“El silencio es un amigo que jamás traiciona.” (Confucio)
ALGO PARA RECORDAR.
Para abrir boca, tomo en cuenta una frase de Confucio: “¡Tenemos dos vidas y la segunda comienza cuando nos damos cuenta que sólo tenemos una!”.
Cuantas veces nos olvidamos de vivir y pasamos el tiempo como si este fuera renovable a nuestro capricho o bien, sólo contarán las palomitas buenas que hemos recibido, buscando con ello alargarlos a placer.
Hay quienes pretenden vivir en función de otros o para acumular bienes y se les olvida que nuestra prioridad somos cada uno de nosotros y que lo que único que es grato almacenar son todos aquellos instantes que llenan de satisfacción nuestro corazón.
Podremos llorar las tragedias ajenas y disfrutar los éxitos del vecino, pero nunca olvidarnos de construir nuestro futuro, atendiendo a nuestras acciones presentes y cimentadas en nuestro pasado.
A veces somos tan conscientes de lo que pasa en el mundo que olvidamos atender a nuestra casa y procurar a quienes ahí viven, en especial, a quien protagoniza cada una de nuestras vidas.
Hay quienes dedican su vida a las cosas materiales perdiendo de vista que nada se llevarán cuando trasciendan.
En fin, en el espejo de la vida podemos ver como nuestra presencia se modifica cada día y nos olvidamos darle contenido al alma; al final y de una manera poética, quizás nuestra esencia sea una fragancia que acompañe a la naturaleza.
No es una finalidad de esta columna hablar de la muerte; sin embargo, siendo lo único que tenemos seguro en nuestra vida, bien vale mantenerla siempre nutrida de momentos positivos.
¿Alguna vez has olvidado que tu prioridad en la vida eres tú?
¿DE QUÉ MANERA?
Ya quedo claro que es una obligación natural y esencial ver por cada uno de nosotros para edificar nuestra vida y es un derecho hacerlo de la manera que más estimemos adecuada conforme a nuestras aptitudes, actitudes y circunstancias; es cierto que todo el tiempo seremos obras perfectibles, pero debemos considerarnos obras terminadas para afrontar cada uno de los momentos presentes, no estamos para vivir con dudas y si para prepararnos cuando así tenemos la oportunidad.
Y hablando de prepararnos, para muchos surge la inquietud … ¿de qué manera me preparo para lo que viene?; no obstante, para encontrar la respuesta de ello, debemos primero considerar que queremos y a donde vamos.
En ese sentido, vale la pena recordar un pasaje de “Alicia en el País de las Maravillas” de Lewis Carroll, donde Alicia pregunta al Gato Cheshire: “¿Podrías decirme, por favor, ¿qué camino he de tomar para salir de aquí? — Depende mucho del punto adonde quieras ir — contestó el Gato. — Me da casi igual adónde —dijo Alicia. —Entonces no importa qué camino sigas —dijo el Gato.”
Y leído esto, resulta perfectamente aplicable para todos y se excluirán a aquellos que si saben lo que quieren; sin embargo, lo que no será motivo de sorpresa es encontrar a una gran cantidad de personas que están perdidos o bien, no tienen idea de a dónde dirigirse.
Ante esta circunstancia, es normal percatarnos que es más fácil encontrar “niños perdidos” en nuestro mundo que los que enunciará James M. Barrié en su novela de Peter Pan. Esto podrá ser lamentable y crudo, pero es real.
Te has cuestionado alguna vez sobre lo vacío o triste que puede resultar el presente y su consecuente futuro, si estamos en un umbral oscuro e incierto … bueno, pues considero que eso lo estarías viendo con las personas que pasan más tiempo ocupados en como viven que en perseguir sus ideales.
Hoy que hablamos y nos ocupamos de la inteligencia artificial, lo que debería de inquietarnos es en donde ha quedado la inteligencia natural, aquella que nos llevaba a cuestionar las cosas, proponer las cosas y encontrar acciones como respuestas.
En fin, anhelemos con ser aquellos que si saben a donde van y como consecuencia, procuremos en el presente cimentar nuestro futuro … ¿te parece sensato?
¿CUÁNTAS VECES?
En nuestro camino siempre existirán dudas, fallas, caídas, imprevistos y demás situaciones que nos lleven a conflictos personales y puedan llegar a desembocar en crisis. Esto es tan natural como humano; sin embargo, en cada uno de nosotros está la capacidad para levantarnos y continuar o quedarnos en el suelo. La opción es nuestra y sea cual sea la elección, siempre habrá un sacrificio.
Muchos pensarán que el mantenerse en el suelo no implica mayor sufrimiento; no obstante, tarde o temprano pesará el hecho de no haber actuado en función de nuestras metas. Quizás digamos el típico “si hubiera”, únicamente con el propósito de ilusionarnos con la posible realidad que ahora observamos como un simple anhelo.
Es frecuente que, buscando justificaciones, ahora la gente también pretenda imponerles nombres a las generaciones y generalizar sus actitudes o forma de vivir sin que haya mayor justificación o lo hagan como una mera moda cuya pretensión sea satisfacer las expectativas de una sociedad que trata de encontrar explicaciones y evita las acciones encaminadas a construir un mejor mundo.
Por otro lado, también hay personas que se ocupan por prepararse de acuerdo con sus sueños, anhelos u objetivos y lejos de perder el tiempo, lo invierten para contar con herramientas que fortalezcan sus debilidades y maximicen sus potencialidades, en el entendido que siempre habrá momentos para naufragar en lágrimas de impotencia por no conseguir los resultados pero, sin duda alguna, serán los mares de sudor provocados por su esfuerzo y convicción los que siempre llevarán al aventurero a alcanzar la orilla para de ahí, incorporarse y seguir.
Comprender que somos la medida de nuestras limitaciones y afrontar los retos de la manera óptima con la firme convicción de que en cada uno de nosotros está la llave que abrirá la puerta de nuestro destino, sin olvidar que el camino en si mismo es un paraíso. ¿estás de acuerdo?
EL CONSTRUCTOR DE MIS DÍAS.
Vivimos en sociedad y como tal, debemos considerarla en nuestro andar, procurándola y considerando lo mejor para ella; no hay razón para lastimarla o evitarla.
Cada uno de nosotros debemos definir que es lo que queremos y a lo que debemos aspirar, prescindir de ello con el tiempo, nos llevará a cuestionarnos más por la manera en que vivimos que por lo que somos.
Sólo quien no quiere ver la imagen del espejo puede vivir en un mundo de suposiciones, entendiendo que la fantasía es linda pero sólo como entretenimiento, nunca para asumirla como realidad.
Con razón citaba Confucio que las personas “tenemos dos vidas: la segunda comienza cuando nos damos cuenta de que sólo tenemos una”.
Atender a esta situación, tomarla en cuenta y realmente concientizarnos de que sólo tenemos una vida y a partir de ello, asumir nuestro rol protagónico es la base de nuestro actuar.
Tan humano como natural será el cometer errores, cambiar metas o consolidar nuestras virtudes; sin embargo, lo que nunca podremos hacer es olvidarnos de lo que es más importante: ¡vivir nuestra vida al máximo!
En muchas ocasiones he escuchado que hay quienes hacen suya y expresan con vehemencia la cita “Me olvidé de vivir” haciendo alusión a la canción “J’ai oublié de vivre” de los compositores Pierre Billon y Jacques Revaux y tan conocida en español por la versión de Julio Iglesias y, si bien es entendible nunca es justificable.
Adultos que me han acompañado durante mi vida siempre me han dicho que cuando nosotros estamos felices y convencidos con quienes somos y lo que hacemos, se desata un efecto exponencial que alcanza a las personas que están a nuestro lado, amamos e integran nuestro universo; en ese sentido, está demás hablar de virtudes o acciones positivas porque el amor las implica, pensar de otra manera es hablar de otro sentimiento que no corresponde ni a la sensatez ni a la madurez de las personas de buena fe.
En fin, en la actualidad, hay quienes miran a los demás con el propósito de mostrarse como ellos pretenden que sean, pero se nos olvida que cada uno de nosotros somos en si mismos nuestra prioridad; en consecuencia, dejemos de complacer a terceros con nuestra forma de ser y nuestros sueños y démonos la prioridad que tenemos y merecemos.
Basta ya de ser políticamente correctos con nuestro pensar, actuar y sentir y seamos con nosotros honestos, dignos y comprometidos; si bien son importantes y debemos tenerlos presentes, construyamos nuestros días a partir de nosotros y no de las expectativas o designios del mundo.
No tengas miedo de comprometerte contigo … ¡HAZLO Y SÉ LA MEJOR VERSIÓN DE TI POR TI Y PARA TI!
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Posdata: Agradezco a la Revista “LOGIA (Que nos une a la Fraternidad Eternamente)” la publicación de mi trabajo.
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