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junio
1 junio, 2024

NUESTRA CITA CON LA HISTORIA

Amig@s querid@s:

Les voy a hacer una confesión. Antes les pido disculpas por invadir su espacio y su tiempo. Guardo absoluto respeto por la libertad de pensamiento y expresión de cada uno de ustedes, porque son atributos importantes que posee el ser humano y deben estar siempre por encima de cualquier ideología. Pero, además, porque el afecto y el respeto que nos unen como grupo, son sumamente valiosos y los debemos preservar.

Me tomo la libertad de compartir esto, porque estimo que no debemos olvidar ciertos sucesos del pasado que han vulnerado nuestra democracia. Además, porque me preocupa que en las últimas semanas varios personajes de la coalición “Sigamos Haciendo Historia” han empezado a mencionar la palabra fraude en la elección que viene. ¿Con qué intención lo hacen? ¿Qué persona o institución estaría fraguando esto?

La entrega de este documento es testimonial y su valor será el que cada uno de los lectores le atribuya. Desde luego, tienen la libertad de no leerlo si no es de su interés: siempre será respetable cualquier decisión que tomen.

Veamos: fui simpatizante de Andrés Manuel López Obrador en su lucha de 1994, año en el que Roberto Madrazo Pintado le cometió un fraude descomunal en Tabasco.

Cuando emergió su figura, supuse que se trataba de un líder genuino, audaz y sincero. Pero mi percepción sobre su persona y su liderazgo han cambiado: violó los Estatutos del PRD para apoderarse de su Dirección Nacional, hecho que en su momento denunciaron algunos de sus correligionarios.

Lo más grave fue cuando se hizo de la candidatura del PRD a la Jefatura de Gobierno del entonces Distrito Federal violando la Constitución, pues sabía que no contaba con la residencia de ley para contender por ese puesto.  Esto también fue denunciado por otros precandidatos del Partido, pero al final logró imponerse con una credencial de elector apócrifa. Burló a sus compañeros, del mismo modo que años antes lo había burlado a él Roberto Madrazo.

Hay que reconocer que como jefe de Gobierno hizo avanzar a la Ciudad de México en algunos rubros, pero también empezó a aflorar su carácter rabioso y su tendencia a la opacidad, al no someter a concurso los Contratos de Obras y Servicios y al encriptar la información sobre su costo real, lo que también ha sucedido en su sexenio, bajo el falso argumento de que lo hacen por “seguridad nacional”. ¡pamplinas!

En 2006 se presentó como candidato a la Presidencia de la República, dejando fuera a Marcelo Ebrard, que en aquel tiempo también contaba con mucha simpatía. Desarrolló una campaña atractiva y competitiva, pero no le alcanzó para ganar la elección.

Mucho se habló y se sigue especulando que en esos comicios se cometió fraude. Sin embargo, expertos en esa materia realizaron estudios rigurosos sobre la elección, y lograron probar que se trataba de una falacia y una infamia, pues las irregularidades que detectaron se debían en gran medida a errores humanos y no a una intención perversa de cometer una estafa.

Pongo un ejemplo: La coalición Por el Bien de Todos (CPBT) que había postulado a AMLO pedía la anulación de una casilla instalada en una Delegación del D. F.; el motivo era que el secretario de la Mesa Directiva de Casilla había invertido el número de domicilio donde se instaló; es decir, en lugar de 18, puso 81, lo cual seguramente fue por distracción. Pero también lo hacían, porque en esa casilla Felipe Calderón había obtenido una alta votación. Así como este absurdo, hubo otros más.

Es muy cierto que durante el periodo de campañas se cometieron actos ilícitos e inmorales, como el pretender desaforar a López Obrador, pero también la coalición que lo postulaba hizo campaña de intimidación con personas que habían sido beneficiarias de los programas sociales que implementó siendo jefe de Gobierno. Todo esto está documentado en archivos referentes a dicha elección. Al final pudo demostrarse que no se trataba de acciones que estuvieran alterando la voluntad de los electores. Por ello el Instituto Federal Electoral sancionó a algunos actores políticos que estaban metiendo ruido, solicitándoles que se apegaran a las normas electorales. Lo hizo con personajes de todos los partidos y con funcionarios entrometidos, entre ellos, con el expresidente Vicente Fox.

Llegó el 2 de julio, día de la elección, en el que no se detectaron irregularidades que probaran que los electores estuvieran siendo amenazados o coaccionados. Esto lo prueban con contundencia las declaraciones de López Obrador y de su equipo de campaña (documentadas en varios archivos), quienes durante toda la jornada de votación estuvieron declarando a los medios que se trataba de una elección “festiva, limpia y sin incidencias”, pues esto les reportaban sus representantes en las casillas y en los distritos electorales, que por cierto habían cubierto al 100%, y que eso mismo les estaban informando los observadores electorales distribuidos a lo largo y ancho del país. Es decir, no había motivo alguno para afirmar que se trataba de una elección turbia.

La situación empezó a cambiar cuando se cerraron las casillas y los paquetes electorales empezaron a llegar a las oficinas distritales, con las copias de escrutinio y de cómputo que los representantes de cada uno de los partidos habían firmado y documentado. Los mismos representantes estaban entregando las respectivas copias a las casas de campaña de todos los candidatos en contienda.

También el portal de internet del Instituto Federal Electoral (IFE), que durante todo el proceso de votación permaneció abierto, podía ser consultado por cualquier ciudadano (yo lo hice), pues estaba fluyendo la votación casilla por casilla, donde a veces Andrés Manuel aparecía arriba y en ocasiones Felipe Calderón. Fue entonces que nos dimos cuenta de lo reñida que estaba la contienda. Y fue también el momento en que López Obrador e integrantes de la coalición Por el Bien de Todos entraron en pánico y desesperación.

Lo peor aconteció cuando el Comité Técnico del Conteo Rápido, integrado por 5 científicos de reconocido prestigio, y a quienes la CPBT había elogiado en el momento de su integración, solicitó al Consejo General del IFE que no se declarara tendencia alguna, porque la diferencia en la votación entre uno y otro candidato era muy estrecha y podía prestarse a confusiones y causar inestabilidad. Además, ese había sido el acuerdo de todos los Partidos Políticos antes de la votación. Por esa razón el Comité Técnico solicitaba al Consejo General del IFE que esperaran a que se avanzara más en el cómputo para tener mayor certeza en las cifras.

Cuando dicho Comité  hizo esta petición, empezaron las amenazas, descalificaciones e infundios por parte de AMLO e integrantes de la coalición Por el Bien de Todos, llegando al colmo de descalificar a sus propios representantes en las casillas y en los distritos electorales, a quienes AMLO acusó de “no haber actuado con rectitud”, razón por la que muchos de ellos se sintieron ofendidos, replicándole que no podían mentir cuando en su casilla la votación había sido limpia y trasparente.

A partir de las manifestaciones de inconformidad que la CPBT presentaba, el Instituto Federal Electoral les pidió que le proporcionaran el número de casillas donde afirmaban haber detectado alguna irregularidad. Entonces, se apresuraron a entregar una lista de 21,786 casillas de las 133, 488 que se habían instalado en todo el país. De éstas, el Tribunal Electoral solo anuló 743.

Cuando la coalición Por el Bien de Todos detectó que en lugar de estar ganando votos los estaba perdiendo, decidió ya no solicitar la apertura de más paquetes y entonces optó por buscar otra excusa para seguir denunciando el supuesto fraude. Acusaron al IFE de haber usado un “algoritmo” para alterar el cómputo. Ante esto, científicos de la UNAM y de otras instituciones de nivel superior que estudiaron el caso desmintieron dicha acusación. Los especialistas recordaban que las boletas electorales contaban con 7 dispositivos de seguridad que las volvían infalsificables. Además, para esos momentos ya se habían cotejado miles de actas de escrutinio y cómputo, donde aparecían las firmas de los representantes de todos los partidos políticos, sin mostrar ninguna alteración.

La siguiente jugada de AMLO y sus simpatizantes fue tomar Paseo de la Reforma, para desde ahí seguir lanzando la consigna de “voto por voto, casilla por casilla”. Pero solo lo hacía ante sus seguidores y la opinión pública despistada, pues ante el IFE ya había retirado esa exigencia, sabiendo que no podía probar si se había maquinado o no una estafa contra ellos.

En estricto sentido, fraude en el momento de la votación significaría manipular los votos deliberadamente, para alterarlos y otorgárselos a un candidato distinto. 

Estuve en la toma de Paseo de la Reforma en varias ocasiones, pues en aquellos años, como activista de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), viví más de una movilización ligada al magisterio de izquierda: me llevaría planas enteras comentarles todo lo que vi y escuché en ese plantón.

Finalmente vino el desgaste y la toma de Reforma fue levantada el 15 de septiembre de 2006, con un costo elevadísimo para hoteleros, restauranteros y habitantes del Centro Histórico de la Ciudad de México.

Con el tiempo, varios connotados líderes del PRD, como Marcelo Ebrard, Carlos Navarrete, Ruth Zavaleta, Ricardo Monreal y hasta Horacio Duarte, que había sido el representante de la coalición Por el Bien de Todos ante el IFE, reconocieron en privado que no había elementos suficientes para solicitar que se reconociera el supuesto triunfo de AMLO o, en su caso, que se anulara la elección. En noviembre de ese mismo año, Ana Cristina Covarrubias, representante de la empresa que había sido la encuestadora oficial de la coalición, declaró a un medio nacional que personalmente había entregado a AMLO una tarjeta, donde le informaba que Felipe Calderón aventajaba en el cómputo por cerca de 400 mil votos. Al final, Calderón rebasó con 232 mil 831 sufragios a López Obrador, es decir, con 0.56% de la votación total.

La tarjeta que Ana Cristina entregó a López Obrador fue alrededor de las 11 de la noche del día 2 de julio. Creemos que esa fue la razón por la que AMLO salió apresurado a declararse ganador ante los medios nacionales e internacionales. Esto sucedió a las 11 horas, con 17 minutos, del domingo 2 de julio de 2006.

Algunos de los votos emitidos en esa elección pudieran ser cuestionados, porque quizás fueron producto de prácticas deshonestas, de presiones por parte de candidatos o partidos políticos, o tal vez algunos de los electores se sentían comprometidos con uno u otro candidato que les había prometido algo durante la campaña, etcétera, aun así, no había un soporte verdaderamente firme para acusar que había sido una elección fraudulenta.

Se calmaron las aguas y seis años después, Andrés Manuel López Obrador se vuelve a imponer como candidato a la Presidencia de la República, lo hizo por encima de otros militantes de prestigio del Partido de la Revolución Democrática, pero su campaña no despertó el entusiasmo que había tenido en 2006.

Mientras tanto el PRI con su candidato “copetón” y con un gran derroche de recursos, se impuso en esa elección obteniendo en las urnas 19 millones 226 mil 784 votos, mientras que López Obrador alcanzó 15 millones 896 mil 999 sufragios. Más de 3 millones de votos debajo de Enrique Peña Nieto, así que no hubo conflicto poselectoral en 2012.

También los ciudadanos solemos cometer errores al elegir a nuestros gobernantes, lo cual le ha traído graves problemas a nuestro país.

Voy a hacer un paréntesis: en 1990 conocimos a un matrimonio con el que forjamos una gran amistad, él ya falleció víctima de cáncer, pero nos hizo la siguiente confesión: siendo Profesor-Investigador de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH), junto con otros catedráticos y amigos cercanos a López Obrador, recibimos de él una petición: les pidió que colaboraran económicamente para “la causa”, ya que el país lo requería. Después de analizarlo, la mayoría accedió y durante largo tiempo estuvieron enviando mensualmente la cantidad que cada uno acordó, depositando en una cuenta que una persona de las confianzas de AMLO les había proporcionado. Nuestro amigo, que tenía un buen salario como Profesor-Investigador de la UMSNH, y además era empresario agrícola, depositaba mensualmente $5,000.00 pesos en las alforjas de López Obrador.

El lazo con AMLO se rompió porque en una ocasión que tuvieron la oportunidad de reunirse con él, uno de los amigos le preguntó que quien podía informarles en qué se estaba invirtiendo lo que depositaban mensualmente; esta pregunta enfureció a AMLO, quien les reclamó cómo y por qué se atrevían a cuestionarlo, después de todo lo que él estaba haciendo por “el pueblo”. ¡Se quedaron perplejos!

Todo esto explica la razón por la cual López Obrador y “sus criaturas” no trabajaron durante tanto tiempo, excepto cuando fue jefe de Gobierno. Imaginen la cantidad de recursos que amigos, simpatizantes y allegados le acercaban, además del diezmo que obligaban a pagar a todo aquél que ocupaba un puesto público y lo que les descontaban a los trabajadores de las dependencias gubernamentales. Fuimos testigos de los videos donde llegaban los sobornos en sobres amarillos, las bolsas con fajos de dinero, como las de Carlos Imaz, los portafolios de Eva Cadena, los paquetes de billetes sujetados con ligas como las de René Bejarano y un largo etcétera, y nadie le pedía cuentas. ¿Cómo le llamamos a todo esto? Cada quien tiene su respuesta. Cierro el paréntesis.

En 2018 mientras el PRI y el PAN se peleaban, Andrés Manuel López Obrador, astuto y persistente como es, supo administrar el descontento de los ciudadanos hartos de tanta corrupción, impunidad y preocupación por falta de respuesta a muchas de sus necesidades. Se postuló por tercera ocasión, recorriendo todo el país con su lema de “Por el Bien de México, Primero los Pobres”, lo que generó gran impacto en el electorado, que al final le otorgó un triunfo holgado en las urnas.

De los 100 compromisos que asumió con el pueblo de México en su toma de posesión como presidente electo (algunos de estos fatuos), destaco lo siguiente:

Aplaudí con gran entusiasmo que propusiera retirar la pensión que recibían los expresidentes de la República, pues era una verdadera afrenta para los millones de desempleados y de mexicanos en extrema pobreza.

Que se propusiera hacer una reducción en el monto de los salarios de funcionarios de primer y segundo nivel, incluidos los miembros del Poder Legislativo y del Poder Judicial. Aunque ya vimos que muchos de ellos se hicieron de la vista gorda.

Incrementar el monto en las pensiones para adultos mayores, programa que venía de sexenios anteriores, el que se hubiera ampliado e incrementado, también fue un acierto, pues conocemos a personas mayores cuyo único ingreso es este apoyo. Sin embargo, considero que se debe replantear este programa, pues no es lo mismo Salinas Pliego o Germán Larrea, que por edad y constitucionalmente les asiste ese derecho, que el bolero de la plaza o el vendedor de semillas en la esquina. Es decir que se otorgue a quienes verdaderamente lo necesitan.

El incremento al salario mínimo por encima de la inflación fue otro acierto en su sexenio.

La ampliación e incremento en becas educativas para estudiantes de escasos recursos también fue muy positivo. Pues muchos jóvenes suelen truncar sus carreras y sus sueños por la falta de recursos y oportunidades.

¿Qué compromisos no cumplió?

Solo enumeraré algunos:

Prometió acabar con la corrupción y la impunidad, se quedó en promesa, pues no solamente siguen libres y campantes quienes desfalcaron al erario público en sexenios anteriores, sino que también en este sexenio se cometieron actos de corrupción verdaderamente escandalosos: Segalmex, Conade, Secretaría de Energía, Pemex, CFE, Semarnat, Secretaría del Bienestar, y el Huachicol Fiscal; entre otros.

Dijo que construiría la paz buscando la hermandad entre los mexicanos. No lo hizo, al contrario, su menosprecio hacia el diferente zanjó una enorme división entre los mexicanos que ha llegado a lindar con el rencor, impidiendo de esta manera una verdadera reconciliación nacional que tanto le hace falta a este país de dolores y miserias.

Dijo que mantendría una relación de respeto con los otros poderes, mintió, pues durante todo el sexenio se la pasó amenazando al Poder Judicial (que tampoco son tan pulcros), al Poder Legislativo lo ninguneó no volteando a ver a la oposición, y a los Legisladores de su partido los mantuvo en la sumisión y servilismo absoluto, al grado de decirles que sus iniciativas eran intocables, que no les permitía cambiarles ni una coma.

Manifestó que no se llevaría a cabo ningún proyecto que afectara el medio ambiente. Expertos en esta materia aseguran que en la construcción de los tramos del Tren Maya, se cometió un verdadero ecocidio.

Prometió hacer trasparentes las compras del gobierno y que los contratos de obra se harían con escrutinio público y con la observación de la Organización de las Naciones Unidas, nada de esto se cumplió, no hay trasparencia alguna.

Prometió rehabilitar las 6 refinerías, pero ya vemos que siguen intactas contaminando al por mayor y mientras tanto PEMEX en el quebranto financiero.

Siendo la educación uno de los pilares fundamentales en el desarrollo y prosperidad de un país, parece que esto no le importó en absoluto, pues no se promovió la investigación científica y tecnológica, como lo prometió, al contrario, se vulneró la capacidad económica del CONACYT quebrantando también las finanzas de la Secretaría de Educación Pública.

Dijo que respetaría la libre manifestación de las ideas, fue lo contrario, pues todo su sexenio se la pasó en el “ring” amenazado a comunicadores, intelectuales, académicos, organizaciones de la sociedad civil, etcétera.

¿Qué es lo que más lamento?

Que no asumió un verdadero compromiso para enfrentar a la delincuencia de cuello blanco, de cuello azul, tricolor, guinda o verde y mucho menos se diseñó desde el Estado una Estrategia de Seguridad Nacional para enfrentar de manera efectiva a los criminales que tiene al país como rehén. Eso es sumamente doloroso porque por mucho, es el aspecto que más lastima a los mexicanos.

Lamento que el Sistema de Salud haya colapsado, que el Educativo se encuentre en los peores niveles de su historia, que campesinos, agricultores, pequeños propietarios y ciudadanos en general vivan bajo la amenaza y la extorsión, que los jóvenes estén en la mira del crimen organizado, que comunidades enteras tengan que dejar sus tierras, casas y predios porque el Estado los ha dejado en total abandono. Lamento profundamente la desaparición de miles de mexicanas y mexicanos cuyas familias han organizado sus propias búsquedas ante la indiferencia del Estado. Es justo reconocer que algunos males del presente son saldos que se arrastran de un pasado ominoso, pero 6 años eran suficientes para haber cambiado el rumbo, dar gobernanza y mayor estabilidad a nuestro país en varios aspectos. Desde luego que los ciudadanos también hemos sido corresponsables de esta tragedia.

Andrés Manuel López Obrador tuvo la oportunidad de haberse convertido en un verdadero jefe de Estado, con  el caudal de apoyo que tuvo en el 2018, pudo haber buscado la reconciliación nacional haciendo un pacto con gobiernos afines y de oposición, con los poderes Legislativo y Judicial,  con académicos e intelectuales, con empresarios de la comunicación y otros empresarios, con  sectores de la Sociedad Civil  etcétera, etcétera, todo con la finalidad de hacer un frente común para enfrentar a la delincuencia organizada y los otros retos que el país tiene frente a sí, en salud, alimentación, empleo, educación, vivienda etcétera.

No lo hizo, malgastó el capital de confianza y esperanza que despertó en millones de mexicanos, incluso en los que no votaron por él en la elección de 2018, pero su ignorancia y megalomanía le hicieron perder el piso.

No sabemos con exactitud que pueda pasar el 2 de junio, porque la moneda está en el aire. Algunas encuestas le dan ventaja al oficialismo, pero el pulso nacional y otros estudios de opinión dicen otra cosa.

Por el bien de la República salgamos a votar y hagámoslo más que con el corazón, con la razón.

Les abrazo con respeto y cariño.

CORDIALMENTE

   PSIC. ROSA ELVIRA LOPEZ DAVILA