5th

marzo
5 marzo, 2024

Sor Juana ama Valle de Brava

En la sexta entrega de la franquicia de Parque Jurásico, Colin Trevorrow dirige la secuela Mundo Jurásico: Dominio (2022); este filme de ciencia ficción y aventura tuvo, por cierto, su estreno mundial en México, el primero de junio de 2022. En su trama, los dinosaurios han tomado de nuevo el dominio sobre toda la tierra, y los humanos ahora tienen que aprender a convivir con ellos. El argumento gira alrrededor de Maisie, la nieta clonada de Sir Benjamin Lookwood, activista pro-derechos de los animales des-extintos.

En la historia, Charlotte, también científica como su padre, decide clonar, a partir de una transferencia nuclear de células somáticas, un embrión que es genéticamente igual al sujeto original (o sea, a ella misma); por lo tanto, la joven Maisie, resulta ser un clon idéntico a su madre y, en esa medida, el primer ser humano engendrado sin un padre.

Otro filme de anticipación (o, de ciencia ficción) es No men beyond this point (Mark Sawers, 2016), una película canadiense en formato de falso documental y que lleva por título, en español, el de Un mundo sin hombres. A partir de supuestos reportajes y falsas entrevistas (que sustentan el carácter verídico del mock documental), se presentan grabaciones de la vida real que recrean una obra de ficción.

El resultado es un trabajo que, de suyo, entra al género de la comedia, pero que rebasa las fronteras de la parodia y la sátira: el documental ficticio se presenta como un reportaje histórico, con personajes de la vida real; muchas veces, parcial o totalmente improvisados, quienes ayudan a sostener una sensación de realismo.

Y no olvidemos el caso de la versión radial de La guerra de los mundos, original de H. G. Wells y emitida el 30 de octubre de 1938 bajo la dirección de Orson Welles. El programa causó verdadero pánico entre los radioescuchas; quienes, al sintonizar lo que aparentemente era un programa de variedades de CBS Radio, de pronto vieron interrumpida la transmisión y escucharon a un reportero ficticio que daba la espantosa noticia de una invasión marciana. El público, impresionado y desorientado, dió por verídica la matanza de las naves marcianas, las cuales rociaban con un gas venenoso a la población; y, entonces, las calles de Nueva York y Nueva Jersey (donde supuestamente ocurría el ataque) se desquiciaron, en la realidad, por la histeria colectiva.

Retomemos al filme canadiense, el cual, más que comedia, pertenece al género de anticipación o ciencia ficción, como se prefiera. Ubicado en la década de 1950, el filme muestra cómo las mujeres comienzan a quedar embarazadas sin la participación de los hombres; esto es: la reproducción por “parthenogenesis”. Como consecuencia de esta mutación, ellos dejan de ser necesarios para procrear y, además, empiezan a nacer, únicamente, mujeres; pues, sin el cromosoma masculino ‘Y’, del par ‘XY’, no puede darse el nacimiento de más hombres.

El relato está centrado en el caso de Andrew Myers, el hombre más joven del mundo quien, al momento de la filmación del documental, cuenta con 37 años y está empleado como niñero en la casa de Iris. Con ironía, el documento, verosímil y falso a la vez, incorpora la grabación de los testimonios de especialistas en distintas áreas, quienes filosofan sobre el tema de la extinción del género masculino. Por supuesto, en un mundo donde las mujeres gestan sólo a mujeres, ya no hay guerras.

Sirva este largo periplo para presentar República Sorjuaniana de México. La quinta transformación. Como habrán ya adivinado, se trata de una novela distópica y futurista, ubicada –principalmente– en el Valle de México y sus alrrededores, y situada en el año de 2169. Lo primero que destaca en esta obra es, precisamente, su vocación cinematográfica; es decir: tiene movimiento, acción. Estoy seguro que, de ser llevada a la pantalla grande, su director podría aprovechar las magníficas secuencias que colorean las descripciones de una República Sorjuaniana de México futurista, llena del encanto de los paisajes, aromas y sabores tradicionales de nuestro país, pero con un flamante toque avant-garde.

Es difícil hablar de una novela en su presentación, pues a toda costa hay que evitar la tentación de narrarla; y sobre todo, queda prohibido contar su final. Con la poesía, es distinto, pues ahí sí puede, el comentador, hablar del tema, de su desarrollo y de los sentimientos e imágenes que, a su juicio, aparecen en los versos, ya sean libres o en prosa.

Más, en una narración, como lo es un cuento, una obra de teatro, de cine o una novela, hablar de sus detalles y tocar su desenlace no sólo es de mal gusto, sino una verdadera grosería. Por ello, interntaré remitirme tan sólo a los que nos dice el libro en su contraportada y a las primeras páginas del mismo: su Prólogo, su Prefacia y las posiciones iniciales del Jardín Primero –pues la obra se divide en tres jardines con treinta y dos posiciones.

Victor Loorman, el autor de este libro, nació aquí… (bueno, no en la Casa Natal de Morelos, pero sí: en Morelia). Es arquitecto, maestro en Comunicación y doctor en Arte y Cultura. Esta es su tercera novela; antes, escribió: Sed de independencia (2012) y Sustancia Quemada. Lisandro Fraga y los Trotamundos (2018).

La República Sorjuaniana es el nombre en que se ha transformado la antigua República Mexicana: “Imaginen a un México gobernado por y para las mujeres. Un México que recuerda a todas aquellas que lucharon por sus derechos y su reconocimiento”. Las leyes, en esta nueva república, emanan de la Constitución Política de los Estados Sororos Mexicanos,

Michoacán ya no es de Ocampo, sino Michoacana de Bocanegra; el Lago ahora es de Pátzcuara y Morelia sigue siendo Morelia, gracias a que:

Morelos, a pesar de ser un padre ausente y un deudor alimentario que nunca reconoció ni crió a sus hijas, por no haber tenido la valentía de desafiar la moral del colonialismo y el patriarcado de su tiempo, supo reconocer los méritos de nuestras Madres de la Matria: Leona Vicario y Josefa Ortiz.

En este nuevo México del siglo XXII todo se ha modificado, desde Acapulca hasta Valle de Brava; la cerveza sigue siendo la cerveza, pero la antigua cervecería Cuahutémoc-Moctezuma, ahora es el grupo cervecero Malinche-Ttzetzangari; y la avenida más cara de todo el país continúa siendo la misma, en Polanco, pero ya no se llama Presidente Masaryk, sino Canciller Merkel. Pero no sólo el nombre de los lugares a cambiado: ahora todo es distinto. La relación entre hombres y mujeres ha dado un giro de 180º y es, sustancialmente, lo opuesto de como era en los albores del siglo XXI.

La Real Academia Española nos informa que una distopía es la representación ficticia de una sociedad futura de características negativas causantes de la alienación humana. Y la novela de Loorman, al igual que las obras mencionadas al principio de esta reseña, tiene con ellas elementos distópicos en común. Y también una fuerte carga de ironía; pero no se trata de un humor vano o vacío, sino, propiamente, de una parodia.

Para la teórica literaria canadiense Linda Hutcheon, la parodia contempla dos funciones: “la de mantener o la de subvertir una tradición”; y, con su narrativa, Víctor Loorman reconoce las tradiciones mexicanas (por ejemplo, la Ciudad de México ha recuperado el esplendor de la antigua Tenochtitlan, con canales alimentados por los grandes lagos que han resurgido como vías de comunicación y tránsito); pero también las subvierte: si el machismo había sido, durante siglos, una marca indeleble en la identidad del mexicano, en su novela, el matriarcado ejerce una suerte de revancha; por ejemplo: al prostituir a los jóvenes escorts y al mismo tiempo castigarlos –cuando ejercen su sexualidad libremente– acusándolos de violadores.

Hutcheon se especializa en el estudio de la parodia y la ironía, y las califica como microprácticas estéticas en su poética del posmodernismo. Incluso, analiza también al pastiche como producción cultural crítica. Para ella, la parodia, “a través de un doble proceso de instalación e ironización” nos muestra cómo “las representaciones presentes provienen de las pasadas” y derivan, como consecuencias ideológicas, al marcar tanto a las continuidades como a las diferencias.

El analista del discurso y la narración, Lauro Zavala, va más allá, cuando nos presenta todo un glosario para el estudio de la ironía literaria; para este teórico mexicano “la ironía es un concepto resbaladizo” y el empleo del término puede “variar de una lengua a otra”, e, incluso, de un lector a otro. La ironía –en pocas palabras– es la yuxtaposición de perspectivas opuestas en un enunciado. En los diccionarios la ironía se define sencillamente como una “burla fina y disimulada”. Pero recorre un camino más extenso; por ejemplo, la ironía del destino es aquella en la que el resultado de una acción no es el esperado; o la ironía posmoderna, cuando la intención del ironista es, además de indeterminada, irrelevante, como las famosas fábulas de Augusto Monterroso.

En la novela de Loorman, la ironía toma una forma paródica y, a la vez, trágica, pues la víctima propiciatoria (en este caso, Lando Clarke, el escort que se dedica a complacer a las mujeres que requieren sus servicios) se convierte en un chivo expiatorio, que no es ni inocente ni culpable de nada. Sí, es cierto: él se dedica a prodigar sexo, pero no es un vulgar prostituto, sino una especia de geisha masculina, entrenado desde muy joven en la academia de artes amatorias Hombres Necios Incorporated, bajo la supervisión de matronas, legalmente capacitadas y muchas veces abusivas.

Lando, junto a cientos de jóvenes escorts como él, vive sólo para brindar satisfacción a viejas oligarcas; ancianas de más de ochenta años, pero que parecen de cuarenta y tantos, gracias a los adelantos de la medicina y la cosmética, y a quienes contratan para que, con sus dotes amatorias, las hagan sentir como de treinta.

Como nos recuerda Raquel Iglesias, en su análisis sobre la novela chicana El circo que se perdió en el desierto de Sonora, de Miguel Méndez, Linda Hutcheon acuñó el término metaficción historiográfica para describir aquellos textos literarios que afirman una interpretación del pasado pero que también son intensamente autorreflexivos (es decir, críticos de su propia versión de la verdad). Por ello, una novela como República Sorjuaniana de México nos permite hablar sobre el pasado de una manera en que reconocemos su violencia; en este caso, en un pretérito “actual”, que revisitamos desde el futuro.

No me queda sino agradecer al autor, Víctor Loorman, por una novela de excelente factura, cuya lectura me ha permitido repensar mi presente y reflexionar sobre el porvenir; y, además, con grandes toques de humor; lo cual mucho se agradece, dado que, entre otras cosas, hemos perdido un tanto la alegría de vivir, y de escribir.

Gracias.


Raúl Casamadrid
Casa Natal de Morelos
Morelia, Michoacana, 2 de febrero de 2024

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