27 diciembre, 2025

La generación Z: Los que llegan pisando fuerte

Por Leopoldo González

La Generación “Z” es un nombre asociado a un grupo de adolescentes y jóvenes, cuyo rango de edad menor va de los 13 a los 24 años de edad, y cuya mayoría de edad oscila entre los 18 y los 29 años de edad.

Para quienes forman parte de esta generación la edad no es cualquier cosa, sino un asunto significativo y de mucho embalage; no una simple cronología de vida ni una mera señal exterior de que se es adolescente o joven, sino algo más: se trata de la definición sociológica y psicológica de un rango de edad en el que la vida se ve y se vive de frente y no hay miedo ni escrúpulos para lo “políticamente incorrecto”.

La Generación “Z” llega al siglo XXI con una identidad muy definida, pisando fuerte, con un pensamiento claro sobre el horizonte que quiere construir y una sensibilidad revisionista y disruptiva. Esto hace de ella, no otra cosa que una generación única: una generación promesa para el mundo.

Desde que nace la definición sociológica de generación, y se la caracteriza por su edad, sus intereses y vocaciones, ha habido muchas generaciones promesa, pero no todas dieron lo que de ellas se esperaba ni fueron contracíclicas respecto al movimiento y al sentido de la historia.

El alma de una generación se define por lo que es capaz de “generar”, por los frutos compartidos que da y por todo aquello que su vitalidad, su pujanza y vocación le permiten construir. Una generación tiene una idea del mundo y la fuerza suficiente para recrearlo: esa fuerza, en términos lúdicos y culturales, es el motor existencial al que llamamos sueño.

Una generación sin sueños no sólo es naturaleza muerta, incapaz de dar vida a nada, sino un pasajero ausente en el tren de la historia.

La Generación “Z” tiene el aire y el tono de la generación de los románticos en el siglo XIX: lo que no les gustaba lo cambiaban; lo que podían mejorar lo alteraban en su esencia; lo que no podían mejorar ni cambiar lo sustituían por otro producto con envase y contenido nuevo. Las generaciones que valen la pena cambian el paisaje histórico, social y cultural de su tiempo.

Cuando Ortega y Gasset vio la importancia de las generaciones, pensó que en ellas habitaba el ombligo del tiempo nuevo. Cuando Luis González y González se asomó al sístole y diástole de las generaciones, supo que en ellas latía mucho del pasado y del futuro de los pueblos.

Ahí donde la grieta del populismo autoritario o totalitario ha hecho estragos la vida republicana y democrática, la Generación “Z” ha hecho su entrada triunfal, con su rebeldía indómita e informada y su gran autonomía, para poner límites a los enfermos de poder y reivindicar el lado más digno de la democracia.

Por ello, en Nepal, en Madagascar y en otros diez países la Generación “Z” tumbó gobiernos que sólo usaron a la gente para trepar al poder, y que a la vuelta de los años saquearon la hacienda pública y llevaron a la ruina a sus naciones. Esto explica el miedo expectante y tembloroso de gobiernos basados en el control clientelar, ante el avance de esta generación.

La buena noticia, a juzgar por sus comunicados más recientes, es que la Generación “Z” ha hecho suyas la irritación y la inconformidad de casi todos los sectores del país, incluido el dolor por el asesinato de Carlos Manzo, y ha anunciado que formará parte de un “levantamiento”, en el que la sociedad mexicana le exigirá cuentas a quienes la han traicionado y pedirá la renuncia de los que usan el poder para su beneficio, no para servir a los electores.

En todas partes, la Generación “Z” ha sido el látigo de las corruptocracias y quien ha salvado el honor y los valores de la democracia, en convocatorias y llamados colectivos que han apuntalado su regreso frente a los regímenes de la uniformidad autoritaria. Por eso se la intenta comprar, allá con intimidación y mendrugos de pan, acá con programas clientelares o forzando su reclutamiento en el servicio militar obligatorio. Por esto, la Generación “Z” necesita que la defendamos y que veamos en ella la tabla de salvación de nuestros males.

¡Debemos vivir alertas frente al peligro que viene! En 2026, con una legislación electoral a la medida del partido gobernante, se intentará acentuar la noche autoritaria que vive México. Debemos impedirlo al costo que sea, con las armas de la conciencia, de la razón y la unidad nacional.

Conviene estar atentos a las señales que envíen los integrantes de la Generación “Z” en los próximos días y semanas, porque se avizora un capítulo inédito para México.


Pisapapeles

Nunca, como ahora, a una generación le había sido encomendado salvar el destino de tantos en una coyuntura de la historia. Toda una nación depende de ello.

leglezquin@yahoo.com 

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