30 agosto, 2024

¡LA FÁBULA DE UNA VIDA!

“¡Me voy que me tengo que ir! (Marcho que teño que marchar)” (Expresión gallega)

¡ERASE UNA VEZ!

Usualmente la literatura infantil comienza con una expresión imprecisa de tiempo y lugar, razón por la cual, asumiremos que así iniciamos y nos referiremos a un lugar encantador que bien pudiera ser un bosque y con una forma de vida que bien pudiera asemejarse a lo que ahora vivimos.

En ese escenario, vemos a diversos animalillos encabezados por una monita y un conejito haciendo círculo alrededor de un pez, de gran experiencia y mejor ánimo, a quien todos conocían como Don Atunio.

Era común que, durante las tardes de días especiales, fueran todos los pequeños a escucharlo pues les encantaban sus historias, plagadas de miles de experiencias, aventuras y bromas.

Todos abrían sus bocas durante esos momentos, uno para hablar y reír y los otros para exclamar su asombro.

Ya fueran minutos u horas, lo cierto es que el tiempo pasaba de manera rápida y las pausas que se daban, era para que tomarán un breve respiro.

La alegría se hacía presente y con ello, todos se llevaban algo para pensar o reflexionar al volver a casa.

Cada que Don Atunio vivía esto, agradecía a la vida por todo lo que le había dado y sentía que era un honor inmerecido ser sujeto de tanto cariño, pero se sabía un soldado dispuesto para las siguientes batallas con su auditorio inquieto.

A ti … ¿te gusta compartir tu vida con tu entorno?

EL AVENTURERO.

Pensaba Don Atunio que para el mundo era fácil verlo como un ser de éxito, ya fuera por sus empresas o los logros que había tenido.

Era frecuente que cuando el llegaba a su negocio, todos lo tratarán con gratitud y respeto por lo que había creado; sin embargo, muy pocos conocían todo lo que había pasado y, porque no decirlo, lo que había sacrificado para estar ahí.

Un día entre la nostalgia de la tarde y la brisa que refrescaba sus aletas, recordó su espacio marítimo en que nació y como entre montones de especies se divertía haciendo travesuras, ya fuera escondiéndose entre las algas o nadando tan rápido que impresionaba a los demás, lo cierto es que su niñez fue sumamente mágica.

Conforme crecía, se daba cuenta de que otros peces se quedaban en su entorno, otros más se fascinaban con el fondo del océano y los menos, buscaban llegar a la superficie a conocer que había más allá de su mundo o bien, ir más lejos de sus límites.

Para sorpresa de todos, el ahora Don Atunio hizo lo que nadie imaginaba, tratar de crear cosas que fueran del agrado de los otros y buscar nuevos espacios que le permitieran consolidar sus sueños.

Fue tan creativo que a una edad temprana se le ocurrió hacer una golosina con algas marinas en forma de pelota, rodeadas de plantas y tallos que sirvieran para sujetarlas – lo que los terrestres llamamos paletas -. Fue tal su resultado, que empezó a crecer y crecer hasta llegar su producto a lugares más allá de las islas.

Era tal su éxito que un día, tomó sus cosas y emprendió a lugares lejanos hasta para su imaginación, llegando a otros mares de los que se hablaban, pero pocos habían conocido. De tal manera, que a éstos nombró con un color distinto, empezando por el negro, luego el rojo, hasta llegar a la docena.

Resultaba lindo ver bancos de peces saliendo de sus escuelas disfrutando de su invención, a tal grado que no sólo se convirtió en un rico nutriente sino también en un complemento al convivió de las tardes.

¿Te ha tocado realizar a plenitud alguno de tus sueños?

SIN RESISTENCIA AL CAMBIO.

Don Atunio estaba contento, pero no satisfecho; así que ahora, en vez de viajar decidió establecerse en un océano impregnado de bellezas ancestrales y cuyas flotas nadadoras le atraían por sus coloreadas aletas.

A diferencia de sus viajes anteriores, esta vez se atrevió a empezar de cero y por lo pronto, viajo de arriba abajo, recorriendo todos los acantilados y tomando como referencia las islas y demás señas que le mostraran en forma sencilla el camino a casa.

Una vez que se hartó de conocer las bellezas de ese paraíso, decidió dar rienda suelta a su creatividad y buscar algo que hacer para transformar su entorno y alentar a la comunidad a consumir una nueva delicia de alimento, obviamente, rica en nutrientes.

Busco por aquí y por allá hasta que, sin saberlo, se perdió en un paraje sumamente oscuro y frío, sintió temor, pero lo tomo como un reto para su ingenio; no obstante, el hambre lo llevó a detener su movimiento y como pudo, encontró un lugar ligeramente iluminado en el cual descanso.

Conforme su apetito avanzaba, su desesperación crecía y fiel a sus costumbres, se dio tiempo para analizar la situación y encontrar una solución. Tras resultados infructuosos, miró lo más lejano que pudo e hizo algo que no era común para él, pidió ayuda al Dios de los Mares. Le dijo: “si este es mi fin, lo acepto con gusto y agradezco aleteo por aleteo lo que he pasado; si no lo es, con humildad te pido que me enseñes la luz que me lleve a mi destino”.

Algunos podrán decir que fue magia o milagro, pero misteriosamente se ilumino una parte de arrecife y en ella, encontró unas diminutas plantas cuyo nombre desconocía.

Era tal su hambre, que comió lo suficiente y el resto, lo guardó. Ya con energía se percató que había una posible salida, pero había que nadar contra corriente lo cual hizo. Tras momentos de gran dificultad, salió avante hasta un lugar iluminado, llevando consigo los restos de su alimento.

Busco regresar al último lugar que le había dado más satisfacciones y ahí, en ese nuevo hábitat, deseo instalarse y construir su presente con ganas de convertirlo en su futuro, sabiendo que siempre agradecería su cuna pero era en ese sitio mágico donde crearía su hogar.

Y así fue, con los restos del alimento que quedó, lo llevó a un área propicia y ahí cultivo las plantas y con las cosechas creó un nuevo alimento que fascino a la fauna marina que ahí estaba y se expandió de manera increíble, logrando convertirlo en el gran empresario de ese océano.

En fin, cuando esto lo platicaba a sus asiduos escuchas, se justificaba que abrieran tanto la boca con sus anécdotas; sin embargo, siempre tuvo presente la vez que la monita le pregunto: “Don Atunio, ¿es un pez de fe?”

Al momento de responder, lloró a tal grado que podría haber creado un nuevo acuífero; cuando pudo hacerlo, se dio cuenta de que sí lo era, sin ella nunca hubiera logrado ninguno de sus éxitos.

Ante ello, es válida la pregunta ¿eres una persona de fe?

LA ELECCIÓN POR CONVICCIÓN.

Una vez que pudo contener su llanto, Don Atunio fue objeto de una nueva pregunta que lo hizo sentirse feliz por lo vivido y más por la decisión que había tomado. Conejito le cuestiono: “Con tantos lugares que ha conocido … ¿cuál océano considera que es su casa?”

Don Atunio no lo pensó dos veces, dijo “ser con orgullo un vecino de tantos mares como los que he disfrutado, nacido en aguas que siempre llevara en el corazón, pero pertenecer plenamente al mar en el que estoy y que me ha permitido vivir en plenitud”.

Continúo con lo siguiente: “razones hay muchas; pero es claro que este último mar me ha dado la oportunidad de ser mi mejor versión y yo en gratitud, he enamorado a la más encantadora pez del lugar con la cual tuve mis pecesitos que son el mejor homenaje que le podría dar. Asimismo, he logrado crear una empresa que llena de satisfactores a todos con calidad para crecer y ser fuertes y sanos. Sin duda he dado lo mejor de mí y hasta mi última escama agradeceria a tan noble lugar”.

Esta vez, la charla acabo con una gran emoción compartida de todos, pues sabían el gran pez que estaba ante ellos y la lección de vida que les había dado y en el caso de Don Atunio, eran tantos sus sentimientos que afloraban que sólo alcanzaba a decir: “… y lo volvería a hacer en cualquier otra vida”.

En fin, este texto puede ser lindo, pero nos invita a pensar realmente … ¿qué hemos hecho por nuestro país?

¿Realmente vivimos comprometidos con nuestra nación, respetando sus raíces, principios y valores y buscando en todo momento su grandeza?

¿Qué monita o conejito llegarán a nuestra vida para cuestionarnos por lo que hemos hecho por nuestra comunidad?

Hoy hemos aprendido del sacrificio de Don Atunio que renunció a todo por el lugar en el cual fue capaz de ser él a plenitud.

¿QUE HAS DADO TÚ POR EL LUGAR QUE HAS ELEGIDO PARA SER TU MEJOR VERSIÓN?

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Posdata: ¡Agradezco Al Club Shalom Argentina, la Federación Latinoamericana de Exbecarios de Israel y la Embajada de Israel en Argentina la invitación a participar en esta Conferencia Magistral “La Comunicación como Factor de Crecimiento en los Negocios y Consolidación de Emprendimientos”!

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