7 septiembre, 2022

Leopoldo González: El mono mediático II

 

En un país como México, donde el presidente es vocero de cuanto se le ocurre y su propio ministro de propaganda, es interesante no perder de vista su habilidoso juego verbal y el país que intenta vendernos.

En un comentario anterior me referí a “el mono mediático” e intenté sentar tres premisas: la propaganda es el gran sensibilizador de la opinión pública, al punto de que cualquier estrategia de manipulación sólo puede explicarse en función de aquella; un encuadre propagandístico sólo puede ser exitoso en la medida en que sabe usar y explotar emociones y pasiones humanas, para conseguir que algo sea creído y aplaudido independientemente de su verdad; por último, el verdadero poder radica en quien le impone una narrativa a la masa, no en quien habla de cosas bonitas y profundas pero abstractas.

Después de que el maiceo clientelar y la prédica machacona de “los otros datos” han hecho su parte en el atarantamiento y mediatización de la sociedad, los estrategas han juzgado conveniente un giro de tuerca, a través de reforzar las técnicas de “lavado de cerebro”, porque no hay razón para alterar lo que ha dado resultados.

La ocasión la brindó la ya próxima entrega del IV Informe de Gobierno de la actual administración, a propósito del cual se ha desplegado una estrategia propagandística con dos ejes: ignorar o borrar con publicidad la realidad que no acomoda a las narrativas del obradorismo y, al mismo tiempo, ocultar la terca realidad real distorsionándola y sobreponiendo a ella otra realidad, la de los “otros datos”, la cómoda y fantasiosa que resulta de manipular cifras y estadísticas para imponer la visión de un país color rosa, o guinda.

El ala dura institucional y los magos alquimistas de la 4T han hecho un trabajo tan fino, tan profesional y de tan largo alcance, que por momentos uno pensaría que la relojería verbal de “Cien años de soledad” es un capítulo menor, y que si existiera un Premio Nobel de Propaganda sin mayor discusión se otorgaría el laboratorio en la sombra que encabeza Jesús Ramírez Cuevas, seguido por el grupo ARGOS de Epigmenio Ibarra y otros.

Si la propaganda es el taller del subconsciente colectivo que explotan los hombres del poder, a través de técnicos y expertos en marketing, la publicidad y la seducción subliminal son el laboratorio con el que trabajan aquellos a los que conviene esconder la realidad, distorsionarla en su provecho o recrearla con sus técnicas de manipulación.

Así, por ejemplo, los jóvenes de una población zombie, con el programa “Jóvenes construyendo el futuro”, las “Becas del bienestar” y el modelo educativo que impulsa el actual gobierno, ya tienen en México el país del menor esfuerzo y el facilismo existencial, en el que transpirar sudoraciones laborales y hacerse en la cultura del esfuerzo serán afrentas inadmisibles, porque de lo que se trata (aunque no se les dice) es de que la 4T les resuelva la vida para que ellos, a su vez, le resuelvan los resultados electorales a los candidatos del régimen. Esto no le hace bien a México: le crea y le multiplica clientelas a una parte del cuadrante ideológico del país.

Bajar a Benito Juárez García del pedestal de la historia para hacer de él capitoste de una ideología y un partido en el gobierno, invocando además principios del ideario juarista con los que no se es congruente, no sólo empobrece la figura del héroe, también equivale a repetir lo mismo que se hizo con Martí en Cuba y con Sandino en Nicaragua: fetiches o muñecos de trapo ajenos a la ideología histórica de su surgimiento.

En uno de esos promocionales, y ciertamente no el más afortunado, se ve al presidente López Obrador flanqueado por la titular de la seguridad pública en el país y respaldado por elementos de la Guardia Nacional, diciendo que “cuenta con el apoyo de un grupo”. Por su contenido simbólico, ese promocional no le sienta bien al titular del Ejecutivo: además de que las fuerzas armadas están para proteger a la sociedad y no a un hombre, el presidente, ahí, sólo exhibe desplantes de un personalismo autoritario.

Cierto, la propaganda y la publicidad subliminal son la médula del alfabeto virtual por el que un individuo o la masa pueden sucumbir a una estrategia de manipulación; sin embargo, cuando no hay producto qué vender ni calidad en la versión que se vende, lo seguro es que se cree la atmósfera de un producto que no suscita adhesiones y sí resulta “matapasiones”.

Esto último es lo que ha ocurrido con el promocional del IV informe, en el que López Obrador intenta posicionar la idea de que, con Fox, el homicidio doloso creció 1.6, con Calderón 1.92, con Peña 59 por ciento, en tanto que con él disminuyó un 10.4 por ciento. Estas cifras alteran y maquillan la estadística, pero no resuelven la realidad, en la cual hay más asesinatos, más desaparecidos, más desplazados y más feminicidios que en los últimos tres sexenios.

El vaso medio lleno o medio vacío depende del sitio y el encuadre propagandístico del mercadólogo y el espectador.


Pisapapeles

Escribió el escolástico Jaime Balmes: “La verdad es la realidad de las cosas”.

leglezquin@yahoo.com   

 

 

 

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