinciden … será maravilloso!
Alguna vez Charles R. Swindoll mencionó que “la vida es un diez por ciento lo que te sucede y noventa por ciento de como reaccionas a ello”.
Atendiendo a ello, el mérito que tendremos será en encontrar el equilibrio entre actuar y reaccionar, siempre con miras a procurar nuestro crecimiento humano. ¿Te parece sensato?
AUTOSABOTAJE.
Tal pareciera que en nuestros tiempos la pregunta que deberíamos de hacer al conocer a alguien sería: ¿eres feliz?; y estar listo para la siguiente: ¿qué te impide serlo?
La respuesta común sería el miedo y con ello, damos paso al término “querofobia”; entendiendo por ella el evitar sentir emociones positivas ante el temor de encontrar en nuestro camino la tristeza.
Dicho miedo puede ser a sentir, instintivo o adquirido; sin embargo, el resultado es el mismo, inhibe la felicidad. A veces resulta increíble pensar la cantidad de perjuicios que nos creamos con el tiempo y se consolidan como una imposibilidad de asumir nuestra libertad de vivir a plenitud. Recuerdo los casos de los padres o mayores con los hijos o niños con los que tienen influencia, es tal la cantidad de limitantes personales que les sembramos que nuestra ilógica conducta se convierte en su lógica al actuar.
Paulo Coelho menciono con razón que “sólo hay una cosa que hace que un sueño sea imposible de alcanzar: el miedo al fracaso” y tal parece que hoy tenemos tantos impedimentos propios o creados que nos abocamos más a fallar que a acertar y, en consecuencia, la decepción se expande mientras la alegría se desvanece.
Una vez que el miedo nos gobierna, la inacción se vuelve una constante y el “si hubiera” es una presunción irreal de nuestro presente, una ilusión que nos seduce, pero no se produce. En ese contexto, la ilusión creada produce sensaciones de seguridad, certeza y alegría por lo que no existe.
En fin, otra respuesta sería que nos creamos grandes expectativas de lo que representa para nosotros la felicidad y al no poder alcanzarlas, la frustración se hace presente en nuestras vidas y, una vez que se asume esta, el conformismo nos rige.
Excusas, pretextos, evasivas y miles de formas de mostrar decepción o incomodidad siempre habrá, pero si partimos de lo básico, sería considerar que la felicidad implica emociones positivas y satisfacción con el momento que se vive.
Dante Alighieri escribió que “a una pequeña chispa sigue una gran llama”; en ese sentido, podemos señalar que, si cada momento de felicidad es una chispa, tenemos todos los elementos para hacer una gran fogata con nuestra vida que la llene de luz y calidez. Dilo con honestidad, ¿cuáles son tus formas de evitar ser feliz?
LICENCIA PARA SER FELIZ.
Cuando era pequeño, era constante escuchar a mi mamá que me decía, busca a los niños que te hagan sonreír y consérvalos en tu día a día; los que no, déjalos porque no te aportarán nada bonito. No cabe duda de que lo que era un mensaje de la infancia es perfectamente aplicable para la vida.
En ese contexto, recuerdo que en casa y en la escuela me enseñaron que la felicidad es un estado emocional de bienestar que conviene educarlo como una actitud a los hijos sin que dependan de circunstancias económicas, sociales u otras condicionantes que inhiban o limiten en forma alguna la satisfacción de las cosas positivas de la vida y usualmente se expresa con alegría y plenitud; en el entendido que el amor es la causa más profunda y común.
Quizás no haya signo más genuino de felicidad que mirar a los niños entusiasmados, exaltados y emocionados por momentos que pueden prolongar a satisfacción. Es difícil de entender la razón por la que con la edad se van espaciando las sonrisas y volviendo precarias las satisfacciones.
Cuando comentamos de los factores que importan para ser felices nos percatamos que si bien la aptitud y la actitud son básicos; el conocimiento de las circunstancias, el compromiso con los propósitos, los contenidos positivos y las relaciones interpersonales son esenciales.
Es increíble la ignorancia que se presenta en las personas cuando a pesar de tener todo lo que anhelan no logran serlo y peor aún, supeditan su felicidad a situaciones ajenas a voluntad y alcances.
Recuerdo que cuando era pequeño muchas veces me preguntaron porque lloraba y en ocasiones no sabía que responder, pero lo hacía y como yo, he visto muchísimos casos similares. Esto que es común en niños, es triste que lo experimenten los adultos que desconocen o minimizan lo que tienen o simplemente no tienen propósitos que lograr y, en consecuencia, reprimen su júbilo natural.
Si no consideramos tener razones para ser felices, pensemos que estamos vivos y que tenemos la oportunidad de cambiar nuestro entorno; siempre considerando que las risas y sonrisas son un alimento para nuestra alma y nuestro entorno.
A ti que te provoca felicidad … ¿hacer lo que quieres o querer lo que haces?
¡DÉJALO PASAR!
El mundo gira, las circunstancias cambian, las mentiras duelen y las personas aman; sin duda que son muchas constantes que debemos considerar para vivir, pero si tenemos la opción de escoger, seguramente que buscaremos detalles que nos satisfagan y dejaremos fuera, todo aquello que no nos aporte como seres humanos.
En años recientes ha surgido la denominación de “persona tóxica” para aquella que nos altera profundamente el estado de ánimo y su comportamiento afecta a quien la rodea e incluso, a sí mismo. Hay quien considera a este tipo de personas como adictos a elementos negativos tales como: celos, envidias, violencia, autoritarismo, mismos que incluso, pueden llevarlos a su perdición.
¿Los necesitamos en nuestro camino? … desde luego que no; desafortunadamente, prescindir de ellos a veces es sumamente complicado, sobre todo cuando hay vínculos familiares o afectivos que nos limitan un buen juicio.
Los profesionales de la salud señalan que las personas tóxicas nunca asumirán su responsabilidad y culpan a los demás, utilizan el miedo para intimidar a la gente conque interactúan y se quejan constantemente, pensando que todo el mundo está en su contra. Sin duda también nos explicarán que tienen algún trastorno, ya sea de personalidad antisocial, psicopática o límite; sin embargo, considero que, si no tenemos necesidad de estar con ellos, mejor los evitemos y continuemos nuestro camino, después de todo no tenemos el conocimiento para ayudarlos.
La vida es una y como tal, hagamos todo por disfrutarla; evitemos a las personas que no nos hacen sentir bien, nos impiden pensar con claridad, nos lastiman o dominan y procuremos a quienes nos aman, nos importan y nos proporcionan motivos para vivir; seguramente que al hacerlo encontraremos bastantes motivos para ser felices.
Al final como al principio el cuestionamiento es sencillo: ¿VIVES PARA SER FELIZ?
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