27 febrero, 2025

La pantalla es “El Mayo”

La carta más reciente de Ismael “El Mayo” Zambada, tiene varios significados útiles para determinar la psicología criminal de un pueblo, aunque también -si se la lee con rigor- ofrece pistas y claves para definir la forma en que se crean ritos y sectas criminales en México.

Para crear una maquinaria criminal, a veces sólo basta con que un loco y resentido sepa usar y manipular a otros como él, o con características emocionales semejantes a las suyas, para que el diseño uniformice la visión y la conducta de todos en aras de conseguir lo que por la vía del mérito y el talento no podrían.

El criminal no pone en juego el mérito y el talento para destacar y hacerse del liderazgo en un grupo: le bastan la habilidad, la astucia y el olfato para identificar a los “vulnerables emocionales” de su entorno y a los vencidos de la vida, para dar forma a la secta o a la organización criminal que proyecte en su día a día las llamas y demencias de sus integrantes y seguidores.

En términos generales, así nacieron la secta criminal de Charles Manson y la de “los davidianos” en EU, pero también los Zetas, los Beltrán Leyva, la Familia Michoacana, los Caballeros Templarios y el bajo mundo criminal que ha hecho de cierto partido su brazo político.

La carta que hizo pública Ismael “El Mayo” Zambada el viernes, donde evidencia su miedo a la pena de muerte y pide a sus cuates de Morena que formalicen ante el Departamento de Justicia de EU una petición de repatriación, es la punta de un iceberg delincuencial que delató a sus propios abogados, a conspicuos y bien conocidos integrantes de la 4T y los que en esa causa -ellos dicen- creen que le pueden “dar clases de ética y de moral a los Estados Unidos”.

La carta de “El Mayo” Zambada generó un terremoto y un efecto boomerang en México, por los cuales se pudo saber que algunas avenidas del crimen organizado conducen a Palacio Nacional, aunque no sólo ahí, pues muchas de ellas desembocan -según la enciclopedia de la infamia de “El Mayo”- en bunkers y casas de gobierno de varios estados de la República, donde ya operan el instinto criminal y el ojo clínico de la DEA.

La misiva de “El Mayo” amerita una lectura criminalística, no sólo porque forzó el reconocimiento de que una joven muy, muy agraciada, embajadora del Cartel de Sinaloa, ha estado varias veces en Palacio Nacional, sino porque provocó que galerías de alta gama, fototecas, audiotecas, hemerotecas y ´egotecas´ de políticos con criminales le dieran la vuelta al mundo de las redes sociales y a los caminos del aire, remachando un mantra de opinión pública: Algo está podrido en Dinamarca, y desde luego en México.

En cuanto a los nombres de Frank Pérez, Juan Pablo Penilla y Juan Manuel Delgado, esos a los que de pronto medio mundo en Morena dice no conocer, no es raro verlos en comilonas ejercitando el sibaritismo, en eventos de partido y en salutaciones a granel con gente finísima como López Obrador, Américo Villarreal, el junior López Beltrán, Rubén Rocha Moya, Félix Salgado Macedonio, Ricardo Monreal, Sergio Gutiérrez Luna, Cuauhtémoc Blanco, Pedro Haces, la propia señora Sheinbaum y un montón de gobernadores de estirpe guinda que podrían, si se lo proponen, no sólo dar clases de ética y moral a los pobres yanquis, sino elevar el civismo reconfortante (¿dije “civismo”?) del amor a la patria. Como que a muchos millones de mexicanos estos casos les provocan cierta “penilla”. Por lo demás, estos y otros nombres están bajo la lupa de la DEA.

La carta de “El Mayo” Zambada que pisó tantos juanetes y exhibió las profundas debilidades del gobierno actual, también provocó una jugada no intelectual sino astuta en el círculo rojo del poder: desempolvar del subconsciente un nacionalismo que no está bajo amenaza ni en riesgo; hacer del tema de “El Mayo” Zambada un problema de soberanía nacional; inflamar el ego del patriotismo y llevar la retórica de la no injerencia en nuestros asuntos a la Carta Magna, son y parecen un tema de cuentística aldeana y popular, no de otra cosa.

La cantidad de enredos y de tratos inconfesables en los que el señor López Obrador fue operador y beneficiario de su propia causa, desde poco antes del año 2000 y hasta la fecha, permiten suponer que a quien realmente se busca proteger hoy, desde la mafia del poder, es al inquilino de Palenque y a sus socios.

EU, que tiene un gran expertis en investigación criminal, por supuesto que lo sabe.


Pisapapeles

Lo que dijo José Alfredo Jiménez: “Yo canto, porque cantando se limpia el alma”, es la mejor recomendación que podemos hacer a “El Mayo” Zambada; que cante, en Do mayor o en Do menor, pero que cante.

leglezquin@yahoo.com