24 febrero, 2022

Leopoldo González: Otras hijeces incómodas

El escándalo que provocó el reportaje de Latinus-MCCI sobre la ´Casa Gris´ de José Ramón López Beltrán en Houston, no es asunto menor y será recordado por los mexicanos igual que la ´Casa Blanca´ de EPN: durante muchos años.

La respuesta presidencial y la estrategia de control de daños frente a la revelación han sido torpes, un tanto fanfarronas, de manufactura verborréica, fruto de odio y rencor y poco aseadas, por dos razones: López Obrador sabe que la ´Casa Gris´ de su hijo es el equivalente de la ´Casa Blanca´ de Peña Nieto, pero también que la fuerza del escándalo salpica a todo su gobierno y hace de él una estafa más para quien quiera ver y entender.

En un nivel autocrítico, más modesto y humilde, de plena y cordial sinceridad, la alternativa humana y menos costosa para el presidente habría sido medir las consecuencias para su gobierno, aceptar los hechos, asumir que un padre no puede ser la sombra permanente de sus hijos y resignarse a que quien ejerce el poder -le guste o no- es sujeto del escrutinio público.

Pero el presidente, por malformación emocional, por acelerismo radical o por lo que sea, no es hombre de reacciones mesuradas ni de respuestas sensatas. Lo suyo es perfil de incendio a matacaballo para atraer reflectores, para chantajear y ver quién se espanta.

Confrontar a quienes han hecho un trabajo de investigación periodística serio, descalificar a los críticos, acusar a los malvados neoliberales de querer frenar el avance de la 4T y otros delirios semejantes, son amagos y distractores que no le han funcionado y en los que muy pocos creen.

Para acabar con el escándalo del hijo holgazán y evitar el desgaste creciente de la figura presidencial, casi un mes después de la revelación de Latinus se alineó a todos los actores para contrarrestar las agitaciones de opinión pública: se hizo dar explicaciones a Keit Schilling, alto ejecutivo de la empresa Baker Hughes, beneficiada con contratos millonarios de Pemex; se hizo salir a la señora Adams -cabildera de petroleras estadounidenses- a mostrar recibos del supuesto arrendamiento de la ´Casa Gris´; se hizo salir al primogénito a decir que ya trabaja, aunque su labor como asesor jurídico no queda plenamente acreditada, pues en la Universidad de las Américas (UDLA) no estudió Leyes ni hay registro de que tenga autorización para ejercer en EU.

Es decir, todo indica que se procedió a elaborar documentos a destiempo, a cuadrar cifras y fechas para un alegato de opinión pública y a realizar un montaje en defensa de la imagen presidencial, cuando lo propio, lo estratégico y jurídicamente recomendable era mostrar el expediente de la casa, los documentos de la Mercedez Benz GLE y todo lo demás, en el momento en que la crisis se salía de cauce y control.

Cuando escribí “Las hijeces incómodas”, hace poco menos de un mes, un control inteligente de daños habría dado resultado y la crisis que trae al Ejecutivo descompuesto y fúrico se habría podido resolver.

Los errores básicos de una estrategia de control de daños, cometidos en el corazón de la crisis por la ´Casa Gris´, son los siguientes: (1) dejar el manejo de la crisis en manos del principal afectado, el presidente de la República; (2) dejar el control de la crisis en las manos incorrectas, es decir, las de alguien que si algo no tiene es control de sí y de sus impulsos; (3) intentar resolver el fondo de la crisis tarde, cuando el daño ya está hecho.

Uno de los problemas fundamentales de López Obrador es que sobrestima su capacidad y su potencial: no acaba de entender y aceptar que tiene serias limitaciones, y que por esas limitaciones del gobernante la ciencia del poder inventó el arte y la facultad de delegar.

Cuando las inercias de una crisis prefiguran otra crisis, lo mejor es, quizá, no resignarse a ella como fatalidad ni dejarse arrastrar por su fuerza, sino aplicar ungüentos de vitamina cerebral en frío, para no tener que aplicar vitacilina epidérmica en caliente.

El otro escándalo que muy pronto podría sacudir al país, y a la casa presidencial, es el que atañe a los otros hijos del presidente López Obrador: Andrés Manuel, de notorio activismo político y empresarial, trae inversiones y negocios en Delaware y Nueva York, entre los que destaca un restaurante de lujo en el área de Manhattan; Gonzalo Alfredo, establecido en San Francisco, además de que no tiene razones monetarias para quejarse del ´papá presidente´, anda creando su propio emporio con recursos que le llegan de México; del menor no puede decirse mucho, excepto que la pareja presidencial tendrá que explicar de dónde salió la casa en la que el pequeño se divierte bailando reguetón.

En su momento, la ´Casa Blanca´ de Peña Nieto fue emblema de la corrupción y las contradicciones del viejo régimen y, en buena medida, principal síntoma y señal de la caída anticipada de un gobierno.

La ´Casa Gris´ del hijo mayor de López Obrador, sin contar las otras casas y la vida de magnate que lleva en Houston, es nudo de contradicción que pone al descubierto las falsedades de un discurso, metáfora de la caída anticipada de un gobierno y señal de que una subcultura de corrupción recorre los siglos intocada.


Pisapapeles

Aquel intercambio en la novela de Vargas Llosa, en la que los protagonistas se preguntan por “el momento en el que se “jodió” el Perú”, podría ser también la interrogante de un tiempo mexicano.

leglezquin@yahoo.com

 

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1 COMENTARIO
    Rosario Herrera Guido

    Al margen de un conflicto de interés, lo que cae por tierra resulta estruendoso: la prédica de la Felicidad en la pobreza franciscsna, que solo es para que la practique el Pueblo Bueno, nadie de su Gabinete Legal y Ampliado, Legisladores, y amigos magnates.

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