29th

diciembre
29 diciembre, 2023

Mario Vargas Llosa

Mario Vargas Llosa, el escritor peruano avecindado en Madrid desde los años noventa, se despidió el domingo pasado de sus lectores que semana a semana leían, en el diario El País, su columna “Piedra de toque”, que publicó en ese diario durante 33 años.

Vicente Gutiérrez recuerda que Mario Vargas Llosa ya lo había advertido: que había comenzado a despedirse cuando anunció, a principios de este año, que se encontraba escribiendo “Le dedico mi silencio”, anunciada como su última novela. Supongo e imagino que es como una grieta en la sangre, o un doloroso destierro, separarse por propia voluntad de una vida dedicada a la escritura desde 1952, como es el caso de Vargas Llosa.

Estaba de paso en Nueva York, en octubre de 2010, a donde fue a dictar algunas conferencias, cuando recibió la noticia de que el comité de Estocolmo le había conferido el Premio Nobel de Literatura de ese año, el cual recibiría dos meses después.

En su despedida de las páginas de El País el domingo pasado, el Premio Nobel dio un único consejo a los jóvenes que “se inician como escritores en la prensa diaria: decir y defender su verdad, coincida o discrepe de lo que el diario defiende editorialmente”.

En dicha despedida, Vargas Llosa agregó: “el periodista de talento busca la verdad como una espada que se abre paso por doquier. Decir mentiras, manipular, es fácil, pero tarde o temprano queda en evidencia. El que dice la verdad y la defiende presta un servicio a los lectores y a su tiempo”.

En la misma edición del domingo, El País publica una entrevista con el autor de “Conversación en la Catedral” y “La casa verde”, y se anuncia que será la última, pues no concederá ninguna otra en su carrera.

Además de la entrevista que publicó el domingo El País, hay muchas otras de meses recientes en las que Vargas Llosa habla de teoría literaria, sitúa el papel del periodismo como aliado de la sociedad y la crítica, recuerda su desencuentro con García Márquez, rememora los años de las dictaduras en América Latina y el mundo y reitera su compromiso con la verdad, la libertad y la democracia.

No obstante, hay un libro en el que se mezclan el diálogo, la entrevista y la confidencia, que es de lectura obligada para todo lector e investigador que desee un contacto más íntimo y directo con la obra y el pensamiento de Mario Vargas Llosa; ese libro es “Conversación en Princeton” con Rubén Gallo, y resulta imperdible para quien quiera conocer de fuente directa las motivaciones detrás de la obra del autor peruano, además de su abierta postura política contra el populismo y a favor de la libertad.

Por supuesto, son legión los despistados de izquierda que apoyan al populismo creyéndolo una democracia; buena parte de esa legión es la que -con gran ignorancia- ha descalificado sin leer la obra ensayística de Octavio Paz, y ahora hace fila en la condena a priori del pensamiento de Mario Vargas Llosa.

Yo sostengo que los productos de la razón son de una estirpe y una calidad poco comunes, y que no los puede igualar ni superar el más estomacal de los insultos. O sea que, en materia de ideas y supersticiones y creencias, por supuesto que hay niveles.

Se ha escrito una gran cantidad de novelas sobre las dictaduras, las tiranías y las autocracias de izquierda y de derecha que han padecido en la historia contemporánea América Latina y el Caribe: “Yo, el supremo”, de Augusto Roa Bastos; “El otoño del patriarca”, de Gabriel García Márquez, y otros; sin embargo, yo me quedo con “La fiesta del Chivo”, de Mario Vargas Llosa, inspirada en el dictador dominicano Leónidas Trujillo, quien persiguió y dio muerte a las hermanas Miraval, símbolo actual de la lucha por la libertad y contra la violencia hacia las mujeres.

Al explicar por qué bautizó a su columna semanal “Piedra de toque”, Vargas Llosa refiere: “refleja lo que soy, lo que no soy, lo que creo, temo y detesto, mis ilusiones y mis desánimos, tanto como mis libros…”.

Según el diccionario, la famosa y mítica “piedra de toque” sirve para medir el valor de los metales, aunque a mí la expresión me gusta como instrumento para tomarle el pulso a la calle y a la intemperie civil, sin que por ello deje de ser útil como postura de vida para huir de los extremos y dejar bien sentado el valor de los matices. Los tres libros que recogen una selección de sus columnas, entre ellos “El lenguaje de la pasión”, son una muestra del vigor y el rigor periodístico e intelectual de Mario Vargas Llosa.

Conocedor de las negruras, las amarguras y las agruras que han marcado a la historia latinoamericana, tanto como de sus filtros de luz, Vargas Llosa es un pensador de la libertad que seguirá escribiendo en nuestra mente después de su silencio.

La expresión que desliza uno de sus personajes en “Conversación en la Catedral”, cuando interroga en la soledad del mármol “¿en qué momento se jodió el Perú?”, es una pregunta que podría caer como anillo al dedo en el México de hoy.


Pisapapeles

Consuelo Sáizar, del grupo de intelectuales que acompañan a Xóchitl Gálvez, dice que Vargas Llosa es “alguien que amplió los horizontes del ensayo y del pensamiento crítico”.

leglezquin@yahoo.com    

 

TAGS: