13 septiembre, 2022

Leopoldo González: Mijaíl Gorbachov

Mijaíl Gorbachov, uno de los principales líderes reformistas del siglo pasado, falleció el martes 30 de agosto en Moscú, capital de la exURSS, después de haber protagonizado una de las vidas más intensas e interesantes del siglo XX.

La vida es el único libro para el que -hasta donde se sabe- no hay reediciones. Lo que queda de cada vida es la herencia aprovechable y las lecciones que puedan enriquecernos; lo demás es piel transitoria y legado epidérmico, nada más.

Fue despedido sin funerales de Estado, con la notoria ausencia de Vladimir Putin y sin grandes homenajes, lo cual es en cierto modo explicable: Mijaíl Gorbachov fue el último secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) y el primer presidente de la URSS electo en las urnas, con el 59 por ciento de los votos en un país que no tenía un adarme de vida y tradición democrática.

La URSS nace con el triunfo de la Revolución de Octubre, en 1917, pero consolida su integración y dominio hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial, en 1945, cuando pudo verse con claridad que lo que había ahí no era una Dictadura del Proletariado, sino una Dictadura Sobre el Proletariado, con el nombre eufemístico de “socialismo real”.

Mijaíl Gorbachov conocía la historia, la economía, las formas de control vertical, la sociedad y el sistema político de su país, por lo cual avanzó y creció en el escalafón burocrático creado por Stalin y continuado por Leonid Brezhnev hasta 1982, tras lo cual quedó al frente del partido Yuri Andropov, el legendario director de la KGB, la policía secreta rusa.

Con el impulso de Yuri Andropov Mijaíl Gorbachov expandió su influencia y llegó al Comité Central en 1980, como uno de sus miembros más jóvenes, a la edad de 49 años, aunque ya en 1978 había sido el más joven secretario de agricultura de la URSS.

Andropov muere en 1984 y lo sucede al frente del partido Konstantin Chernenko, quien duró solamente un año en la dirección de la URSS, lo que allanó el camino a Gorbachov para perfilarse como el nuevo hombre fuerte de aquel nudo de estados sometidos al yugo de Moscú y encapsulados en ese territorio triste al que Winston Churchill llamó, con certeza política y fortuna literaria, el “Telón de Acero”.

Mijaíl Gorbachov asumió la secretaría general del PCUS en 1985, y a partir de ahí se volvió el ideólogo de la reforma democrática y la modernización de la URSS.

La sociedad soviética se había cansado de la política de represión iniciada por Lenin en 1918 con la fundación de la Cheka, de la pérdida de libertades, las colas, el mercado negro, la escasez y, en general, de una economía que servía a las élites burocráticas pero no al pueblo raso ni a la intemperie civil. En ese momento, quizá pocos comprendían que el hartazgo los llevaría a uno de los momentos estelares de su historia.

Los nombres que resumen la reforma integral impulsada por Mijaíl Gorbachov en la antigua URSS son “Perestroika” (transformación), “Nóvoye mischeniye” (nuevo pensamiento) y “Glasnost” (transparencia de la información y las ideas), los cuales pusieron en liquidación la herencia de 1917, es decir, los principios básicos del sistema: el marxismo-leninismo.

Con estos tres ejes conceptuales y una visión muy clara del horizonte posible, Mijaíl Gorbachov desmontó los enclaves totalitarios del sistema, frenó la injerencia de Moscú en las 19 naciones que hasta entonces giraban en su órbita, alentó y aplaudió la búsqueda de autonomías en cada país y, así, la gran mole del sistema imperial comenzó a desintegrarse con suma rapidez.

En paralelo a aquella implosión, cayeron la Cortina de Hierro y el Muro de Berlín y fue cerrado el ciclo histórico de la Guerra Fría.

Mijaíl Gorbachov no sólo fue el líder reformista que promovió el reencuentro de la exURSS consigo misma y con Occidente, sino el que revivió la libertad educativa, reanudó el debate público de las ideas, institucionalizó la libertad de expresión y dio un estatus constitucional a los estudios de mercado y de opinión, poniendo las primeras piedras del edificio democrático en que debía convertirse la vieja mentalidad totalitaria.

Al conjuro de aquella euforia reformista, de la que Gorbachov era el alma y el símbolo, las manifestaciones multitudinarias en su apoyo se sucedieron en Kiev, Moscú, Leningrado, Cracovia, Varsovia, Poznam, Leipzig, Berlín, Praga, Budapest, Letonia, Lituania y Estonia, porque esos países acabaron por comprender el valor supremo de la libertad.

Así sea por poco tiempo, los rusos y las naciones liberadas comprendieron que la vida no es una sinfonía completa si faltan en ella la dignidad y la libertad.

Lo que vino después es conocido por la mayoría. Vladimir Putin llegó al poder 8 años después de la disolución de la URSS y de la creación de la Comunidad de Estados Independientes (CEI), y lo que ha hecho es restaurar los enclaves del viejo personalismo autoritario, asegurando el control total del poder hasta 2032.

Si hay algunos que ven este retroceso como avance, seguramente padecen tortícolis visual.


Pisapapeles

El subconsciente autoritario de los pueblos, es la principal amenaza contra la democracia.

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