15 septiembre, 2016

JOSÉ RUBÉN ROMERO EN CHAPINGO: Arturo Trejo Villafuerte

JOSÉ RUBÉN ROMERO EN CHAPINGO:
HACIA UNA ESTÉTICA DE LA LITERATURA MEXICANA

 

Arturo Trejo Villafuerte *

 

A Marco Antonio Anaya Pérez y Refugio Bautista Zane

 

José Rubén Romero nació en Cotija de la Paz, Michoacán, el 25 de septiembre de 1890 y murió el 4 de julio de 1952 en la ciudad de México. Es un escritor que intentó a lo largo de toda su obra plasmar la crónica picaresca de la Revolución Mexicana. En la mayoría de sus títulos –por no decir que en todos- aparece lo autobiográfico, sobre todo en sus libros como Apuntes de un lugareño (1932), donde coincide la descripción del terruño del personaje, el oficio del padre y las tendencias políticas de las personas allegadas a él, con la de la persona llamada José Rubén Romero.

En muchos de sus títulos predomina el lenguaje popular, los dichos y las coplas callejeras, con lo que logra personajes vivos, verosímiles y sumamente entrañables como sería el caso de una de sus novelas más celebradas: La vida inútil de Pito Pérez (1938, con versiones cinematográficas: una con Manuel Medel y otra con Ignacio López Tarso), la cual trata de un sujeto lépero y desvergonzado que coincide en el tiempo de publicación con El canillitas –otro pícaro redomado- de don Artemio del Valle Arizpe, y es el antecedente de los personajes que después conseguirían plasmar el caricaturista Rius con “Calzonzin” en su historieta Los agachados y el escritor Gonzalo Martré con El chanfalla en su trilogía de novela sobre éste (El chanfalla, Entre tiras, porros y caifanes y ¿Tormenta roja sobre México?), entre otros tantos personajes parecidos que ha dado la Literatura Mexicana Contemporánea.

Sin ninguna duda La vida inútil… es una de las obras más significativas dentro de la producción del michoacano y, tan fue así, que le llegaron a poner como seudónimo el nombre de su personaje: Pito Pérez, además de tener que seguir con la historia del lépero irredento en Algunas cosillas de Pito Pérez que se me quedaron en el tintero (1945). Otras de sus obras –todas de narrativa y novelas- abordan la temática de la Revolución y el choque que pasma a la sociedad mexicana al encontrarse entre lo rural y lo urbano, la transición de ésta entre el campo y la ciudad. Entre ellas se encuentran: Desbandada y El pueblo inocente (1934), Mi caballo, mi perro y mi rifle (1936), Anticipación a la muerte y Una vez fui rico (1939) y Rosenda (1946).

También escribió varios libros de poemas y ensayos. Durante un largo periodo de su vida fue diplomático, profesor, funcionario público y Miembro de la Academia Mexicana de la Lengua. Pese a sus estadías en el extranjero, nunca dejó de regresar a México, ni de pensar en su terruño ya que, de hecho, la mayoría de sus obras que hablan de él, las escribió fuera de nuestro país. En sus regresos a nuestro país, no rehuía las charlas y las conferencias, siempre abordándolas en forma sencilla y didáctica, para que la gente las entendiera, rehuyendo el discurso grandilocuente.

La conferencia que aquí comentamos: “En torno a la literatura mexicana. Palabras dichas a los alumnos de la Escuela de Chapingo”, es una clara muestra de una disertación lúcida y fluida, donde se cuida mucho el aspecto formal del texto, aunque nunca deja de estar presente la sensación de que es precisamente una charla, alejada de toda pretensión erudita y apabullante. Ignoramos si ésta fue primero escrita y luego leída o si de verdad nuestro autor llegó a improvisar. Lo cierto es que ahora, vista a distancia, es una especie de pronunciamiento estético sobre cómo veía José Rubén Romero a la literatura mexicana de la época.

Debido a que no tiene fecha, por lo que menciona en ella, podemos pensar en los años 30, sobre todo porque se ocupa y retoma la polémica que se suscitó entre Francisco Monterde (1894-1985) y Julio Jiménez Rueda (1896-1960) con respecto al valor literario y humano, a las propuestas que pudiera aportar el nacionalismo en la literatura y las vertientes del nacionalismo, a partir del redescubrimiento de Los de abajo (1915) de Mariano Azuela, a partir de 1924 (Ver para mayores datos al respecto: Letras y balas de Xorge del Campo, emes editores, México, 2001. 282 pp.).

Esta charla, según manifiesta el Doctor Antonio Castro Leal en el prólogo a las Obras completas (Ed. Porrúa, México, 1957. 838 pp. Quinta edición: 1979. Ver pág. XIX), es parte sustancial de su estilo el cual “procede originalmente, no de la lengua escrita, sino de la comunicación oral, que reclama un auditorio, que busca la comprensión y el agrado de los circundantes. Castro Leal menciona precisamente esta plática a los alumnos de la Escuela de Chapingo, señalando la clara franqueza en la que siempre ponía una severidad exagerada consigo mismo. Y en efecto, en alguna parte de la plática José Rubén Romero menciona y confiesa que “Un hombre ignorante –como yo- comienza haciendo literatura hablada, porque la literatura es la expresión del sentimiento, y aprovecha como tema la historia de su región, las leyendas que le refirieron sus padres, la flora que lo cerca, la fauna que se mueve en torno suyo”.

Romero bien pudo haber sido invitado por Marte R. Gómez a Chapingo y además tenía bien ubicada a la escuela: “Ustedes, que aspiran a poseer la ciencia más vieja del mundo, la de hacer producir a la tierra el pan y el vino, la flor y el azúcar, elementos que sostienen, alegran, aroman y endulzan la vida del hombre, quizás tengan también la curiosidad de oír, abriendo un paréntesis en sus estudios profesionales, algunas ideas expuestas por quien es señalado como miembro activo de la vida literaria del día y que goza por ello de alguna popularidad”… “Así como ustedes toman un puñado de tierra y saben por su grano, color y peso a qué zona corresponde, qué clima la nutre y qué puede producir, algo semejante pasa con las literaturas regionales, porque son el resultado del clima, del paisaje, de la influencia geológica, de la lejanía o de la cercanía del mar, de la paz de la llanura o del vértigo de la montaña”.

Y lo que plasma en su plática Romero es una auténtica estética de la literatura que él practicaba –nacionalista- y toda la vertiente que tenía que ver con ésta desde Guillermo Prieto, pasando por Vicente Riva Palacio, Inclán, Payno y demás hasta llegar a los autores de la Revolución, haciendo a un lado a los pequeños Gide, Proust, Azorines, Wilde, Cocteau (¿alusión a la tendencia estética del grupo de “Los Contemporáneos”?), menciona como causas de esa división que “… ellos se sienten despojados de una popularidad a la que voluntariamente no quisieron llegar, y se vengan torciendo el morro y diciendo que ellos son productores de arte y no fabricantes de truculencias en conserva”. Luego sigue con argumentos sólidos y contundentes: “… mientras ellos -los cultos- eran simples traductores de pensamientos extranjeros, nosotros ya éramos traducidos, y que mientras ellos eran imitadores, nosotros ya éramos imitados”.

Llega a una verdad, a la que también alude Alfonso Reyes, pero, con otras palabras: “A mi juicio, la universalidad solamente se adquiere reflejándose de dentro para afuera; en el extranjero no interesan las obras mexicanas con contenido europeo, salvo las de temas científicos, sino las tragedias y las comedias de nuestro país, sentidas y escritas con el lenguaje del pueblo”.

Lo concreto de la plática reside en el “valor” que el escritor le otorga a la literatura mexicana en general y a la “nacionalista” en lo particular, resaltando los elementos que hacen importante a una y a otra; de la misma manera señala que nuestro país es tan grande que bien caben todos los escritores, de una y otra tendencia.

 

Chapingo, México, Iztapalapa-Bondojito, D. F., a 15 de enero del 2014.

 

 

* Profesor investigador de la Universidad Autónoma Chapingo y miembro del IISEHMER de la misma institución. Sus recientes títulos publicados son: Lunas de octubre (poemas, antología, 2009), Rituales. 21 cánticos de amor y un poema casi desesperado (poemas, 2009), Mi vida con las mujeres (relatos, 2009), Alas de lluvia (poemas, 2010), Sueños al viento (poemas, antología, 2010), Ecos del tiempo (poemas, antología, 2011), Poemas para un poeta que dejó la poesía (poemas, antología, 2011), Donde la piel canta (poemas, antología, 2011), Coyotes sin corazón (cuentos, antología, 2011), Sombras de las letras (ensayo, Ed. Cofradía de Coyotes, México, 2012. 136 pp.) El tren de la ausencia (cuentos, antología, Ed. Cofradía de Coyotes, 2012. 124 pp.), Perros melancólicos (cuentos policiacos, antología, Ed. Cofradía de Coyotes, 2012. 174 pp.), Lámpara sin luz (novela, FOEM, México, 2013) y Árbol afuera (poemas, antología, Cofradía de Coyotes, México, 2013).

 

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