19 mayo, 2019

Refinería contra refinamiento: Leopoldo González

Refinería contra refinamiento

Por Leopoldo González

Al declarar desierta la licitación para construir la refinería de Dos Bocas, Andrés López dio una muestra más de lo que distingue a su gobierno: un proceder ñoño, improvisación, ramplonería, supina ignorancia y falta de sentido común.

Si declarar desierta una licitación, con postores y firmas que son lo mejor que tiene el mundo en esa rama, fue grave, lo que siguió fue más grave aún: declarar que una empresa petrolera endeudada y en quiebra, como PEMEX, que ni “jota” sabe de lo que es diseñar y construir una refinería, es la que se hará cargo de montar Dos Bocas.

Inmediatamente salió a relucir -socarronamente y al alimón- el mexicano que todos llevamos dentro: ¿El problema son 2 bocas? ¿Pero, cuáles? ¿Las Dos Bocas de una refinería anunciada sin decencia ni refinamiento? ¿Las dos bocas que anunciaron el inicio de la obra en Dos Bocas? ¿Y ahora, quién podrá defendernos de 2-bokas? ¡Aaah raza!

México no es una economía industrial ni una potencia económica, como para darse el lujo de pagar una ocurrencia, sufragar una necedad o “tirar el dinero por el caño” de la irresponsabilidad. Era mucho mejor y más barato, lo saben los expertos en petroquímica y energía, dar el mantenimiento adecuado y rehabilitar íntegramente las refinerías que ya tiene el país (Salamanca, Tula, Apodaca y las demás), que empinarlo en una aventura de la magnitud de esta de que hablamos.

Incluso, aceptando sin conceder que se trataba -testarudamente- de mostrar a todo el mundo que el reto era hacer triunfar el músculo de la necedad sobre el nervio fino de la racionalidad, el camino pudo haber sido distinto: licitar la planta con normas y estándares internacionales, entregar su desarrollo a la empresa ganadora con costos, plazos de ejecución y controles de calidad previamente establecidos y, finalmente, esperar su entrega bajo los criterios de supervisión científicos y técnicos usuales en estos casos, para darle el uso temporal y antieconómico que los expertos en energía fósil no ven más allá de 2030. Bajo este supuesto, Andrés López se habría salido con la suya y mostrado que sabe más de lo que parece y que no es el monumento a la terquedad que muchos mexicanos empiezan a sospechar.

Al parecer, no se trataba de demostrarle a nadie una perseverancia lúcida, una inteligencia luminosa y hasta una voluntad de poder amable, sino de probar al aire que en materia de necedad no se debe ser tibio ni andar con medias tintas. ¿Motivos para la “ilógica”? Los hay, los hay.

La refinería que no se ocupa, y que una empresa que no sabe diseñar ni hacer refinerías construirá en Dos Bocas, la cual hará de la secretaria Nalhe (oriunda de Coatzacoalcos) contratista, proyectista de nave industrial, residente de obra, gerente de recursos humanos, jefe operativo en campo, jefe de nómina, supervisor de obra y en un descuido hasta velador, será el emblema de un gobierno que no le sabe al oficio de gobernar, la muestra de un equipo gobernante sin conciencia del ridículo y, al final del día,  el hilo de una kakistokracia enredada en su propio cochambre.

  Si la empresa petrolera encargada del proyecto ejecutivo de Dos Bocas, PEMEX, tiene en el actual sexenio vencimientos de deuda por 52 mil 600 millones de dólares, ello explica la urgencia del acuerdo de refinanciamiento con HSBC, JP-Morgan y Mizuho Securities. Lo que dicho refinanciamiento no explica, aunque sí insinúa, es el costo bruto que una necedad presidencial tendrá en la carga impositiva y el bolsillo de los mexicanos.

Por otra parte, la construcción de la refinería en Dos Bocas abre interrogantes, tanto en el piso social como entre expertos, que un comportamiento gubernamental engreído, altanero y desdeñoso se negaría a contestar con rigor. Una de ellas es, por ejemplo, si un gobierno que no sabe diseñar ni construir refinerías, podrá hacerla con la calidad suficiente y el nivel de complejidad técnico-científica que el proyecto implica, o terminará siendo una plataforma petroquímica cualquiera.

La otra gran pregunta es esta: si los que construyen refinerías de primer mundo, argumentan que no es posible hacer una en tres años y con menos de 8 mil millones de dólares, ¿por qué habríamos de creerle a los que no saben hacer refinerías, no conocen la tecnología y ciencia de materiales ni son expertos en plataformas industriales, que podrán hacerla en tres años y con un presupuesto mucho menor? Nada más por sentido común, y por lo que señalan algunos estudios especializados, el gobierno no hará la refinería en el tiempo que dice y la estimación de sus costos rebasará los 10 mil millones de dólares. Esto es consistente, demás, con lo aseverado por la calificadora Moody´s, que no ve cómo un gobierno y una empresa en quiebra puedan cumplir sus compromisos.

Por tanto, la tozudez no es sólo un rasgo negativo de la personalidad: es también delatora de que fines escondidos o ulteriores podrían estar detrás de la obcecación de que se trata. ¿Y qué tal si, en un descuido, la mano derecha no se da cuenta de lo hecho por la mano izquierda? ¿Y qué tal si se trata de hacer “cosas malas” que parezcan buenas? ¿Y qué tal si el plan, en realidad, es que se haga de mayor cantidad de mulas Pedro? ¿Y qué tal si…?

Pisapapeles

Le dijo un compadre al otro: “El negocio es el negocio, compadre”.      

     

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