25 septiembre, 2016

DECÁLOGO DE LA TOLERANCIA: Héctor Ceballos Garibay

DECÁLOGO DE LA TOLERANCIA

Por Héctor Ceballos Garibay 

1-   Por fortuna, actualmente vivimos en un Estado laico que nos garantiza a todos los mismos derechos y libertades, en igualdad de condiciones jurídicas y civiles, e independientemente del credo, la raza, la etnia, la ideología y la preferencia sexual de cada quien.

2-   Nuestra Constitución Política protege las libertades básicas del individuo al mismo tiempo que prohíbe la discriminación y la marginación de los que piensan distinto a nosotros. Pensar de manera diversa y hasta contrapuesta, está permitido y es saludable para las sociedades. Conculcar los derechos de los otros, constituye una ofensa y es un delito.

3-   Ningún Estado, partido político, iglesia, individuo o corporativo debe imponer su concepción particular de la vida y la moral al resto de los ciudadanos. La ética, tal como lo demuestra la historia, está determinada en buena medida por contextos sociales muy distintos entre sí, los cuales van modificándose con el paso del tiempo. Es imposible, pues, que exista la Verdad absoluta. Sólo en las dictaduras totalitarias y en los estados fundamentalistas se pretende cancelar la diversidad social y el pluralismo ideológico.

4-   A diferencia de las otras especies animales, la superioridad del ser humano consiste en que la naturaleza no determina de manera imperativa el destino de los individuos. El Homo Sapiens forja su propio devenir mediante el uso de la razón, los procesos educativos y la acumulación de conocimientos científicos y tecnológicos. La evolución social humana tiene como uno de sus frutos civilizatorios la superación de los tabúes y prejuicios discriminatorios a fin de que prevalezca la mayor libertad e igualdad posibles para el conjunto de la sociedad.

5-   La pluralidad ideológica, la multiculturalidad y la enorme diversidad étnica, racial, social y política que coexisten en cada sociedad y en el conjunto del planeta son fuente de enriquecimiento social y cultural. La xenofobia, el racismo, la misoginia, el machismo, el ultranacionalismo y la homofobia son lacras que deben ser superadas en aras de favorecer la fraternidad y la paz universal, la comprensión mutua y la cordialidad humanista.

6-   Si se trata de adultos, cualquier persona tiene la potestad de ejercer sus libertades religiosas, políticas, sexuales y de conciencia, siempre y cuando no afecte la vida de terceras personas y jamás atente contra los derechos humanos de persona alguna.

7-   Si la totalidad de los individuos y grupos tienen garantizadas constitucionalmente sus propias libertades básicas, ¿por qué, entonces, algunos sectores se preocupan y hasta se movilizan buscando negarle a otros sujetos y colectivos su derecho a actuar libre y legalmente según sus peculiares maneras de ser y pensar? Y si no admitimos injerencias externas a la hora de ejercer las conductas sociales y morales de nuestra elección, tampoco debería nadie inmiscuirse en la vida de los otros ya que los asuntos ajenos no tienen por qué afectarle ni son de su incumbencia.

8-   La cultura de la tolerancia y la protección jurídica a todos los colectivos y personas son conquistas sociales y políticas que año con año se extiende por todo el mundo libre, ¿por qué no avanzar también aquí en México hacia la ampliación y el fortalecimiento de los derechos igualitarios del conjunto de los ciudadanos?

9-   La convivencia amorosa entre las parejas del mismo o diferente sexo, así como el hecho de ofrecer una buena educación a los hijos (valores, afecto, autoestima), sean éstos descendientes naturales o adoptados, son actitudes humanas que no dependen de la preferencia sexual de las personas involucradas, sino de las cualidades éticas y de la responsabilidad que muestren las personas hacia los menores bajo su tutela. Un hijo amado y bien educado enfrentará con éxito cualquier estigma social, racial, religioso o sexual que ocurra en la escuela o donde fuere. Así lo demuestra la historia de las sociedades. Nadie ahora, por ejemplo, se escandaliza frente a los casamientos entre aristócratas y plebeyos, negros y blancos, católicos y judíos, europeos e indígenas.

10-   Ya lo decía nuestro máximo héroe de la Reforma: “El respeto al derecho ajeno, es la paz”. En lugar de discriminar y condenar a los que piensan distinto, deberíamos buscar los puntos de coincidencia y de enriquecimiento mutuo que tenemos con todos aquellos que, a semejanza nuestra, también buscan que se les respete su derecho a la felicidad.

TAGS: