2 febrero, 2016

La CNTE contra su historia

Por Larisa Fernández

    La tragedia educativa que vive el país, y muy señaladamente estados como Oaxaca, Guerrero y Michoacán, en buena parte radica en que los trabajadores de la educación han reemplazado las premisas de la pedagogía por los supuestos de la agitación política, en tanto que los gobiernos –hasta el desmantelamiento del viejo IEEPO en Oaxaca- habían renunciado a serlo y a garantizar el imperio de la ley para todos. Larisa Fernández se hace cargo, en esta entrega, de iluminar con mirada penetrante las crisis y algunas alternativas de solución al problema de la educación en México.

    Una historia en blanco y negro

Con el reordenamiento del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO), se puso nuevamente en el centro del debate el enorme costo que ha tenido para el país, y especialmente para la educación, el activismo sin límites que la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) ha mantenido desde hace casi tres décadas –en muchas ocasiones con la complacencia de los gobernantes en turno- tanto a nivel estatal como federal.

Independientemente de lo que se ha escrito en los últimos días sobre este poder fáctico, conviene analizar su pasado y contrastarlo con el presente, para saber qué tanto la Coordinadora sigue siendo fiel, o no, a los principios que le dieron vida.

La CNTE se fundó en 1979 como contrapeso al centralismo, a los cacicazgos y al alto nivel de corrupción de los dirigentes del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), no solamente del Comité Ejecutivo Nacional, sino también de los comités seccionales que no tomaban en cuenta a sus representados ni atendían sus demandas y necesidades, manteniéndolos controlados y ninguneados por el viejo sistema político mexicano.

Años atrás, ya se habían presentado intentos por liberarse del yugo autoritario de la mafia sindical de aquellos años, pero esos brotes de rebeldía fueron sofocados con cárcel, asesinatos, amenazas y persecución política.

El caso más sobresaliente de insurgencia magisterial fue el que encabezó el profesor Othón Salazar, uno de los líderes más genuinos y representativos de la oposición magisterial, quien en su momento llegó a decir que la lucha de los maestros no debería rebasar los límites del compromiso que se tenía con los alumnos, los padres de familia y la sociedad, y que, si por algún motivo era necesario suspender labores para forzar la negociación con las autoridades respectivas, los docentes tenían el compromiso de recuperar las clases para no afectar a los educandos y así mantener la alianza con los padres de familia. Estas, son palabras que los actuales dirigentes y miembros de la CNTE parecen olvidar.

Quienes inicialmente promovieron la fundación de la Coordinadora, fueron profesores de estados con una alta marginación social, como Chiapas y Guerrero, pero también participaron docentes de La Laguna, Tabasco y otras regiones del país. En ese tiempo, los profesores de Oaxaca no tuvieron una presencia tan relevante, aunque era uno de los estados donde los trabajadores de la educación percibían muy bajos salarios.

Por esa razón, las demandas centrales de la naciente organización sindical fueron: a) aumento salarial; b) rezonificación por vida cara; y, c) democracia sindical. Además, se planteó la conveniencia de mantener la independencia frente a cualquier partido político y de ponerle un alto al corporativismo sindical.

Estas demandas fueron motivo de muchos años de lucha y sacrificio, pero gracias a su poder de convocatoria, a su persistencia y organización, los agremiados de la CNTE lograron obtener beneficios importantes en sus percepciones salariales y en rubros como el de la seguridad social.

El impacto que la CNTE empezó a tener en varios estados y regiones del país, frente a un SNTE esclerotizado y represor, fue significativo; sorprendentemente, en 1981, la Coordinadora gana en votación democrática la sección 7 de Chiapas, y posteriormente, en 1982, la sección 22 de Oaxaca, al mismo tiempo que en otros estados y en el Distrito Federal la insurgencia magisterial iba en ascenso, ganando espacios importantes.

Esto obligó a que el gobierno y la dirigencia nacional del SNTE buscaran estrategias para mediatizar a la oposición magisterial, ofreciéndoles espacios en el Comité Ejecutivo Nacional y otras secretarías y comisiones en los comités seccionales emergentes. Propuestas estas que al final no fructificaron, ya que la CNTE mantuvo una postura digna y de absoluta distancia.

Frente a todo tipo de adversidades, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación se mantuvo activa y obteniendo beneficios importantes, no solamente para el gremio, sino también para los alumnos y padres de familia. Un hecho significativo de su lucha fue haber logrado que en el año 2008, la Suprema Corte de Justicia de la Nación declarara inconstitucionales 5 artículos de la entonces aprobada reforma a la Ley del ISSSTE, que se refería al sistema de pensiones. Esto le bajo presión a la resistencia magisterial.

Al paso de los años, la CNTE se fue entrampando en una serie de actividades y tareas, muchas de las cuales no eran de su competencia, pues por norma le correspondían a la Secretaría de Educación Pública y no al sindicato. Es así que en 1992, tras firmarse el Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica y Normal (ANMEB) –hecho que generó mucho ruido en la disidencia magisterial- la sección 22 de Oaxaca, más por la fuerza y el chantaje que por la razón y el derecho, mediante un decreto sospechoso, se hizo del control administrativo y financiero del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca, mejor conocido como IEEPO.

Dicho Instituto permaneció bajo su mando durante 23 años, hasta que el pasado 20 de julio el Gobierno Federal y el del Estado de Oaxaca, le dieron un duro golpe a este feudo sindical, aprobando un nuevo decreto que les permite recuperar para el Estado la rectoría de la educación pública. Este hecho ha enfurecido a los dirigentes locales de la CNTE, que con absoluta impunidad mantuvieron todos esos años el monopolio de dicho Instituto, mediante atropellos y abusos y sin que nadie los vigilara ni los llamara a cuentas. Hoy sabemos el alto grado de improvisación, de corrupción y de desorden con que se manejó este espacio administrativo durante más de dos décadas.

    Los nudos de la contradicción

Una vez que sabemos cuáles han sido algunos de los logros que en sus primeros años de lucha obtuvo la Coordinadora, es necesario que ahora se revise su presente para entender mejor cuáles son sus pretensiones.

  1. Si la CNTE se fundó hace 36 años, y durante todo ese tiempo mantiene una presencia activa, por qué, entonces, no ha logrado convencer a otras secciones del país, fuera de las 4 o 5 que actualmente controla. Si uno de sus objetivos era democratizar al SNTE, hoy vemos las terribles desviaciones en que ha caído, puesto que sus tácticas de lucha no han dado para eso y, en cambio, con bastante frecuencia exhibe el rostro de un autoritarismo ideológico que hace de la sociedad su rehén.
  2. Uno de los principios del Proyecto Sindical de esta organización, según se lee en sus propios documentos, es la práctica de la democracia. Sin embargo, por los informes que tenemos, los acuerdos que en los primeros años de vida de la Coordinadora eran producto de la libre deliberación en asambleas delegacionales, hoy se han vuelto cupulares y hasta autoritarios. Se imponen de manera vertical y la base no puede rechazarlos, so pena de correr el riesgo del linchamiento o el anatema. Sus militantes ignoran quiénes son los personajes que integran la Comisión Política Nacional y de qué manera son nombrados. Entonces, el principio de restituir el poder a la base ha quedado relegado.
  3. Los miembros de la CNTE frecuentemente confunden privilegios con derechos. El que a través de su lucha hayan ido obteniendo beneficios como bonos, compensaciones, estímulos y demás, estas conquistas no se convierten en derechos. Tampoco lo es el vender plazas o heredarlas, y mucho menos acceder a una comisión sindical. No hay que confundir.
  4. Las llamadas jornadas de lucha que año con año organiza la CNTE, se han vuelto un pretexto para que miles de profesores se ausenten de las aulas sin ningún rubor, bajo el argumento de que están defendiendo sus derechos, olvidándose del cumplimiento de sus obligaciones y del derecho a la educación que asiste a los otros. Se ha comprobado que a los paros magisteriales acude un bajo porcentaje de militantes, mientras los demás mantienen sus escuelas cerradas, dedicándose únicamente a atender asuntos personales que nada tienen que ver con su lucha, mucho menos con la educación. Esto es criminal, lo dijo en su momento el profesor guerrerense Othón Salazar.
  5. Dicen defender la educación pública, pero con sus métodos de lucha –entre estos, los paros prolongados- pisotean el derecho que tienen los niños y los jóvenes a recibir una educación de calidad, durante los días legalmente establecidos en el calendario escolar. Por esa razón, muchos padres de familia optan por la educación privada, sacrificando sus ingresos, pero en aras de que sus hijos reciban la atención que los docentes paristas les están negando. Sin embargo, hay otras familias que por no contar con los recursos suficientes, no les queda otra opción que rumiar en silencio su impotencia y resignarse.
  6. Los dirigentes de la CNTE dicen defender el “normalismo”, pero se oponen a que los planes y programas de estudio de estas instituciones educativas se actualicen y modernicen, anclándose en un pasado que los inmoviliza, los mantiene en la ignorancia y los vuelve sectarios. Además, defender las “plazas automáticas” para los egresados de las normales, es volver a estos centros de formación docente un trampolín para aquéllos chavos que solamente buscan una chamba, una colocación segura o un pretexto para la agitación, pero que no tienen verdadera vocación para ejercer la docencia.
  7. La Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación dice tener una propuesta de educación alternativa, que dice haber puesto en marcha desde hace varios años; si esta propuesta es de avanzada –como lo pregona la cúpula-, por qué, entonces, no ha logrado sacar del rezago educativo a los estados donde se ha implementado, que son timbre de orgullo y baluartes de la CNTE como Oaxaca, Guerrero, Chiapas y Michoacán; lo que sí sabemos, con sobrada evidencia, es que son precisamente estos estados los que ocupan los últimos lugares en aprovechamiento escolar, comprensión de lectura, matemáticas, eficacia terminal y otros indicadores. ¿Será que su propuesta pedagógica nomás no es viable ni funciona?
  8. En los documentos fundacionales de la CNTE, se señala reiteradamente que quienes llegaran a ocupar cargos dentro de los Comités Seccionales, una vez terminada su gestión regresarían a sus grupos y/o centros de trabajo para continuar con las actividades que antes desempeñaban. En los hechos no ha sido así. Sólo mencionaré algunos ejemplos: Manuel Hernández Gómez, primer secretario general democrático de la sección 7 de Chiapas, terminó en las filas del PRI en un puesto burocrático; Blanca Luna Becerril, ex secretaria general de la sección 9 del DF fue diputada por el PANAL, nada menos que el partido de Elba Esther Gordillo; Raúl Morón Orozco, ex secretario general de la sección 18 de Michoacán, sucumbió al poder escalando posiciones legislativas; Azael Santiago Chepi, ex secretario general de la sección 22 de Oaxaca, se candidateó para un puesto en las pasadas elecciones. Como vemos, ellos y otros terminaron alejándose de los acuerdos y principios de la CNTE, que en el discurso decían defender con tanto fervor.

    La reforma educativa y nosotros

Ahora que la lucha de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación se ha enfocado a combatir la Reforma Educativa, cabe señalar que su lectura respecto a esta reforma es en gran parte equivocada. Sin embargo, analizando la Ley General de Educación y la Ley del Servicio Profesional Docente, encontramos algunos artículos que sí representan un riesgo para la estabilidad laboral de los docentes y uno más que puede perjudicar a los padres de familia.

El artículo 53 de la Ley del Servicio Profesional Docente, que se refiere a la permanencia en el servicio, señala que si un docente no alcanza un resultado satisfactorio en la tercera evaluación, se darán por terminados los efectos de su nombramiento. Esto lo refiere también el Artículo Noveno Transitorio de la misma Ley. Sin embargo, en el primer párrafo del Artículo Octavo Transitorio, se dice que el docente no será separado del servicio pero sí de la función, incorporándolo a otras tareas. Esta ambigüedad crea confusión e incertidumbre.

Por lo que se refiere a la Ley General de Educación, en los artículos 28-bis y 65, Fracción 11, que se refieren a la autonomía de gestión de las escuelas, crean desconfianza, pues de manera muy sutil la autoridad educativa está delegando en los directores y mesas directivas de padres de familia de los centros escolares, la responsabilidad de atraer recursos para mejorar la infraestructura, comprar materiales y resolver cuantas necesidades se presenten en las escuelas, esto puede generar más problemas que soluciones. Los padres de familia no tienen el tiempo ni poseen los recursos para estarse involucrando en estas tareas, y los directivos tienen una enorme carga administrativa que los ahoga. Que cada quien se dedique a lo que le corresponda.

Estos últimos aspectos que se han señalado, ameritan una revisión y quizás una lucha, pero no al estilo de la CNTE que se ha vuelto más un peligro para la educación que un referente para su mejoramiento. Los años de gloria de esta organización sindical ya pasaron a la historia.

Finalmente, para sanear la vida institucional de la Secretaria de Educación Pública (SEP), es conveniente que se revisen a fondo todos los “IEEPOS” del país; seguramente podrán encontrarse en muchos de ellos sorpresas mayúsculas.

Es vital para nuestro país tener un sistema educativo de calidad y, en la medida de lo posible, de excelencia. Para ello, hace falta una alianza del Estado con la sociedad y que cesen todas las formas de impunidad que han forjado la ruina de la educación pública.

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