28 abril, 2023

Leopoldo González: Todo por el turismo

Morelia, por causas que vienen del pasado y por motivos atribuibles al presente, es un destino turístico luminoso y excepcional para el visitante nacional y extranjero.

Es cierto que en ocasiones no ayuda a la imagen y al potencial turístico de la ciudad el clima de inseguridad que la agobia, la presencia de “barricadas sociales” que marcan su rostro y esa otra forma de violencia que son la falta de visión y la incompetencia gubernamental, pero Morelia sigue siendo un destino noble y un atractivo de primer orden para el turismo nacional e internacional.

Morelia es una ciudad señorial, pero es, además, una ciudad con encanto; por ello nadie le disputa haber sido “el jardín de la Nueva España” y un crucero de ríos de identidad e historia.

Es una de las tres ciudades importantes del país con Acueducto, el cual comenzó a ser construido en 1785; tiene la tercera Catedral más alta y con más prestigio arquitectónico entre las ciudades medias y grandes de la República; aquí nació Morelos; aquí destacó Hidalgo como maestro, académico y rector del Nacional y Primitivo Colegio de San Nicolás de Hidalgo; para ser justos, aquí nació también Iturbide; aquí tuvo su casa el intendente José María de Anzorena, uno de los confabulados para urdir la independencia del país; en suma, Morelia es cuna y bastión ideológico de la independencia nacional, en la línea doctrinaria y jurídica que venía de las Cortes de Cádiz.

Morelia posee 1 315 edificios históricos catalogados por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), y es desde 1991 Patrimonio Cultural de la Humanidad, lo cual hace de la Morelia de Morelos un destino turístico con alma, con historia, con cultura, con arquitectura y con una gran tradición intelectual.

Sabemos que las ciudades son la suma de sus gestas heroicas, las que le han dado brillo a su identidad y han forjado su aire de permanencia a través de los siglos; pero son también la suma de sus encuentros, porque Morelia no tendría el tufo académico e intelectual que hoy tiene si no hubiesen caminado sus calles y sus plazas los pasos de María Zambrano, Alfonso Reyes, Porfirio Barba Jacob, Romano Picutti, Pablo Neruda, Rómulo Gallegos, Mario Vargas Llosa, José Emilio Pacheco, Juan David García Baca, Ludwig Zeller, Pavel Grushkó Octavio Paz, Eli de Gortari, Carlos Fuentes, Juan Bañuelos y tantos otros.

El turismo a nivel mundial es la industria que genera la mayor cantidad de empleo juvenil y femenil, y es la tercera fuente de ingresos como proporción del PIB en México. Sin embargo, es una lástima que una industria tan estratégica que da de comer a tanta gente, reciba tan poco y tan miserable apoyo del gobierno federal. Recuérdese que, ya antes, fueron cerradas las oficinas de promoción turística en las embajadas, quesque porque había que ahorrar, según el “arte de la succión” que hoy llaman austeridad.

El punto es que México no gana nada, en lo que toca a la industria sin chimeneas, pese a estar generosamente situado entre el Atlántico y el Pacífico, por la falta de sensibilidad, visión y pericia de sus gobernantes.

Michoacán tiene historia, un árbol etnolingüístico con cinco ramas, un quehacer cultural que es de los más ricos y desarrollados del centro del país, una amplia variedad de microclimas entre la costa y la montaña y muchas razones para ser el destino grande de México, pero faltan temple y visión para dejar atrás las telarañas mentales del pasado y lograr darle una proyección de horizonte a la entidad.

Un buen programa de desarrollo turístico tendría que aprovechar lo que pesa y lo que vende de la historia, la fina manufactura de la arquitectura que hay entre nosotros, la rica exuberancia de Los Azufres y el Volcán de San Andrés, la belleza salvaje de los Chorros del Varal y el Parque Nacional Eduardo Ruíz de Uruapan, la poética originalidad del Lago de Camécuaro y todo lo que puede hacer de Michoacán un destino de ensueño, porque nuestra entidad tiene todo para venderse sola.

Pero es necesario que haya conocimiento de lo que somos y tenemos, apertura y sensibilidad, visión y ambición de futuro en nuestros gobernantes.

Michoacán es grande y puede llegar a ser un destino turístico de ensueño, a condición de que queramos, de que se forje un gran acuerdo entre gestores e instituciones turísticas y sepamos cómo darle tren de aterrizaje al programa y a las ideas.

Si en otras partes se ofertan la China y el mole poblano, y más allá las Tlayudas y la gastronomía maya, Michoacán tiene las carnitas y el repujado en cobre de origen quirogueano, la zóricua, el churipo prehispánico, la sopa tarasca originada en Pátzcuaro, el gaspacho moreliano y tantas otras cosas que ha inventado nuestro pueblo en su imaginación fecunda.

A veces todo está en querer hacer las cosas; o bien, en desplegar el toque de liderazgo necesario para que las cosas se hagan. Sin embargo, cuando no se quiere, nomás no se quiere y ya.


Pisapapeles

El liderazgo especulativo es importante, pero el liderazgo sin inteligencia operativa es de mira corta y de más cortas realizaciones.

leglezquin@yahoo.com   

 

 

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