Heridas cotidianas
Irene Herrera
Otra vez el sol golpea en la ventana
y me hace despertar
con su enceguecedora luz.
Ya en la bañera no logro ni cantar
a pesar de que la melodiosa agua
resbala por mi cuerpo.
No sé cuándo fue la última vez
que me vi en el espejo sin frialdad.
Hasta la casa se siente sola
y ni el plato celebra la abundancia.
Si no fuera porque la comida se pudre
no tragaría nada.
En un abrir y cerrar de ojos
llega la noche otra vez.
No sé cuánto tiempo ha pasado
ni qué hice hasta las diez.
Al volverme a acostar,
otra vez esta densa tristeza
que me asfixia.
Cómo me atormenta el pasado
lo que dije sin pensar o lo que no expresé
las amigas y compañeros que perdí,
por haber escuchado lo indecible
o lo que se quedó sin decir
como amores no declarados,
secretos sin declamar
que gritados o guardados abruman
cual acalladas disculpas
al cuidado del orgullo.
Si toda esa gente preguntara
a las paredes de mi cuarto
por mis susurradas confesiones,
les compartirían palabras
que no están en ningún diccionario:
voces que suplican perdón y compañía
ahora y hasta la vejez.
Maravilloso!! Gracias