Dos poemas
Aleqs Garrigóz
JUSTAS REMEMBRANZAS
A pesar de todo tuvimos una vida ordenada:
tú te encargabas del dinero;
yo sacaba la basura,
alimentaba al gato
y sacaba al balcón los zapatos.
Teníamos suficiente espacio en la alcoba
y sabíamos los nombres de los vecinos
y teníamos suficientes cucharas.
A pesar de todo nos divertimos:
yo manejaba el coche
y tú cantabas.
Y de acuerdo a sus características,
nuestros días eran los de siempre
a aquellos en que podíamos mantenernos limpios.
VISTO EN EL JARDÍN DE UN CONVENTO
Fue tras la reja de herrería elaborada,
donde se recargaban obeliscos violeta,
enorme y alta como el muro de las prisiones.
Pasaba solo por la calle empedrada
el escritor fracasado,
aquella tarde.
Los ojos las vieron:
eran dos castas y frescas damiselas
con ropa de colegiala
que sobre la fuente de un convento
se besaban.
Senos pequeños como mandarinas,
manos que hacen música de órganos y flautas,
pies juguetones que en el coro
con otros se hermanan.
Piernas como la Diana.
¡Eran gemelas idénticas!
En sus cuellos pendía el rosario.
Divino cuadro. Bendita mi suerte.
¡Mis ojos a través de la reja las miraban!