“Por qué se es un hombre, ¿por lo que tiene? Si no es él mismo, entonces no tiene nada. Decir las cosas que realmente siente y no las palabras de alguien que se arrodilla. Mi historia muestra que encajé los golpes .., y lo hice a mi manera. …. Sí, fue a mi manera.”
(A mi manera, Paul Anka. 1969)
DICEN POR AHÍ.
La vida nos pone en diversos lugares en los que los conocimientos están y podemos asimilarlos, en donde las vivencias nos generan aprendizaje y conforme nos desarrollamos generamos experiencias hacia el futuro.
Ya sea por suerte o simplemente un fenómeno natural, tenemos la opción de ser queridos desde pequeños y con el tiempo, ser apreciados u olvidados por lo que somos.
El camino no está hecho de pretensiones toda vez que esto nos llevaría a una fantasía que no corresponde a nuestro entorno; por el contrario, los hechos están para mostrar nuestra realidad y en función a ellos será que la gente nos valore.
Conforme crecemos comprobamos que las palabras se las lleva el viento y lo que podemos prometer está lejos de volverse real; de esta manera, entendemos la dicotomía que se da entre las personas que hablan más que sus acciones y las acciones que muestran a quienes las realizan, con el propósito de elegir el camino a seguir.
Hablar de coincidencias pasa a ser una cuestión de fe en el momento que asumimos que hay una divinidad en nuestro mundo; por ende, hablar de “diosidencias” será la manera más sencilla de entender que las cosas pasan por algo y porque alguien así lo quiere.
Encontrar la lógica a lo que pasa a nuestro alrededor a veces resulta más complicado que asumir que tenemos el control de nuestra vida; no obstante, siempre será un gran reto intentarlo.
La vida es una, a pesar de que a veces nos aferremos a encontrar aristas de ello. Seguro es que hay quien se sentiría fascinado de contar con “las nueve vidas del gato”, aunque en el fondo, ésta sea un sueño para personas que no están satisfechos con vivir una.
En fin, la vida es magia … ¿sientes su encanto?
Sin duda que a cada paso que damos tenemos la posibilidad de tener aciertos y cometer errores, aunque su calificación a veces puede ser distinta dependiendo de a quien afecta o beneficia y desde luego, de quien lo observa; es decir, “todo depende del cristal con que se mira”.
No falta quien dirá que “la vida se resume en el conteo de tus aciertos y errores, siendo su resultado positivo o negativo dependiendo del saldo”; no obstante, esta referencia es sumamente simplista, toda vez que hay veces que no sabes si el acierto es cierto y los fallos pueden llegar a ser cuestionables, tanto como sus consecuencias mediatas o inmediatas lo reflejen.
Sin llegar a ser extremistas, tampoco se trata de ver que en la vida “lo que a unos beneficia, a otros afecta”, no es vivir bajo la consigna de “ganar o perder”, eso es adecuado en los deportes no como un medidor de acciones.
Recuerdo que de pequeño imaginaba a la vida como una constante de desafíos, batallas, luchas, contiendas, enfrentamientos, es decir, peleas contra rivales reales o imaginarios a los que llamamos “duelos”; sin embargo, esto que me significaba una victoria con el tiempo entendí que tenía otra connotación: dolor, lástima aflicción, pesar, tristeza, desconsuelo. Quizás con esto, abrí mis ojos a la existencia cotidiana.
En este contexto, entendí que no bastan las intenciones para ser una buena persona, sino que son las acciones las que nos definen y que, pese a lo bienintencionados que seamos, nuestros actos no siempre satisfacen a todos, sin embargo, no por eso hay que evitar realizarlos.
En mi entorno seguramente habrá quien me defina o califique mi vida, siendo la opinión más importante la que yo tengo, toda vez que soy quien la vive; sin embargo, cerrarme a esa visión no sería conveniente, por la parcialidad lógica que se presenta, razón por la cual, el escuchar también nos hace virtuosos.
Y tú … ¿qué opinión te mereces?
EL MAR QUE CREAMOS.
Cuando era niño, era común que las personas mayores llenarán mi memoria con sus aventuras. Me encantaba escuchar de sus logros y, en especial, de las vicisitudes que tuvieron para afrontarlas y salir de ellas.
De lo que oía, me encantaba compartirlo a mi manera con mi familia, en especial con mi madre, quien siempre me señalaba que las historias de éxito se forjaban con las lágrimas que nos provocaron los fracasos y el sudor que implicaba el esforzarnos por alcanzar nuestros sueños.
Bajo esa tesitura crecí y para cada situación complicada ponía en práctica sus consejos.
En situaciones difíciles, era común que muchos se refugiarán en la tristeza, la nostalgia o el dolor constante; en mi caso, si bien esas lágrimas eran por la impotencia de lo sucedido, se convertían en estímulo para ver la manera de lograrlo o mejorar las cosas.
En mi interior sabía que el no actuar de manera inmediata, podrían llevarme a ahogarme en el sufrimiento o el recelo. Eso nunca fue el propósito de mi educación en casa.
Por otro lado, con la mayoría de las personas que he convivido siempre han sido parte de la cultura del esfuerzo, es decir, aquella que nos lleva a luchar día tras día por nuestras metas.
Bien resulta decir, que para la mayoría de los casos que he apreciado en mi vida, si en el primer caso las lágrimas crearon lagos, es el sudor del esfuerzo el que ha creado más mares que han humectado mi voluntad creciente para soñar y realizar.
Dicen que el ejemplo cunde y es cierto, ver a tantas personas levantarse para crear un mundo mejor para ellos y su familia es algo sumamente grato, que a mi me ha provocado a ser una mejor versión de mí.
En tu caso … ¿eres una persona de ríos o de mares?
EL MÚSICA QUE ME ACOMPAÑA.
El pasado nos provee de cimientos, el presente nos lleva a la construcción de lo que queremos y el futuro nos lleva a su consolidación; en el entendido que lo único cierto que tenemos es el hoy ahora. El futuro es deseable pero nunca firme.
Siempre se ha dicho que de cada uno de nosotros depende nuestro destino; de ahí que me parezca insultante que nos abandonemos en aras de que alguien controle nuestras vidas y se convierta en un mecenas.
Imaginar mi vida sin esfuerzo no tendría mérito alguno; hacerla posible con ello, para mí lo es todo.
¿Dónde estoy? … es una pregunta que valdría la pena hacernos en forma constante a manera de medición de calidad, ya que “lo que se mide, se puede mejorar”.
Si me cuestionara yo mismo, sin duda que diría que estoy donde quiero estar, toda vez que hasta ahora he hecho lo que me he propuesto, en mayor o menor tiempo, con tropiezos y aciertos, con sonrisas y muecas.
El nivel de satisfacción debiera ser constante para todos, toda vez que a cada paso debiéramos disfrutar lo que hacemos al igual que con las metas que logramos.
Es obvio que siempre deberemos hablar de dignidad en nosotros y nuestro trato, aunado a la convicción de vivir con el respeto presente y atendiendo a la tarea básica, tratar a los demás como nos gusta que nos traten.
Hay una expresión “sin ton ni son” para referirse a acciones o cosas fuera de orden, medida, oportunidad u ocasión, no tienen sentido alguno, arbitrio o contexto; en cuyo caso, es válido a cierta edad y madurez poder vivir así; no obstante, conforme crecemos, deberíamos encontrar un propósito a nuestra vida.
Dicha expresión de origen musical atiende a la apócope de tono y son el de sonido y con ello, recordamos que ésta tiene tres componentes básicos: ritmo, melodía y armonía.
La vida que algunos la podrán disfrutar escuchándola como bachata, bolero o rock and roll, otros la apreciarán como metal pesado. En tu caso … ¿CÓMO APRECIARÁS TU VIDA?
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Posdata: Agradezco a Fermín García, presidente de la asociación de Empresarios Unidos por Tijuana la posibilidad de trabajar juntos por México.
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