8 mayo, 2014

Camaleonismo y algo más

Leonel Godoy

Camaleonismo y algo más

Leopoldo González
Director de la revista Letra Franca.

 

Leonel Godoy El camaleonismo, en política, consiste en mimetizar los rasgos y las características individuales, de acuerdo con los climas y los colores del entorno, con el doble propósito de no ser visto y de pasar desapercibido.

Lo contrario del camaleonismo es el protagonismo, que radica en el despliegue de astucias, talentos y habilidades individuales para asegurar uno de los sitios visibles de la vitrina pública o la sobreexposición mediática, de tal manera que todos los demás vean que el que está a la vista no sólo existe, sino que es un “fregón”: una “chucha cuerera” sin la cual el paisaje de la opinión pública estaría incompleto.

Para uno y para el otro, el doctor Freud, hace un siglo, tuvo observaciones tan objetivas, tan certeras y puntuales, que por eso mismo habrían sido capaces de derrengar a un caballo y de poner en crisis su autoestima: digo, si los caballos fuesen conscientes de que tal sentimiento existe y de que ellos, en el reparto de los dones de la creación, fueron dignos de alcanzar algo parecido.  

El señor Leonel Godoy, que hace años se ha especializado en la defensa de lo indefendible, como personaje público que es, parece oscilar entre estas dos posturas, que mezcladas dan como resultado lo gatopardezco.

Cuando le conviene se mimetiza en el silencio, en la invisibilidad, en los Cárdenas o en cualquier otro referente de nuestra vida pública, y cuando le viene bien opta por el protagonismo estridente, como hace unos días, cuando declaró, a voz en cuello: el “video de la Tuta se editó para golpear a la izquierda”.

Como en la tragedia de Hamlet, de Shakespeare, ocurre aquí que el directamente señalado pretende esconderse en la máscara de otro personaje, para intentar evitar su propia visibilidad.

Por lo demás, todo indica que la izquierda, en el instante en que el PRD cumple 25 años de fundado, no necesita quien la golpee, porque a pulso ha acreditado, con hechos abundantes, que se ha vuelto sparring de sí misma.

Algún día, a ciertos personajes de nuestra vida pública, les convendría hacer un ejercicio de autocrítica y de autentificación, para empezar a nutrir una historia de hechos reales y no de fantasías con las que se pretende sorprender la inteligencia de muchos.

 

 

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