26 junio, 2014

Leopoldo González

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SELECCIÓN DE POEMAS
IR DEL SILENCIO A LA PALABRA

Secretaría de Educación en el Estado (SEE)
Centro de Desarrollo Infantil No. 7
Recital, jueves 12 de junio de 2014

Mtro. Leopoldo González

 

Cuando la poesía baña el lenguaje con el agua lustral de un decir forjado en el silencio, y crea, así, un territorio de refundación de la palabra, ese territorio se vuelve un referente de luz capaz de iluminar el universo en un instante.

 

MUJER LEJANA
Esta mujer cabe en mis manos.
Es blanca y rubia, y en mis manos la llevaría como a una cesta de magnolias.
Esta mujer cabe en mis ojos.
La envuelven mis miradas, mis miradas que nada ven cuando la envuelven.
Esta mujer cabe en mis deseos.
Desnuda está bajo la anhelante llamarada de mi vida y la quema mi deseo como una brasa.
Pero, mujer lejana, mis manos, mis ojos y mis deseos
te guardan entera su caricia
por que sólo tú, mujer lejana, sólo tu cabes en mi corazón.

Pablo Neruda
Para nacer he nacido, 1975

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

UNA MUJER RESUELTA EN SOMBRA

 

Estoy aquí, contigo, en tu costado, en la arteria central de tu corazón, por dentro de tu esperanza, a cierta hora del mundo, como un destello de presencia.

Soy lo que no acaba de irse en los dientes de la palabra “adiós”.

Soy el guardián de cada uno de tus recuerdos; el centinela fiel de tu huella y tus pasos; la armadura que cuida los misterios de tu cuerpo; la mojada caricia que te hizo tocar las plumas del más alto viento.

Soy el tejido de un sol municipal, que forjó el sentido de ciertas e ignoradas palabras en tu lenguaje de leona en celo.

Estoy aquí, en la orilla de tu piel –casi tocándote en llamas- para ayudarte a ser, para conjurar en ti los peligros de un mundo como éste, y sofocar –si es posible- el ruido metálico del llanto.

Mientras permanezca a tu lado, como un signo o un destello de presencia, nadie podrá contra ti: ni la ciudad, ni una lágrima, ni tu sombra, ni el olvido.

 

 Leopoldo González
Inédito, 2012

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

DE NUEVO

De nuevo llegas a mi casa.

Conoces el camino

y sabes que mis cosas

se han amoldado a ti.

 

En el espejo

queda tu reflejo.

 

En la tarde de la ciudad,

bajo las máquinas;

en la tarde amarillenta

sucia, habitada de sombras,

manchada por las prensas,

vociferante río de niebla

hacia la noche del tumulto;

en la tarde tus cabellos

serán un recuerdo presente.

 

Yo estaré junto

a tus dieciséis años

y junto a tu fracaso,

y a tus cansados días

vividos bajo el humo de la ciudad.

 

Estaré junto a tu voz pasada

escuchando tu voz presente.

Leeremos nuestra historia

en el libro cerrado

de tu vientre.

 

Hugo Gutiérrez Vega

Resistencia de particulares

Ediciones Era, 1974

 

 

VOY POR TU CUERPO COMO POR LA VIDA

 

Por las paredes de tu cuerpo

me deslizo ciempiés casi araña,

me deslizo caimán casi escorpión

buscando deletrear,

en las frondas ariscas de tu piel,

lo que puede un insomnio vivo

bajo el alba,

extraviado

en la mansa combustión de los oráculos del sueño.

 

Por los muros frontales de tu cuerpo

me deslizo gorrión casi abejorro,

casi delfín en ósculos de sombra,

para llenar de una presencia viva

la noche inmensa en que descansas sola,

sin Dios ni prójimo, sin un motivo,

en la memoria gris e irrevocable

de tu silencio herido.

 

Por los pilares de tu cuerpo voy

mudo e interrogante,

y amanecido en ti,

estreno el juego simple

de tatuar volcanes.

 

Voy por tu cuerpo como por la vida

acumulando asombros

en el pasmo sin fin de la mirada,

sencillamente alegre al tacto

de saber que pudimos,

sin los falsos venenos del instinto,

ponerle un cascabel de sombra a nuestros besos

y arrinconar la noche,

en la penumbra en que amasamos solos

-tu en mi cuerpo, yo en el tuyo-

el pan del alba.

 

Leopoldo González

La palabra posible

Ediciones poesía volante, 2007

 

 

 

 

Un inédito de Juan Bautista Villaseca

Anotación, 26 de agosto*

 

A unas horas de ti,

desde el junco y el trigo

hoy te presienten todos los molinos,

los caserones de la geografía,

la plantación del mar

en los cruceros llegando a la pezuña de las islas,

el vegetal arrodillado

bajo la militancia del otoño,

el abanico de los pájaros

doliendo como llovidas mandolinas,

el pecho como un sur de enredaderas

donde me vas a anclar,

los climas donde tejes tu tubería de río,

los trenes donde pasa soltero tu galope,

el portaviones gris de la ceniza

donde vuelan los días,

las fábricas

donde un sábado aroma su salario,

mi flor que ya gobiernas,

mi flor que gobernabas,

ay flor de flor que pones

coronada de niños

en la solapa amarga de la tierra.

*Del volumen inédito: Diario para María Azhar, compilado por el escritor, poeta y editor José Manuel Recillas, en la ciudad en la que tanto padecer y desconsuelo sufrió su autor. México, D. F., 2013.

 

 

INTERLUDIO DE PAZ POR LOS AMANTES

 

A Elizabeth, a Brando,

en otra orilla del tiempo.

 

Los amantes son seres que vienen de otra parte

a veces ebrios de noche y distancia

especialistas en buscar lo imposible

 

Los verdaderos amantes

son los locos cuerdos de esta historia

 

Se ocultan tras la luz que los vuelve invisibles

hacen de la noche día con la linterna del corazón

succionan la humedad del universo en cada aurora

se van a otra parte desde la fuerza de su amor

eufóricos y dichosos como golondrinas salvajes

 

Con palabra y silencio alimentan

una mirada que todo lo devora

bajo las sábanas frescas del deseo

 

No comprenden que el amor

-el que forjó la soledad irrevocable de sí mismos-

hizo en ellos el experimento jamás logrado:

un lenguaje que dijera todo en las llamas de la caricia

 

Una sola gota de miel apaga su locura

y lleva plenitud a su alma

 

 

En el sueño

–tan sueño para un solo ser-

atesoran, los amantes, una poética del otro

escrita en compases de adiós y salmodias de luna

para que la música de los sentidos

sea un betabel de cola larga   por si las dudas

 

Los amantes nacen   crecen

se reproducen     y nunca mueren

porque el amor es la coartada perfecta

para asegurar la perpetuidad de la sangre

 

Los amantes, errantes ostras de silencio

son seres distintos bajo el encierro del mundo

alguien que se saca los ojos y tiembla

para reconocerse afín en los pasos del otro

 

Los buenos amantes son cosa juzgada

 

En los desvelos de la memoria

permanecen más allá del bien y el mal

perfectos de humedad y silencio

 

No hay amante que resista

la acidez inevitable del mundo y sus juegos de fantasmas

 

Los amantes, los verdaderos amantes

urden el total abandono de sí mismos

en la plenitud estratégica del otro

sin mirada triste ni aire de vino tinto

 

Los amantes, los verdaderos amantes

oscura hiel de ser la herida de otra voz

precipicio de luz en los naufragios del ojo

sombra apolínea en la sangre de los locos

llevan en el deseo la flor de incendio

de los pecados silenciosos de la carne

 

Leopoldo González

Hora temprana

Lord Byron Ediciones,

España, 2014

 

 

NOCTURNA

 Tengo una mujer ardiendo en la memoria

la beso cada noche

la pongo sobre las sábanas

como un navío que zarpa

no importa su nombre

arde siempre

 

Neftalí Coria

Revista Fragmentario,

Encuentro de poetas del mundo latino, 1992

 

DE LO RICO QUE HUELEN LAS MAMÁS

 

Las mamás huelen a sopa y

Uno quiere a su mamá porque huele a sopa

 

Primero de muy niño uno quiere a su mamá

porque huele a leche

 

A leche, y a miel

 

Luego las mamás huelen a jabón porque nos bañan

 

Y despuesito las mamás huelen a verdura fresca

y a frutas de la estación

 

Las mamás huelen en el recuerdo durante toda la vida de los hijos

Porque las mamás huelen en la piel y en la memoria

 

Huelen a sopa, dije, a leche, a miel y

a hierbabuena huelen

 

Las mamás

Muchas mamás

Casi todas

Huelen a fresas recién cortadas

 

Y las hay que huelen a guayaba

y a ciruela y a melocotón

y a frutos que aún

no se nos ha ocurrido inventar

 

Y las hay, hermosísimas

que huelen exclusivamente a mango

 

Pero eso sí

que nadie diga que las mamás no huelen

porque

nomás cerrar los ojos

y saber que este mundo huele bien todavía

porque las mamás son las dueñas del aroma:

por donde pasan su olor hace

crecer las flores

resurgir el oxígeno

salir recién bañado el aire fresco

 

Todo el tiempo que viven

y luego cuando ya no

las mamás se la pasan

metidas

con su olor en el olfato

de nuestro pensamiento

 

Nada, sino la propia muerte,

nos quita de la piel el olor de mamá

 

Y las mamás huelen a miel

y a leche

y a sopa

y al jabón que nos baña

y a la fruta fresca

de cuando éramos hijos

 

El olor a mamá originó la vida en el planeta.

 

Dante Medina

Revista LETRA FRANCA

Mayo, 2013

 

 

 Los abuelos o el síndrome de la casa vacía

En los últimos 50 años, nuestro estilo de vida familiar cambió drásticamente como consecuencia de un nuevo sistema de producción. La inclusión de la mujer en el circuito laboral llevó a que ambos padres se ausenten del hogar por largos períodos, creando como consecuencia el llamado “síndrome de la casa vacía”.

 

El nuevo paradigma implicó que muchos niños quedaran a cargo de personas ajenas al hogar o en instituciones. Esta tercerización de la crianza se extendió y naturalizó en muchos hogares.
Algunos afortunados todavía pueden contar con sus abuelos para cubrir muchas tareas: la protección, los traslados, la alimentación, el descanso y hasta las consultas médicas. Estos privilegiados chicos tienen padres de padres y lo celebran eligiendo todos los apelativos posibles: abu, abuela/o nona/o bobe, zeide, tata, yaya/ opi, oma, baba, abue, lala/ mamá grande o babi, o por su nombre, cuando la coquetería lo exige.

 

Los abuelos no sólo cuidan, son el tronco de la familia extendida, la que aporta algo que los padres no siempre vislumbran: pertenencia e identidad, factores indispensables en los nuevos brotes.
La mayoría de los abuelos siente adoración por sus nietos. Es fácil ver que las fotos de los hijos van siendo reemplazadas por las de éstos. Con esta señal, los padres descubren dos verdades: que no están solos en la tarea y que han entrado en su madurez.
El abuelazgo constituye una forma contundente de comprender el paso del tiempo, de aceptar la edad y asumir la esperable vejez.
Lejos de apenarse, sienten al mismo tiempo otra certeza que supera a las anteriores: los nietos significan que es posible la inmortalidad. Porque al ampliar la familia, ellos prolongan los rasgos, los gestos: extienden la vida. La batalla contra la finitud no está perdida, se ilusionan.

Los abuelos miran diferente. Como suelen no ver bien, usan los ojos para otras cosas: para opinar, por ejemplo, para sugerir un abc del vivir o para recordar.
Como siempre están pensando en algo, se les humedece la mirada; a veces tienen miedo de no poder decir todo lo que quieren.
La mayoría tiene las manos suaves y las mueve con cuidado. Aprendieron que un abrazo enseña más que toda una biblioteca.
Los abuelos tienen el tiempo que se les perdió a los padres; de alguna manera pudieron recuperarlo. Leen libros sin apuro o cuentan historias de cuando ellos eran chicos. Con cada palabra, las raíces se hacen más profundas; la identidad, más probable.
Los abuelos construyen infancias, en silencio y cada día. Son incomparables cómplices de secretos. Malcrían profesionalmente porque no tienen que dar cuenta a nadie de sus actos. Consideran, con autoridad, que la memoria es la capacidad de olvidar algunas cosas. Por eso no recuerdan que las mismas gracias de sus nietos las hicieron sus hijos. Pero entonces no las veían, de tan preocupados que estaban por el trabajo o por cómo educarlos. Algunos todavía saben jugar a cosas que no requieren aparatos o no se “enchufan”.
Son personas expertas en disolver angustias, cuando por una discusión de los padres, el niño siente que el mundo se derrumba. La comida que ellos sirven es la más rica, incluso la comprada. Los abuelos huelen siempre a abuelos. No es por el perfume que usan, ellos son así. ¿O no recordamos su aroma para siempre? La suya es la fragancia de la edad y de los años.
Los chicos que tienen abuelos están mucho más cerca de la felicidad. Los que los tienen lejos, deberían procurarse uno: siempre hay buena gente disponible.
Finalmente, para que sepan los descreídos: los abuelos nunca mueren, sólo se hacen invisibles.

 

Enrique Orschanki

Revista LETRA FRANCA

Junio, 2014

 

 

RECURSOS PROPIOS

 

En los vericuetos de la lírica

retumban los cantares:

 

Nadie, sino el individuo,

habla la lengua

que las generaciones generan.

 

Y no es que el particular

levante la voz

como estandarte de la callada muchedumbre,

pues igual la padece:

el solitario

no puede más

que hablar de sí mismo.

 

Ser, se sufre.

Ramón Méndez Estrada

Revista LETRA FRANCA

Mayo, 2014

 

 

ASÍ VIVIMOS

 

Con tantos sucesos aquí

juntos todos al ras del hombre

se hizo insoportable tanta ruina

tanta destrucción que surca el aire

 

Parió la peste de la muerte muchos hijos

le nacieron vientres de sal a la tragedia

sólo por unas balas que cobijó la noche

bajo el silencio ruin y cómplice de tantos

 

En pócimas sabor amargo

entre aire caliente y un poco de sudor

el negror de los días no es fuego que claudique

aquí el llanto del polvo es guarida de muerte

 

El mismo sol de todos

el que aprieta los frutos y entibia las palabras

es más caliente aún en el abrazo del polvo

más quemante que nunca en las navajas del trópico

 

Vino la tempestad

un drama largo y triste con uñas afiladas

entró en la voz   la sangre   la memoria del otro

vino y fue grito mudo en el semblante pálido del alba

 

Esto no puede durar

no puede ser que aniden en el aire

como suspiro de lágrima en la hiel

los despojos de tantas primaveras

 

Mañana se vestirá de fiesta

mañana será cosa de ayer haber vivido

y aunque la oscuridad nos sigue muy de cerca

una luz tenue basta para encender el trigo

 

Leopoldo González

Hora temprana

Lord Byron Ediciones

Madrid, España, 2014

 

 

ASÍ MORIMOS

Morimos porque sí,

porque al fin

tras la senda conclusa del último oxígeno

la muerte es la única salida de la vida.

 

No hay otro cuerpo ni otra hora

para empacar el hechizo del mundo

y salir corriendo de uno mismo.

 

Morimos tan de pronto,

tan repentinamente,

que un día –sin consultarnos-

alguien transforma nuestro rostro

en cosa parecida a lo que fuimos,

en llanto capital de la memoria,

en una vertical señal de humo,

en fugitiva voz de redes sociales,

en esquela oficial al gusto del periódico,

en silencio ignorado de unos libros,

en esto o en aquello

o en sonido de viento a la deriva,

mientras alguien prepara nuestros pasos

-en redobles de adiós o soledad amarga-

para el juicio final de los iguales

en la desconsolada luz que aún permanece.

 

Nada es ya lo que fue

en horas despobladas de uno mismo.

El tiempo es la estación más cruel:

llama sin fin de lo que vive y pasa.

 

Al término de todo,

cuando la vida no nos pertenece

y en nada le pertenecemos,

morimos hacia adentro

y el epitafio nos libra de la muerte póstuma:

aquí yace alguien     que niega

cualquier relación de parentesco con el mundo.

 

Leopoldo González

Revista Letra Franca, marzo, 2014

 

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